Sin lugar a dudas, el 12 de febrero de 2010 pasará a la historia militar de los EEUU y, probablemente, del mundo.
La Agencia para la Defensa Antimisiles estadounidense (Missile Defense Agency, MDA) realizó las primeras pruebas de una nueva arma láser montada a bordo de un avión de guerra. Durante el ejercicio, el láser consiguió derribar dos misiles de alcance medio, uno, de combustible líquido y otro, sólido.
El programa de desarrollo de un láser antimisiles aerotransportado (Airborne Laser, ABL) es uno de los proyectos más ambiciosos de la Agencia para la Defensa Antimisiles estadounidense. Washington inició las primeras investigaciones en este ámbito ya en los años 70, tras la construcción del aparato NKC-135ALL, versión modernizada del avión cisterna KC-135. Este aparato fue dotado de un láser СО2, de 10 toneladas de peso y de unos 0,4-0,5 megavatios de potencia, fabricado porUnited Technologies.
Varios ensayos de este avión, realizados en EEUU en el filo de los años 70 y 80 del siglo pasado, mostraron que, en teoría, es posible desarrollar un sistema similar. El alcance operativo de aquel láser era solamente de unos kilómetros, lo que excluía cualquier posibilidad de uso militar.
Durante unas pruebas de superficie realizadas en 1985, un cañón láser llegó a calentar hasta una temperatura crítica y a destruir un tanque de combustible del misilTitán-1 que simulaba un misil balístico intercontinental de la URSS ubicado a distancia de un kilómetro.
Estos ensayos, al igual que los anteriores de los años 70 y comienzos de los 80, dejaban claro que todavía resultaba técnicamente imposible desarrollar un láser aéreo antimisiles eficaz.
La Unión Soviética también estuvo desarrollando un proyecto parecido a bordo del avión А-60, cuyo prototipo fue el avión de transporte militar Il-76. Casi todas las investigaciones se cancelaron con el colapso de la URSS. Sin embargo, según fuentes dignas de crédito, el año pasado el programa A-60 volvió a ser retomado.
Washington reanudó el desarrollo del láser aéreo durante la segunda mitad de los años 90, cuando se planteó la necesidad de crear un sistema DAM. En una primera etapa, se preveía la construcción de dos nuevos prototipos y la adaptación de cinco aviones de serie hacia 2012. El proyecto se reveló excesivamente caro por lo que, en 2009, Washington renunció al segundo aparato y se concentró en un único prototipo, el YAL-1, cuyo desarrollo ya se había iniciado en el 2000.
No han trascendido todos los detalles sobre los ensayos realizados el pasado 11 de febrero, ni tampoco sobre la capacidad real de esta nueva arma, pero la información disponible permite llegar a varias conclusiones.
El avión YAL-1 está dotado de dispositivos láser: el primero - TILL (Track Illuminator Laser), está destinado para la detección y el seguimiento de objetivos, y también para realizar las correcciones necesarias en el sistema óptico del láser para realizar el disparo. El segundo - BILL (Beacon Illuminator Laser) está destinado para compensar las perturbaciones atmosféricas en el momento del disparo. Y el tercero, el láser HEL de seis módulos, es el arma en sí.
YAL-1 es capaz de abatir misiles balísticos en la fase inicial de su trayectoria a una distancia de hasta 200-250 kilómetros. El radio de acción aún está limitado por la potencia del sistema y por la dispersión de la energía del rayo en la atmósfera, motivada fundamentalmente por perturbaciones y turbulencias que impiden tanto afinar en la captación de los objetivos, como en su destrucción por pérdida de intensidad. El fenómeno de la descarga o "ruptura" eléctrica del gas inducida por la intensidad de la energía emitida por el láser y que, hasta el momento, ha sido imposible evitar, restringe la potencia del mismo. Igual como el propio diseño del avión, ya que cuando el sistema funciona, el fuselaje se recalienta, lo que desestabiliza la nave y puede provocar un accidente.
El láser DAM aéreo en su estado actual, con las características anunciadas y baja cadencia de tiro, solamente puede interceptar algunos misiles a una relativa corta distancia.
Con estos sistemas es imposible defenderse de un ataque nuclear masivo, ni hoy, ni en un futuro cercano (dentro de 20 ó 30 años). En caso de un hipotético conflicto entre Rusia y EEUU, los cazas interceptores estadounidenses tendrían que controlar el espacio aéreo de Rusia para abatir los misiles lanzados desde allí, durante la denominada fase activa de su trayectoria, que comprende los primeros tres ó cinco minutos tras el despegue, antes de que la ojiva llegue a una altura orbital y se dirija hacia su objetivo. Pero es evidente que en caso de conflicto no es una opción factible la presencia regular de aparatos estadounidenses en el espacio aéreo de Rusia, ni aún teniendo en cuenta los actuales problemas de la defensa antiaérea rusa.
Estos sistemas aéreos sí que pueden representar una mayor amenaza para las fuerzas nucleares estratégicas navales. Los submarinos están de servicio operativo mucho más cerca de las aguas territoriales y, a veces, incluso dentro de estas aguas. Sin embargo, solamente son visibles en el momento del lanzamiento, por lo que el caza equipado con el sistema láser interceptor puede encontrarse lejos del lugar de los hechos.
Hoy por hoy, este proyecto representa una amenaza real sólo para países como Irán y, sobre todo, para Corea del Norte, cuyos territorios no permiten emplazar sus bases de misiles a una distancia suficiente de sus fronteras como para neutralizar el alcance máximo del láser.
Este tipo de armamento tiene un futuro mucho más activo y ofensivo, dentro de unas decenas de años, cuando se consiga aumentar su potencia e instalarlo en misiles supersónicos suborbitales capaces de alcanzar las capas altas de la atmósfera, donde el efecto atmósfera sea irrelevante.
Por otra parte, su instalación en naves espaciales es inviable hasta que no se resuelva el problema del aumento sustancial de la carga a transportar a órbita o se reduzca el volumen total del arma, ya que un láser de una potencia para uso militar tiene un peso muy importante.
No hay métodos para luchar contra el desarrollo de armas láser. Según la experiencia, las restricciones jurídicas al progreso técnico, en su mayoría, resultan ineficaces. Por eso, hay que prepararse a una nueva espiral en la carrera armamentística.
Rusia está desarrollando en la actualidad misiles balísticos destinados a romper el escudo antimisiles, incluyendo al sistema láser, para equipararse al avance estadounidense. Una de las medidas que podrían asegurar el salto tecnológico necesario sería la reducción de la fase activa de la trayectoria para los nuevos misiles, un aumento en la capacidad de maniobra en esta fase hace más difícil enganchar el objetivo, etc. Según los expertos, hay también otras medidas que pueden proteger misiles contra los rayos láser.
Rusia, en cualquier caso, deberá realizar sus propias investigaciones en este ámbito para crear armamento láser aéreo y también para saber cómo contrarrestarlo.
Así las cosas, las noticias sobre la reanimación del programa de desarrollo de А-60 ruso, homólogo de ABL estadounidense, son muy esperanzadoras.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Ilia Krámnik
LA OPINIÓN DEL AUTOR PUEDE NO COINCIDIR OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI