Marc Saint-Upéry
Una noticia interesante para los entusiastas de la idea de que las revueltas tunecina y egipcia son las primeras “revoluciones Facebook o Twitter”: Túnez fue el primer país africano a conectarse a Internet en el 1996, y los blogueros tunecinos fueron pioneros de la ciberdisidencia en el mundo árabe. Así que de ley debía empezar allá, ¿no?
Otra información debería matizar estos excesos de “tecnocfilia”: la primera Liga de Defensa de los Derechos Humanos en África y en el mundo árabe fue fundada en Túnez en 1980. Ninguno de estos dos hechos puede ser aislado el uno del otro.
A propósito, la tasa de penetración de Internet (el porcentaje de usuarios en la población) es más alta en Arabia Saudita, en Omán y en Kuwait que en Túnez (34%) o en Egipto (21,2%). Es aún más elevada en los Emiratos Árabes Unidos.
Hay un debate encendido entre los especialistas. Quien lidera a los escépticos es Malcolm Gladwell. Este autor de best-sellers de divulgación científica señala desdeñosamente que muchos gobiernos fueron derrocados antes que exista Internet: “Un pueblo agraviado siempre encontrará un medio de comunicarse.”
Hay también visiones francamente pesimistas, como la del estadounidense de origen bielorruso Evgeny Morozov, estudioso del “lado oscuro de la libertad de Internet”. Los regímenes autoritarios pueden aprender a usar los nuevos medios para su propio beneficio, y la posibilidad de seguir la huella electrónica de los activistas es una herramienta muy apreciada por las policías secretas del mundo entero.
¿Cómo es la cosa en realidad? Hubo dos redes principales de activistas al origen de las primeras protestas del 25 de enero en Cairo. La primera es el Movimiento 6 de Abril, denominado así por la fecha de una huelga general promovida por los obreros textiles del complejo industrial de Mahalla en 2008. A la final, la huelga nunca ocurrió; la movilización era demasiado débil y dispersa, las medidas de represión preventiva demasiado fuertes. Pero la red electrónica de solidaridad con los trabajadores sí despegó, con decenas de miles de simpatizantes. De igual manera, la página “Somos todos Khaled Saíd” fue creada en homenaje a un joven empresario torturado y asesinado por la policía en junio de 2010. Ambas redes coincidían parcialmente y varios de sus respectivos fundadores se conocían.
Los nuevos medios electrónicos no eliminan milagrosamente las leyes del universo político. Crean nuevas sinergias, pero no inventan ni recombinan ad libitum el arsenal de la protesta social. Los jóvenes ciberactivistas egipcios eran concientes de esto. Estaban fascinados por los eventos en Túnez, pero sabían perfectamente que no podían apoyarse solo en su red virtual para “tweetear” su camino hacia la democracia.
También sabían que había “algo en el aire”, como escribía ya en octubre el bloguero Hossam Hamalawy, un hábil intérprete de la calle egipcia. “Nadie sabe cuando la cosa va a estallar, pero parece que todas la personas con quienes me topo estos días sientan que es inevitable,” dice uno de sus mensajes.
Una vez escogida la fecha adecuada, nuestros candidatos a revolucionarios formaron pequeños grupos que salieron a agitar algunos barrios populares estratégicos de Cairo, unos lugares donde casi nadie sabe lo que son Facebook o Twitter.Así pudieron sumar los primeros miles de manifestantes cuya determinación desesperada detonó la revuelta. Hojas volantes, buenos zapatos y sanas cuerdas vocales fueron sus principales herramientas en este día histórico.
Hay otra dimensión del debate sobre los nuevos medios. Puede ser que teléfonos celulares con cámara integrada y canales satelitales sean mucho más importantes que la tasa de conexión a Internet. Las primeras imágenes de las víctimas del régimen en la pequeña ciudad tunecina de Kasserine fueron tomadas en las clínicas locales por ciudadanos de a pie. Circularon muy rápidamente fuera y dentro del país, desvirtuando la censura feroz de los medios oficiales.
En Egipto, explica la investigadora Sarah Ben-Nefissa, la clave fue “la desmonopolización de los medios” a finales de los años 1990. Tal vez aun más importantes que Al-Yazira, hay que mencionar los canales satelitales basados en Cairo, como Dream TV. Desde el 2004, hubo un número creciente de protestas laborales. Obreros, médicos, jueces, moradores de los barrios populares y hasta recolectores del impuesto predial organizaban un sit-in frente a su fábrica o a cualquier institución idónea y llamaban la redacción de diarios privados como Al Masri al Yum, Al Shuruk o Al Dustur. Después de los reporteros y de los fotógrafos, venían a menudo las invitaciones a un talk-show televisivo visto por millones de personas.
De la misma manera, la brutalidad policial se volvía parte del espectáculo. Las nuevas tecnologías de comunicación no generan movimientos sociales desde la nada, pero aumentan considerablemente el costo de la represión al realzar su visibilidad. En cuanto a los activistas de la Red, parafraseando a Marx, se podría decir que “hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias que existen y les han sido legadas por el pasado”. Demasiado largo para Twitter, Carlos, pero muy cierto.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Marc Saint-Upéry
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