Una banda de traficantes chinos de órganos hacía pasar riñones humanos por marisco congelado para superar los controles de las autoridades aéreas, según la prensa local.
El diario Beijing Times ha desvelado los detalles de la operación que el mes pasado acabó con la condena de 12 personas por tráfico de órganos a penas de entre dos y nueve años y medio. Estos eran transportados desde el lugar de la extracción (Nanchang, provincia de Jiangxi) hasta el de venta (Guangzhou, provincia de Guangdong) por avión en cámaras frigoríficas. Mo Yongqing, uno de los miembros de la banda, ha asegurado que siempre funcionó el truco de pasarlos como marisco.
La banda consiguió ingresos de 1,5 millones de yuanes (casi 245.000 dólares) en apenas cinco meses entre 2011 y 2012. Ofreciendo sus servicios en Internet, captaron a 40 posibles donantes y realizaron 23 operaciones. La banda ofrecía unos 100.000 yuanes por riñón (16.000 dólares), pero los interesados, en su mayoría jóvenes en situación de desesperación financiera, apenas cobraban finalmente una cuarta parte.
Un donante de 21 años de la provincia de Anhui ha declarado que aceptó la oferta tras verla en Internet para demostrar a su padre que podía valerse económicamente por sí mismo. El joven acudió a Nanchang, donde fue recluido en un motel bajo vigilancia y llevado a dos hospitales para comprobar que su riñón era compatible con el receptor. Después de tres semanas de espera, fue conducido con los ojos vendados al centro donde se le extrajo el órgano. Otro donante ha declarado que se sometió a la operación para pagar deudas de juego, según el diario Beijing News.
Las investigaciones han revelado una trama muy compleja. La banda pagaba 35.000 yuanes (5.700 dólares) por alquilar una sala de quirófano en un hospital de Nanchang, ya cerrado por la policía, otros 10.000 yuanes (1.625 dólares) a un doctor por cada operación y 4.000 yuanes (650 dólares) a las enfermeras.
Chen Feng, líder de la banda, ha admitido que pensó en el negocio después de que el doctor de un hospital militar le revelara que existía una gran carencia de riñones para trasplantes. Chen cobraba unos 120.000 yuanes (19.500 dólares) por cada uno.
El trasplante de órganos en operaciones ilegales es rampante a pesar de los esfuerzos de Pekín por embridarlo. El estimulante invencible es la demanda. Un millón y medio de chinos necesitan cada año un trasplante y solo se practican 10.000 en los únicos 169 hospitales con licencia para las operaciones.
El cuadro estimula el mercado negro de órganos y las donaciones forzadas. Pekín confía en una campaña de concienciación para torcer la tradicional reticencia de los chinos a donar sus órganos por la creencia de que los necesitarán en la próxima reencarnación.
Una encuesta del pasado año revelaba que el 70% de los jóvenes estarían dispuestos a donar sus órganos, pero la fuerte jerarquía familiar mitiga el optimismo. El compromiso personal queda en entredicho si la familia decide lo contrario. En la práctica, basta con que un solo miembro se oponga para parar la donación. Esa particularidad impide un sistema de carnet del donante como en Occidente. “China es una sociedad confuciana, con una jerarquía muy estricta y donde los intereses familiares a menudo se imponen a los personales”, ha explicado Huang Jiefu, director del plan nacional de trasplantes.
China ha hecho grandes esfuerzos para racionalizar su sistema de donaciones. En el 2007 prohibió los trasplantes de donantes vivos con la excepción de cónyuges y familiares sanguíneos. En 2012 mostró su voluntad de abolir los que vienen de criminales ejecutados en cinco años. Las prisiones siguen siendo el principal caladero de los quirófanos. De ahí llegaron el 60% de los hígados y riñones trasplantados en 2012: 5.009 de 7.882. Las cifras oficiales tienen su lectura optimista atendiendo a la progresión: ocho años atrás, de los 2.997 hígados trasplantados, 2.960 provenían de ejecutados.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)