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Se requiere el máximo cuidado a la hora de tratar los temas históricos, subraya la directora de RIA Novosti, Svetlana Mironiuk, en un comentario publicado hoy enGazeta.Ru y que se reproduce a continuación:
La historia de "Stalin y RIA Novosti" se desarrolló sobre un guión clásico, el de una tormenta en un vaso de agua. Si no fuera por el colosal alboroto que ha generado y los daños que ha ocasionado a la reputación de RIA Novosti, no tendría nada especial: un simple error periodístico, el insuficiente dominio del tema, una actitud preconcebida y la adhesión a los clichés.
Hay dos connotaciones en esta situación: una, personal, y la otra, social. La personal consiste en que el periodista Andrew Rettman, de la edición digitalwww.euobserver.com, buscaba sensacionalismo a toda costa. Sin detenerme en el análisis del artículo, algo que RIA Novosti ya hizo en una detallada nota de prensa, recordaré su esencia: un fulano le comentó algo a un mengano sobre la supuesta "limpieza" de la imagen de Stalin (como si, en principio, uno pudiera lavar la imagen de personalidades históricas y no fuese la propia Historia la que se encarga, con el transcurso del tiempo, de ponerlo todo en su lugar).
Se afirmó que RIA Novosti se empeña en cambiar la actitud negativa hacia Stalin, contrató a tales efectos a asesores occidentales y planea celebrar una serie de eventos públicos en Medio Oriente, Lejano Oriente y Ártico. En fin, eurorumores triviales que circulan en los pasillos.
Andrew Rettman pidió comentarios a RIA Novosti. Mis colegas se rieron, desmintieron lo de Stalin, explicaron que la agencia planea reanudar la edición de un periódico en idioma árabe - Anba Mouskou (Novedades de Moscú) - en 16 países, así como celebrar una conferencia sobre el Ártico en el marco del Club de Discusión Internacional Valdai que lleva seis años funcionando con el apoyo de RIA Novosti. Lo de un evento en el Lejano Oriente era, por lo visto, el próximo lanzamiento de un servicio de noticias económicas de RIA Novosti en idioma chino.
Ninguna de estas cosas tiene elementos sensacionales; son parte de la rutina laboral de un grupo multimedia que es nuestra agencia. Por tanto, Andrew Rettman no lo oyó o simplemente no quiso oírlo. Mucho más tentador, desde luego, era mezclarlo todo en un solo artículo.
La postura del periodista de EUobserver me parece preconcebida. No puedo interpretarla de otra manera. Jamás fui partidaria de las teorías conspirativas pero el artículo, a pesar de que la agencia dejó muy clara su actitud al respecto, fue publicado cínicamente en vísperas del 30 de octubre, fecha en que Rusia conmemora a las víctimas de represalias políticas. Al cabo de los primeros tres días en que lo recogió únicamente la prensa georgiana, otros medios numerosos decidieron de repente reproducirlo sin que ninguno de ellos solicitara comentarios o confirmación a los colegas de RIA Novosti. ¿No es acaso un síntoma de la grave crisis profesional en el gremio periodístico y la pérdida de nociones tales como ética, probidad y solidaridad gremiales?
En el medio siglo que existe la agencia Novosti, nadie le ha reprochado la apología del estalinismo, ni siquiera en los tiempos de la Guerra Fría. Solomón Lozovskoi, fundador de Sovinformburó que se transformó más tarde en APN y, luego, en RIA Novosti, cayó víctima de las represalias estalinistas, por cierto: fue fusilado en 1952. En cuanto a la agencia de hoy, sus periodistas tienen un promedio de 28 años de edad y ven en el estalinismo un capítulo remoto y temible del pasado.
Unas cuantas palabras más sobre lo personal. En mi familia también hubo represaliados. La bisabuela de mi hijo mayor pasó casi 10 años en los campos de concentración estalinistas después de que su padre fuera ejecutado en 1937. En cuanto a mi generación, la de los cuarentones, somos los llamados "hijos de la perestroika" y nos tocó vivir en persona un período de revisión y revalorización de la historia patria. Los principales hitos de mi juventud universitaria, que transcurrió en Europa, fueron la caída del Muro de Berlín, la ejecución de Ceausescu y la desintegración del bloque socialista en la Europa del Este.
Y ahora, sobre la componente social de este bulo. Imagínense la reacción de periodistas a la noticia de que un respetado medio alemán se propone lavar la imagen de Hitler, o que una famosa agencia española explicará en Europa los aspectos positivos del régimen franquista, o que los italianos planean lanzar una campaña pública para rehabilitar a Mussolini. ¿Quién se habría creído semejantes disparates? ¡Ni siquiera serían publicados! ¡Imposible! ¿Por qué, entonces, se publican como si nada las mismas cosas sobre Rusia, a pesar de que son desmentidas a título oficial?
Claro que nosotros mismos hemos contribuido en gran medida y seguimos contribuyendo a esta percepción. No nos esforzamos por hacernos comprender, y la verdad es que pocos desean comprendernos. Es el mayor problema y es en lo que deberíamos trabajar en lugar de hacernos los ofendidos.
Pienso que la Historia es objeto de antagonismo político entre los Estados de hoy. La práctica totalidad de las negociaciones que el presidente y el primer ministro de Rusia mantuvieron en Europa a lo largo del último año trataron en uno u otro grado el contexto histórico, y algunos derivaron incluso en serias batallas verbales, en respuesta a ciertos reproches que Rusia considera injustificados. La primera pregunta que hicieron este año a Putin durante su reunión con los miembros del Club de Valdai fue cómo evaluaba el pacto Ribbentrop-Molotov.
Usar las discrepancias históricas como instrumento de presión es una tendencia de moda entre las naciones de la Europa del Este. ¿Por qué las reclamaciones de carácter histórico no predominan en las relaciones entre España y Francia, o entre ésta última y Gran Bretaña, o entre Polonia y Alemania cuyo pasado colectivo abunda en virajes difíciles? ¿Por qué funcionan en este caso la tolerancia recíproca y la búsqueda de elementos unificadores, por encima de los factores que dividen a los países de la UE? Creo que los políticos debieran plantearse la introducción de cierta moratoria para no usar en el sistema de relaciones internacionales diversas interpretaciones históricas de los acontecimientos que tuvieron lugar en el siglo pasado.
Hay un acuerdo que proclama la intangibilidad de las fronteras en la Europa de posguerra. También hace falta un convenio para impedir que la Historia se someta a revisiones y sea usada como herramienta para la consecución de fines pragmáticos. Se requiere sumo cuidado con la Historia. A falta de otros argumentos en la polémica, las partes suelen presentar como carta de triunfo interpretaciones opuestas de un mismo contexto histórico que es invariable.
Lo correcto, en mi opinión, es renunciar a las exigencias de que una nación se arrepienta y pida disculpas a otra por algunos acontecimientos del pasado reciente o remoto; dejar de apelar a terceros o a instituciones supranacionales para que evalúen ciertos sucesos históricos. Es un camino que conduce a un callejón sin salida, a unas exigencias absurdas, por ejemplo, la de que los mongoles soliciten perdón a Rusia por tres siglos de lo que nadie sabe a ciencia cierta, si fue o no "opresión".
Lo anterior no significa que haya que olvidar todas las experiencias negativas del pasado, voltear la página y seguir pragmáticamente adelante. Sin revisar y analizar nuestro pasado, perderíamos la memoria histórica, seríamos una sociedad miserable en plano moral. Ahora bien, sólo hay cabida para la penitencia cuando en la sociedad, no en el poder, se forma una evaluación universalmente aceptada de ciertos acontecimientos históricos, tal y como fue en Alemania. La actuación del respectivo régimen en el ámbito internacional refleja en este caso las expectativas y las percepciones de la sociedad.
También existen guiones alternativos. Hay un modelo que funciona, el de España, que pasó por una cruenta guerra civil en el siglo XX y en la que conviven pacíficamente los partidarios de Franco y las antiguas víctimas u oponentes de su régimen. Los monumentos de la época franquista son objeto de asiduas visitas pero hay un acuerdo no escrito a escala nacional para no fomentar la discordia con este tema. Ya se harán las evaluaciones correctas con el transcurso del tiempo sin que el asunto haya generado división social.
La época de Stalin y varias décadas de totalitarismo son temas muy delicados y sensibles en Rusia. Todavía están vivas las generaciones de aquel período y, a mi juicio, aún está por conseguir el consenso social en lo que respecta a su evaluación. Se requiere tiempo para ello. La historia postsoviética de Rusia cuenta menos de 20 años. Se necesita un debate público a nivel de historiadores y expertos, tanto dentro del país como con la asistencia de colegas extranjeros y representantes de diversas escuelas históricas. Todo ello, sin que la polémica pase al plano político y complique las relaciones.
Lo de "Stalin y RIA Novosti" hizo evidente una cosa: en adelante, la agencia promoverá con toda seguridad proyectos históricos. Es necesario llenar el vacío, impulsar un diálogo profesional entre historiadores rusos, europeos y estadounidenses en lo que se refiere a los complicados temas históricos que afectan a la Rusia de hoy. Temprano o tarde, este diálogo de profesionales derivará en un debate público, en evaluaciones y en acciones. RIA Novosti contribuirá a ello por todos los medios.
¿Qué si pondremos un pleito contra Rettman? Lo dudo. Está mal que los medios de comunicación se persigan judicialmente, aparte de que aún creo en la objetividad y en los elevados estándares profesionales del periodismo europeo. Mi intención es escribir una carta al director de EUobserver exponiendo la situación al detalle y solicitando que aclare el escándalo, una tormenta en un vaso de agua.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
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