Vladímir Yevséev, RIA Novosti.
Sin duda alguna, este mes, Rumania está resultando una constante fuente de noticias desagradables para Moscú.
La última la ha protagonizado el propio presidente rumano, Traian Basescu, declarando que su país permitirá el despliegue de misiles interceptores de alcance medio, que forman parte del sistema de defensa antimisiles estadounidense (DAM). Así las cosas, hacia el 2015 está prevista la instalación de una versión para tierra firme del sistema integrado de guía de misiles AEGIS, equipado con cohetes SM-3.
En cualquier caso, este sistema no es una amenaza para la seguridad de Rusia, cuyo ejército carece de misiles balísticos y de crucero de alcance medio (de 1.000 a 5.500 kilómetros) y corto (de 500 a 1.000 kilómetros) con base en tierra. Estos misiles fueron desmantelados en junio de 1991, de conformidad con el Tratado INF suscrito entre la URSS y EEUU.
Sin embargo, para Moscú este asunto es preocupante por varios motivos.
En primer lugar, Rusia se ha visto ante un nuevo hecho consumado, a pesar de las repetidas declaraciones de Washington en favor de un reinicio, de un cambio de dirección, en las relaciones ruso-estadounidenses. En este sentido, las acciones de EEUU contradicen las declaraciones del presidente ruso, Dmitri Medvédev, y su homólogo estadounidense, Barack Obama, hechas el 1 de abril y el 6 de julio de 2009, respectivamente, sobre la necesidad de una cooperación internacional equitativa en el ámbito de la defensa antimisiles.
Y más aún teniendo en cuenta la existencia de un segundo documento, que estipula que un grupo de expertos de Rusia y EEUU debe reunirse para analizar las posibles amenazas de agresión nuclear y, en base a ellas, elaborar las respectivas recomendaciones para que los políticos y diplomáticos puedan diseñar sus pautas a seguir. Además existe un último acuerdo para crear un centro de intercambio de datos que sirva de base de notificación multilateral sobre los posibles lanzamientos de misiles en cualquier parte del mundo.
Pero el actual gabinete estadounidense parece haber tomado el camino de su predecesor republicano, cuya política perentoria era desplegar el escudo antimisiles de emplazamiento avanzado a toda costa, a cualquier precio. Y para Moscú, lo lógico, cuanto menos, es dudar de las verdaderas intenciones de Washington en esta esfera.
Segundo. EEUU tampoco ha proporcionado información alguna sobre la cantidad de misiles, sobre las áreas donde serán ubicados, sus altitudes de intercepción, sistemas de regulación y otras características técnicas.
Esta ausencia de información hace muy difícil hablar sobre el perfil real del futuro sistema. Pero, se supone que el sistema móvil de defensa antimisil THAAD estadounidense sería desplegado en Rumania en vez del sistema terrestre de misiles interceptores de la clase SM-3, que todavía no ha sido creado. Este sistema, que está dotado con un radar capaz de detectar objetivos a una distancia de hasta 1.000 kilómetros, podría emplazarse, por ejemplo, en Bulgaria. También incorpora antimisiles, capaces de interceptar objetivos a una altitud de 100-150 kilómetros y a una distancia de hasta 200 kilómetros.
Tercero. Los estadounidenses planean desplegar sistemas móviles dotados con misiles SM-3 en Polonia hacia el 2018. Esta decisión es discutible, ya que el THAAD sería incapaz de interceptar ojivas de misiles balísticos intercontinentales (MBI), y se necesitaría de un sistema específico para proteger el territorio de EEUU contra un hipotético ataque de misiles por parte de Irán.
Mientras que es posible justificar el despliegue del sistema THAAD en Rumania, debido a la creciente amenaza a la seguridad europea motivada por la grave crisis nuclear iraní; el sistema similar emplazado en Polonia sólo sería justificable y operativo ante un ataque de misiles rusos. Hoy por hoy, es muy difícil imaginarse una situación en la que tal defensa pudiera necesitarse.
La decisión del Ministerio de Defensa polaco sobre la instalación de sistemas de misiles antiaéreos estadounidenses Patriot en la ciudad de Morag, situada cerca de la frontera con Rusia, puede considerarse bajo el mismo punto de vista. Originariamente, se tenía pensado emplazar las versiones de tales sistemas PAC-2 y PAC-3 en las inmediaciones de Varsovia, lo que hubiera hecho posible cumplir eficazmente las misiones de defensa antiaérea. La ubicación actual del sistema Patriot lejos de cualquier instalación de importancia, en la práctica, inutiliza este elemento del escudo antimisiles y vuelve a confirmar que la política exterior de Varsovia está dirigida contra Rusia y que Washington la apoya.
Cuarto, hay que admitir que el emplazamiento de elementos de la DAM estadounidense en Rumania no representa ninguna amenaza para Rusia ni altera el equilibrio estratégico entre Moscú y Washington.
No obstante, EEUU prevé desplegar misiles interceptores más potentes en territorio europeo hacia 2018-2020. Es posible que estos misiles se alojen en silos; por ejemplo, las versiones modernizadas de SM-3, de alta velocidad de aceleración y capaces de interceptar objetivos a más de 1.000 kilómetros de altitud, lo que les permitiría destruir no sólo las ojivas de MBI, sino también los misiles balísticos rusos en la fase de despegue. En el último caso, la intercepción se realizaría automáticamente, porque la fase activa de la trayectoria de MBI de combustible sólido Topol-M dura unos dos minutos, lo que reduce considerablemente el umbral del posible empleo del arma nuclear.
Desgraciadamente, estas decisiones del gabinete de Barack Obama no suponen la participación de Rusia y sus aliados más próximos en la creación del sistema de seguridad europea. Esto crea un clima de inseguridad general y de orientación antirrusa.
Sería más lógico y razonable desarrollar un sistema de seguridad euroatlántica, incluyendo la defensa antimisiles y contando con Rusia, que desplazar a Moscú hacia la periferia de la política europea.
Vladímir Yevséev es colaborador del Centro de seguridad internacional anexo al Instituto de Economía Mundial y Relaciones Internacionales (Academia de Ciencias de Rusia)
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Vladímir Yevséev
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI