lunes, 24 de agosto de 2009

En Herzliya, Israel expone su estrategia contra Irán


Guerra sin fin


Parlamentarios y ministros, principalmente israelíes y estadounidenses, se agolparon en la 7ª conferencia de Herzliya, burgo en las afueras de Tel-Aviv (que tuvo lugar del 21 al 24 enero 2007) para asistir a la presentación de la estrategia israelí contra Irán: instrumentar la seudo amenaza nuclear para derrocar la República Islámica que ha cometido el delito de apoyar a los movimientos de resistencia en Palestina, Irak y Líbano. La Red Voltaire analiza por la pluma de su director lo que significó esa reunión.



 Los dirigentes israelíes: Benjamin Netanyahu, Ehud Olmert y Amir Peretz.



* Este artículo de la Red Voltaire fue redactado originalmente en francés en febrero de 2007, lo presentamos con retraso en su versión castellana a nuestros lectores y con las debidas disculpas por esta demora.

El Centro Interdisciplinario de Herzliya es una universidad laica privada que desempeña un papel central en la vida política israelí. Dispone de dos centros particulares de investigación: el Instituto del Contraterrorismo, que dirige Shabtai Shayit (director del Mossad de 1989 a 1996), y un Instituto de política y estrategia, dirigido por Uzi Arad (ex subdirector del Mossad). Desde el año 2000 organiza una conferencia anual sobre «la seguridad de Israel» que se ha convertido en el marco de presentación de las decisiones estratégicas. Por ejemplo, fue durante la conferencia de 2003, y no ante el parlamento, que Ariel Sharon presentó su «plan de retirada unilateral de la franja de Gaza».

La 7ª conferencia de Herzliya tuvo lugar del domingo 21 al miércoles 24 de enero de 2007. Los neoconservadores estadounidenses se reunieron allí con los más importantes belicistas de israelíes. Lejos de ser un foro concebido para que los actores políticos y militares confrontaran sus análisis, la conferencia dio lugar a la presentación de la estrategia en marcha y se transformó en un mitin en el que cada orador fue más lejos aún que el anterior en cuanto a la denuncia del inminente peligro de un nuevo genocidio.

Este artículo de la Red Voltaire fue redactado originalmente en francés en febrero de 2007, lo presentamos con retraso en su versión castellana a nuestros lectores y con las debidas disculpas por esta demora.

El Centro Interdisciplinario de Herzliya es una universidad laica privada que desempeña un papel central en la vida política israelí. Dispone de dos centros particulares de investigación: el Instituto del Contraterrorismo, que dirige Shabtai Shayit (director del Mossad de 1989 a 1996), y un Instituto de política y estrategia, dirigido por Uzi Arad (ex subdirector del Mossad). Desde el año 2000 organiza una conferencia anual sobre «la seguridad de Israel» que se ha convertido en el marco de presentación de las decisiones estratégicas. Por ejemplo, fue durante la conferencia de 2003, y no ante el parlamento, que Ariel Sharon presentó su «plan de retirada unilateral de la franja de Gaza».

La 7ª conferencia de Herzliya tuvo lugar del domingo 21 al miércoles 24 de enero de 2007. Los neoconservadores estadounidenses se reunieron allí con los más importantes belicistas de israelíes. Lejos de ser un foro concebido para que los actores políticos y militares confrontaran sus análisis, la conferencia dio lugar a la presentación de la estrategia en marcha y se transformó en un mitin en el que cada orador fue más lejos aún que el anterior en cuanto a la denuncia del inminente peligro de un nuevo genocidio.

Los debates se caracterizaron por las intervenciones, en persona o vía satélite, de líderes estadounidenses, como los candidatos a la Casablanca, el «pacifista» John Edward y el ex marine John McCain, quienes rivalizaron en declaraciones marciales [1].

El senador por Arizona John McCain intervino en duplex (vía satélite y en directo).

Señalar al enemigo

Los organizadores habían decido dar la palabra, durante el primer almuerzo, al ex primer ministro Benjamin Netanyahu. Las posiciones de Netanyahu son conocidas desde su discurso de Los Angeles. Allí declaró, con su habitual sentido de los matices: «Estamos en 1938. Irán es Alemania y ha emprendido la carrera para armarse con armas nucleares. Las mismas tendencias: calumniar y ensuciar a sus víctimas para preparar su masacre. Ahmadinejad aprendió sus respuestas de Hitler y a nadie le importa. Todas las semanas habla de borrar a Israel del mapa, y nadie dice nada. A veces los judíos no hablan lo suficiente.

La gran diferencia es que Hitler se había metido en el conflicto y sólo entonces trató de desarrollar armas nucleares» [2].

En Herzliya, Benjamin Netanyahu pasó de la diatriba a la práctica. Anunció a su amable auditorio que se había trazado contra Irán una estrategia en la que Israel desempeña dos papeles [3]:
- Difundir en los medios de prensa la idea de que Irán, siguiendo la línea del Reich nazi, se prepara para destruir a los judíos [4]. Obtener después que el presidente Ahmadinejad sea juzgado por un tribunal internacional por incitación al genocidio (principio de justicia preventiva)
- Convencer a los Estados occidentales de imponer unilateralmente sanciones económicas contra Irán para quebrantar su economía, sin recurrir al Consejo de Seguridad de la ONU. Esta operación ya está en marcha con la proclamada prohibición por el Tesoro estadounidense de comerciar con el banco Saderat, utilizado para transferir petrodólares iraníes al Hezbollah con vistas a la reconstrucción del Líbano [5].

El domingo por la tarde, una mesa redonda reunía al subsecretario de Estado estadounidense Nicholas Burns y el viceprimer ministro libanés Shaul Mofaz [6]. Ambos debían aclarar si el objetivo de la estrategia israelí expuesta por Netanyahu era derrocar la República Islámica («el régimen») o preparar la guerra. Los dos se esforzaron por eludir esta pregunta, subrayando sin embargo que hay que «enfrentar a Irán» y que la «opción militar está abierta».
Por lo demás, Nicholas Burns, aunque repitió que Estados Unidos desea resolver por vía diplomática su diferendo con Irán, no ocultó la voluntad estadounidense de derrocar a la República Islámico, independientemente de la cuestión nuclear. Precisó que aunque se produjese una suspensión del enriquecimiento de uranio, Washington proseguiría sus presiones sobre Teherán, confirmando así que la cuestión nuclear no es más que un pretexto para lograr el derrocamiento de la República Islámica. Y de paso confirmó que, en el marco de las sanciones económicas unilaterales que mencionara Netanyahu, Estados Unidos convencería a la Unión Europea para que cese todo préstamo o garantía relativos al comercio con Irán, para impedirle comerciar a gran escala.

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Richard Perle

Aunque se dio la palabra a diferentes fabricantes de armas, desde el director de Raytheon hasta el de Boeing, hubo que esperar a la mesa redonda «Prevención y disuasión» para oír los planes de guerra [7]. Estrella indiscutida entre estos estrategas de salón, Richard Perle, el «príncipe de las tinieblas», se entregó a su brillante número de retórica: «Cuando Irán tenga armas nucleares no será fácil disuadirlo o contenerlo. No es fácil amenazar con matar un gran volumen de población civil como respuesta y de todas maneras, es demasiado tarde. Entonces, ¿cuándo tendrá Irán la bomba? No se puede esperar a tener pruebas para tomar la decisión» [8]. ¿Qué hacer? «Atacar con precisión para infligir daños críticos a las instalaciones nucleares, con eficacia y rapidez. Los bombarderos B-2 y los misiles crucero pueden hacerlo. Israel tendrá que hacerlo, si está claro que hay una amenaza existencial. Israel tendrá que hacerlo y el presidente [Bush] se sumará» [9].

Reorganizar las alianzas

La jornada del martes se dedicó a las alianzas. El primer momento importante fue la presentación del nuevo concepto estratégico de «realineamiente árabe» [10]. Dore Gold, presidente del Jerusalem Center for Public Affairs, anunció que los Estados de la región, creados por los británicos a partir de las provincias otomanas, han llegado al final de su vigencia y que es hora de rehacer los mapas. Después explicó que la línea de confrontación no opondrá ya a Israel con los países árabes, sino a los occidentales y los sunnitas moderados con los chiítas.
El ex jefe del Estado Mayor y actual consultante del Shalem Center, Moshe Ya’alon, subrayó que la revolución iraní de 1979 se produjo independientemente del conflicto israelo-palestino. Lo cual posibilita desplazar la línea de fractura de Palestina hacia Irán, y ajustar el concepto de «choque de civilizaciones» convirtiéndolo, de un afrontamiento de judíos y cristianos contra musulmanes, en una guerra de judíos, cristianos y sunnitas contra los chiítas. Recibió el apoyo del profesor Bernard Lewis, satisfecho –como siempre– de poder utilizar su erudición para justificar las decisiones del momento. Ofreciendo, como suplemento, una descripción de la locura apocalíptica del presidente Ahmadinejad para el cual «la garantía de una destrucción mutua no es disuasiva sino una incitación [a utilizar la bomba atómica]» [
11].

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James Woolsey

Con pasión, el ex director de la CIA James Woolsey agregó que no había que contentarse con «golpes quirúrgicos contra dos o tres instalaciones [nucleares]», sino que hay que «destruir el poder del Vilayat-al-Faqit» (o sea el poder de los clérigos chiítas). Y prosiguió: «Estamos llamados y obligados a usar la fuerza contra Irán» [12]. Una operación que solamente pueden realizar Estados Unidos e Israel ya que «me habría gustado que tuviésemos una asociación con Europa, pero me aterra su deterioración. Europa se adapta a la sharia y está increíblemente afectada por el alza demográfica de los musulmanes» [13].

Para terminar, el ministro de Defensa, Amir Peretz, indicó que, dadas las evoluciones políticas en Israel y en los territorios, Tel Aviv tenía intenciones de reactivar las negociaciones renunciando a su tradicional condición previa del cese del terrorismo [14]. Así que conviene
- Resolver primero una serie de contenciosos que van de la liberación del soldado Gilad Shalit al desmantelamiento de recientes implantaciones;
- Durante 6 meses, negociar con toda autoridad que reconozca al Estado de Israel, o sea con el presidente Abbas a partir de ahora y con el movimiento Hamas, si este último se decide a dar ese paso, sobre el tema de la vías de comunicación (apertura de un aeropuerto en Dahanya, apertura de un paso entre la franja de Gaza y Cisjordania, etc.). Se trata de apoyarse al mismo tiempo en el plan Bush y en el plan saudita;
- Y, finalmente, desmantelar las organizaciones terroristas y negociar la solución de los dos Estados.

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José Maria Aznar

Durante la tarde, el ex presidente del gobierno español, José María Aznar, abogó por la adhesión de Israel a la OTAN para reforzar la seguridad del Estado judío y que este no se vea abandonado en el corazón del Medio Oriente musulmán [15]. Esa adhesión exige, según Aznar, un «cambio» en Europa ya que el viejo continente se encuentra actualmente sumergido por la ola demográfica musulmana. Sin embargo, el entusiasmo de Aznar encontró una respuesta mas moderada por parte de Lord Charles Guthrie of Craigiebank, ex jefe del Estado Mayor británico, cuando este objetó que no se ha emprendido ningún proceso tendiente integrar el Estado judío a la alianza atlántica.

Durante la cena, la ministro de Relaciones Exteriores y de Justicia, Tzipi Livni –estrella en ascenso de la política israelí– anunció que Israel adoptará próximamente una constitución que le permitirá reafirmar su condición de «Estado-nación judío» basado en «la ley del retorno» (o sea, el derecho a instalarse en Israel reconocido a todo judío de la diáspora en virtud de un mandato bíblico sobre «la tierra prometida») [16].
La proposición de la señora Livni debe ser comparada con la de los afrikaaners de Sudáfrica que reconocieron unilateralmente los bantustanes para que su país, que se había convertido en una nación 100% blanca, no pudiera ser acusado de racismo.

Reconquistar el apoyo de la opinión pública internacional

El martes 23 de enero fue dedicado al aprovisionamiento energético de Israel y al apoyo político por parte de la opinión pública internacional.

De manera realmente extraña, este segundo aspecto fue introducido durante el almuerzo por el escritor estadounidense Charles Murray. Conocido por su teoría sobre la inferioridad intelectual y la inclinación de los negros hacia el crimen [17], Murray desarrolló la idea de que los judíos son superiores desde el punto de vista intelectual. Según Murray, el coeficiente intelectual promedio de los judíos es de 112 cuando es 100 para el resto de la humanidad. «¿Por qué tienen los judíos un coeficiente intelectual más alto que los demás? La respuesta más sencilla sería decir que los judíos son el pueblo elegido de Dios, pero eso sería restar importancia a las realizaciones científicas y la historia de los judíos» [18]. La respuesta a esta delirante pregunta sería que su coeficiente intelectual supuestamente más elevado es lo que le ha permitido al pueblo judío perdurar y conservar el genio de su cultura, que a su vez favorece su coeficiente intelectual. Largos aplausos de los generales sionistas.

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Natan Sharansky

Varios oradores retomaron entonces las palabras que pronunciara Alan Dershowitz el día anterior. Este profesor de Derecho de Harvard y teórico de la legitimidad del uso de la tortura se había quejado insistentemente del sentimiento antiisraelí de la opinión pública internacional. Denunció la «campaña antisemita» del ex presidente Jimmy Carter, quien ha dicho que Israel está aplicando el apartheid en Palestina. También se denunció la opinión del ex comandante supremo de la OTAN, el general Wesley Clark, quien ha declarado que «Los ricachones de Nueva York están empujando a Estados Unidos a la guerra contra Irán» [19].

Durante la cena, el ex viceprimer ministro Nathan Sharansky [20] advirtió a los presentes sobre el impacto de las acusaciones de crímenes de guerra que el Hezbollah ha presentado contra el ejército israelí. No se trata solamente de defender a Israel, hay que defender también al ejército israelí, y defender también al general Halutz, exclamó cuando se supo la renuncia de éste último a sus funciones como jefe del Estado Mayor.

El futuro de Israel

El cuarto y último día fue dedicado a las reformas internas que habrá que realizar en Israel, sobre todo en el plano económico.

Concluyendo esta larga conferencia, el primer ministro Ehud Olmert pasó en revista «la amenaza iraní» y el «realineamiento árabe» [21].
Declaró que «El apoyo de Irán al terrorismo palestino –a través de un apoyo financiero, de la entrega de armas y de know-how, tanto por vía directa como a través de Siria–; la ayuda iraní al terror en Irak, el descubrimiento de los medios que el Hezbollah recibió de Irán durante la guerra en el Líbano y la ayuda ofrecida hasta hace muy poco al Hamas, han demostrado a muchos la gravedad de la amenaza iraní» [
22]. Sin embargo, «Por muy seria que sea la amenaza iraní, un ataque nuclear contra Israel no es en lo absoluto inminente» [23]

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Bernard Lewis

En otras palabras, todo lo que se dijo durante los tres días anteriores no es más que pura propaganda y se le ruega a los asistentes que la repitan, pero que no la crean. La única queja verdadera contra Irán es el apoyo a los movimientos de resistencia en Palestina, Irak y Líbano.
El señor Olmert prosiguió: «Esta actividad [de apoyo a los movimientos de resistencia] ha dado lugar a un frente de oposición que incluye, con más o menos intensidad, a todos los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, a Estados árabes como Arabia Saudita, los Estados del Golfo, Egipto y Jordania, y a otros Estados occidentales claves como Alemania y Japón» [
24].

Falta saber si ese «frente de oposición» pasará finalmente, de las declaraciones de intención obtenidas mediante la amenaza de sanciones económicas, a convertirse en una alianza militar.


Viejo Condor


Voltaire Net.Org

Thierry Meyssan


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