BARONES DEL AGUA
Investigación periodística revela que tres compañías internacionales se valieron de argucias para controlar y lucrar con el líquido. • Lograron enormes utilidades gracias a la privatización de los servicios de saneamiento que impulsó el Banco Mundial.
Probablemente los pobladores del asentamiento humano Lomo de Corvina de Villa El Salvador desconocen que la privatización del servicio de agua potable fue la causa indirecta para que se presentara una epidemia de cólera en Sudáfrica. Una investigación realizada por el Consorcio Internacional de Periodistas Investigativos revela que al privatizar el agua en ese país las tarifas se elevaron y la población no pudo pagarlas, por lo que consumían agua contaminada de los riachuelos.
Es posible que si los pobladores de Lomo de Corvina estuvieran informados de este hecho habrían dudado en movilizarse para exigir la privatización de Sedapal. La investigación realizada del Consorcio Internacional de Periodistas contó con el apoyo del Centro para la Integridad Pública, y demostró que para Suez y Vivendi Environment de Francia y Thames Water de Inglaterra -las tres empresas de suministro de agua más grandes del mundo- este líquido no es para beber, sino para lucrar. No en vano les llaman ‘los barones del agua’.
El trabajo demuestra también que la expansión de ‘los barones del agua’ a nivel mundial no hubiera sido posible sin la ayuda del Banco Mundial y de otras instituciones financieras internacionales, como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Asiático de Fomento y el Banco Europeo de Reconstrucción. La investigación que les siguió la pista a las operaciones de estas empresas durante 12 años mostró que sus ganancias se elevaron en casi 1,000 por ciento durante una década.
Tarjetas prepago
A inicios de los noventa, el Banco Mundial (BM) empezó a recomendar la privatización de las empresas públicas de saneamiento bajo el supuesto de que la gente debía pagar su “costo real” y contribuir con ello a expandir las redes.
Uno de los países que siguió las recomendaciones del BM fue Sudáfrica, que desarrolló un programa de privatización en cinco localidades. En 1999 Siza Water Company (SWC) ganó la concesión de Nkobongo por 30 años. Al principio las familias entusiasmadas por tener agua en casa pagaban la tarifa. Pero luego ocurrió que comenzaron los problemas para cancelar las mensualidades. SWC elevó los costos entre 98 y 140% afirmando que lo hacía para suplir sus pérdidas.
Mientras esto pasaba en Nkobongo, en Ngwelezane la empresa usó la tarjeta prepago en los grifos comunales. El usuario deslizaba la tarjeta en un medidor y activaba el grifo. El agua dejaba de salir cuando se retiraba la tarjeta.
Otra táctica de control fue un disco con dos agujeros llamado “el hilito de agua”. Si la gente no cumplía con pagar, la compañía insertaba un disco en la válvula y al agua salía como un fino hilo. La población podía tener agua, pero de una forma muy restringida.
Tiempos de cólera
Al no pagar, ante lo elevado de las tarifas, los pobladores desesperados empezaron a abastecerse en riachuelos y lagos contaminados con desperdicios humanos.
La consecuencia fue el surgimiento de una epidemia de cólera que se extendió por el país. En enero del 2002, cuando el mal terminó, había más de 250,000 personas infectadas y 300 muertos.
El informe señala que el gobierno municipal para obligar a la gente a pagar puso candados en los grifos. La política del costo total y la privatización que promovió el BM trajo más pobreza que desarrollo, puntualiza la investigación.
Diez años antes de esta epidemia la transnacional francesa Suez se instaló en Sudáfrica, donde creó Water and Sanitation Services South Africa (WSSA), con lo que obtuvo tres contratos de concesión Queenstown, Stutterheim y Fort Beaufort y elevó las tarifas en 300% entre 1994 y 1999.
Tango y cash
En 1993 durante el gobierno de Carlos Saúl Menem, Argentina, que enfrentaba su mayor crisis económica, privatizó la empresa de servicio de agua de Buenos Aires bajo la presión del BM y el Fondo Monetario Internacional (FMI).
El mensaje: las empresas privadas harán una mejor labor, llevando agua y conexiones de alcantarillado a las zonas más pobres.
La empresa pública Obras Sanitarias de la Nación (OSN), que atendía a 9.3 millones de habitantes, era el premio mayor para cualquier corporación.
Para conseguirlo, las empresas Suez y Vivendi unieron fuerzas y en 1992, junto a uno de los hombres preferidos de Menem, Santiago Soldati, crearon Aguas Argentinas (AA), que obtuvo la concesión por 30 años.
Antes del traspaso, y para hacerlo más atractivo, el gobierno dispuso un incremento de tarifas de 74%.
Participó del negocio
El BM presenta a la concesión del agua en Argentina como un modelo de privatización. Sin embargo, el Icij demostró que estuvo plagado de codicia, promesas incumplidas y corrupción.
Así, el BM no solo otorgó préstamos para financiar la privatización, sino que años más tarde tomó a través de su filial International Financial Corporaction (IFC) una participación del 7% en Aguas Argentinas.
El BM prestó a uno de sus gerentes -Ventura Bengoechea- para que negociara aumentos de tarifas de acuerdo con el gobierno.
Soldati, accionista de AA, logró ganancias de US$ 100 millones con el aumento de tarifas que se dio tras la privatización.
El líder del sindicato de trabajadores Roberto Pereyra, quien en 1990 dijo que lucharía para evitar la concesión, estaba sentado doce años más tarde en el directorio de la compañía.
La ministra de Ambiente en el gobierno de Menem, María Julia Alsogaray, que premió a Aguas Argentinas con aumentos de tarifas y otras concesiones en el contrato, es juzgada actualmente por enriquecimiento ilícito. Según la prensa argentina, después de la privatización de la luz y del agua se compró una mansión en Buenos Aires y dos departamentos en Nueva York.
Renegociar
Después de un año de haber ganado la concesión, Aguas Argentinas quería renegociar el contrato alegando problemas financieros, cosa que logró por presiones de Suez.
En los siguientes ocho años, importantes compromisos contractuales de expansión de conexiones de agua a millones de pobres no se cumplieron.
No había necesidad
Respecto de los beneficios de la privatización, AA asegura que ha conectado cerca de un millón de personas al sistema de agua para el 2000. Pero muchos observadores creen que la empresa de servicio público hubiera logrado lo mismo y que AA olvidó algunos puntos del contrato. Una de las grandes ironías de la privatización del agua en Buenos Aires fue que la OSN fue una compañía bien manejada, no estaba sobrecargada de deudas, e incluso el año previo a su privatización tenía superávit, perfil muy similar al de Sedapal.
Bogotá prefirió ser eficiente que privatizar
1. En Colombia, Cartagena fue la primera ciudad en dar en concesión su servicio de agua, con el apoyo del Banco Mundial. La multinacional Aguas de Barcelona, cuyo accionista es el gigante francés Suez, ganó un contrato a 20 años, y compró una participación en una nueva empresa de acueducto y alcantarillado de Cartagena llamada Acuacar. La empresa mejoró la cobertura de agua potable, pero el esfuerzo privatizador de Cartagena quedó salpicado por acusaciones de irregularidades en la contratación y por la falta de transparencia. La controversia implicó al BM.
2. En Bogotá fue diferente. En contra de los consejos del BM, los alcaldes Enrique Peñalosa y Antanas Mockus decidieron que el interés público estaría mejor servido si se fortalecía a la Empresa de Acueducto y Alcantarillado de Bogotá (Eaab) en lugar de privatizarla.
3. Eaab se recuperó y tuvo éxito, a pesar de la continua presión por privatizarla de parte del BM. En agosto de 1998, funcionarios del BM insistieron en su tesis ante los ejecutivos colombianos, haciéndoles notar que para aprobar nuevos créditos era necesario desmantelar subsidios y privatizar. La Eaab optó por no solicitar préstamos al banco, desde 1996, cuando firmó el último.
Viejo Condor
Voltaire net.org (SIC)
Lilia Guerra y Natalia Vera/La República
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