lunes, 1 de marzo de 2010

México, al patio trasero del BRIC


Brasil, Rusia, India y China reclaman mayor protagonismo en las decisiones mundiales a la par de Estados Unidos, Japón y Europa, aunque con su propia agenda política, financiera y comercial. Estos cuatro países suman el 40 por ciento de la población global, el 23 por ciento del Producto Interno Bruto mundial y el 25 por ciento de la superficie total del planeta. En contraste, el Producto Interno Bruto de México se redujo en 2009 por el desempeño negativo de sus actividades secundarias y terciarias; su índice de competitividad global apenas está en el sitio 60

Diversificar su balanza comercial, aplicar políticas públicas de fomento al desarrollo humano, así como financiar la educaciónchi y el conocimiento científico y tecnológico son los activos que en apenas un lustro hicieron de Brasil, Rusia, India y China (BRIC) las economías emergentes más prometedoras del siglo XXI. Entretanto, México apostó a la unipolaridad en su relación política y comercial al tiempo en que la pobreza y desigualdad aumentaron, revela la Encuesta nacional ingreso gasto de los hogares 2008, difundida en agosto de 2009.

A los miembros del BRIC se les considera como las piezas más novedosas del tablero mundial de un siglo que nace con ellos. Y aunque sobre India y Brasil pesa la pobreza extrema y el analfabetismo de su población, las políticas públicas de sus gobiernos buscan la distribución equitativa de sus ingresos y recursos, así como la formación de cuadros académicos especializados. Así, India es hoy el principal exportador mundial de tecnología.

Dinesh Kumar Jain, embajador de la India en México, habla de cómo enfrentar con éxito los desafíos que representa la debacle financiera y comercial contemporánea: “Cuando se pensaba que era imposible que algún país permaneciera inmune a esta crisis, “fue precisamente la India y su manejo razonable de este problema que le permitió crecer casi 7 por ciento”, exclama con satisfacción y no poco orgullo. El diplomático contrasta que México, pese a ser una economía media y miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo, sí ha sufrido severamente la profundización de esa crisis.

Para él, es “necesario e incuestionable” construir un nuevo consenso internacional que fomente el desarrollo, la seguridad energética; prevenga el terrorismo, la no proliferación nuclear y los efectos negativos del cambio climático. Jain, que representa a un país de 1 mil millones 147 mil millones de habitantes, ve en el multilateralismo, la multipolaridad y la democracia, la única forma de lograr esos propósitos. Apremia a los países a emprender políticas públicas contra la pobreza y fomentar mayores niveles de nutrición, salud y educación. “Pensamos en generalidades pero vivimos en detalles”, concluye.

Esa experiencia india aún no se asimila en México, como exhibe el estudio Las relaciones económicas entre México y la República de la India, elaborado en julio de 2009 por la dirección general de Relaciones Económicas Bilaterales de la cancillería. Ahí se indica que en octubre de 2006 se creó la Cámara de Negocios México-India, y que en México operan 87 sociedades comerciales de India; en el país hindú operan Metalsa, Genommalab, Omnilife, Homex y Cinépolis, de México -a la vez estudiaban el mercado Cemex, Gruma, Bimbo y Frisa-. El intercambio comercial asciende a 41.8 millones de dólares.

El estudio recomienda fomentar los vínculos entre México y la India para “alentar una mayor vinculación entre los sectores privados a través de acuerdos sectoriales y alianzas estratégicas en sectores de interés mutuo, así como en capacitación de recursos humanos”. Sin proyecto para Rusia

Para la pujante Federación Rusa, México es uno de sus socios clave en América Latina en temas regionales e internacionales. Aunque sus vínculos formales datan de más de dos siglos, los primeros lazos comerciales de las dos naciones se formalizaron en 1924 cuando se creó en México la primera misión comercial soviética en la región. En el marco multilateral, el mecanismo Asia Pacífico ha sido el espacio de diálogo entre la Federación Rusa y México.

Rusia exporta a México fertilizantes minerales y maquinaria, e importa bebidas alcohólicas y productos metalúrgicos y químicos. Aunque las relaciones comerciales ruso-mexicanas experimentaron un salto por el desarrollo de su diálogo político, el intercambio comercial de 2008 (las cifras relativas a 2009 no salen aún a la luz) representó 1 mil 209 millones de dólares; pero México dejó de suministrar productos de agricultura tropical al mercado ruso que, en opinión de exdiplomáticos, es precisamente la veta del comercio exterior con aquel país.

Existe el Acuerdo de Cooperación entre el Banco Nacional de Comercio Exterior (Bancomext) y el Vneshtorgbank de Rusia; así como el Convenio entre Vneshekonombakn, Roseximbank y Bancomext para cooperar en materia de financiamiento conjunto a exportaciones dirigidas hacia terceros países. Entre las 40 compañías rusas que operan en México -como OAO Silovye Mashiny, OAO Spark, OAO Kamov Holding, OAO, Uralaz- destacan las que se dedican a servicios de turismo, industria procesadora y construcción. Actualmente se negocia la suscripción de acuerdos en materia de transporte aéreo y marítimo.

En febrero visitará México el canciller ruso Sergei Lavrov y pasará revista con su homóloga mexicana, Patricia Espinosa, a los compromisos bilaterales asumidos en Moscú el 9 de diciembre durante la IV reunión de la Comisión Mixta de Cooperación Económica-Comercial, Científico-Técnica y de Transporte Marítimo.

Como se sabe, la Federación Rusa es el primer productor mundial de gas y el segundo de petróleo, por lo que en esa ocasión, Georgina Kessel, secretaria de Energía, reunida con el ministro ruso de Industria y Energía, Sergei Ivanovich Shmatko, manifestó el interés por “intercambiar experiencias en materia energética, exploración y explotación de gas y petróleo dentro del actual marco legal del sector petrolero mexicano”. También, México presentó 14 proyectos de alta tecnología para explorar con Rusia áreas como: nuevos materiales, nanotecnología, robótica y tecnología satelital; se acordó colaborar en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos, para aplicar las tecnologías espaciales desarrolladas por la parte rusa en favor de los mexicanos que incursionarán en ese campo con la creación de la Agencia Espacial Mexicana (Fortuna, 48).

En Moscú se anunció la intención de concluir las negociaciones del Acuerdo para la Promoción y Protección Recíproca de las Inversiones y de avanzar en acuerdos de energía, transporte aéreo, cooperación aduanera y financiera. Además, se ofreció establecer un mecanismo bilateral que detecte las oportunidades para sus empresarios y fomente el diálogo entre ProMéxico y los bancos rusos.

Enemigos artificiales

Con Brasil, México mantiene una relación distante, “inconcebible”, lamentó el mandatario brasileño Luiz Inácio, Lula, da Silva en agosto de 2009. Apuntó que ambos países suman 300 millones de consumidores, aunque su balanza comercial es de apenas 7 mil 400 millones de dólares. “¡Esto no es nada!”, exclamó el líder brasileño al reunirse con Felipe Calderón en agosto de 2009, quien hablaba desde un país que ostenta el segundo lugar mundial como exportador de alimentos y el décimo sitio del planeta por la importancia de su economía.

Fue entonces cuando Lula insistió en que México vuelva su mirada más hacia América Latina y el Caribe, y ofreció que Brasil mirará hacia Centroamérica, el Caribe y México. El trasfondo de ese llamado es la distante relación entre las dos economías más fuertes de América Latina que, para la internacionalista María Cristina Rosas, se explica porque “las grandes potencias se han esmerado en fomentar una rivalidad” entre ambos países sobre la base de que uno de ellos debía fungir como líder en la región.

Bajo esa lógica, las dos naciones “han permitido la manipulación de terceros” que les impide trabajar y hacer frente a problemas comunes. Rosas subraya que, irónicamente, existen “poderosos intereses corporativos” que fomentan un entendimiento entre las dos naciones que benefician a sus negocios, como el caso de Volkswagen. En su análisis Hacia un tratado de libre comercio entre México y Brasil, del 28 de diciembre, la especialista en temas de seguridad internacional anticipa la concreción de un acuerdo de libre comercio entre ambos países. En diciembre, el secretario de Economía Gerardo Ruiz Ruiz confirmó que México conversa con Brasil bajo la condición de incluir un sistema de solución de controversias que haga frente a posibles conflictos comerciales. “La única forma de hacer que Brasil abra su economía es sentándose con ellos”, expresó el titular de Economía. “No se debe perder la oportunidad de establecer un libre mercado con ese país cuyo Producto Interno Bruto asciende a 1.6 mil millones de dólares”, agregó. Los dos grandes actores económicos de América Latina apenas comercian en cuatro campos: automóviles, motores para vehículos, productos siderúrgicos, como minerales de hierro sin aglomerar, y vehículos para el transporte de mercancías. México exporta automóviles (Volkswagen) y teléfonos. La Secretaría de Economía con datos del Banco de México indica que, de enero a septiembre de 2009, México exportó 1 millón 693 mil dólares e importó 2 millones 527 mil dólares, con lo que debe fortalecerse el comercio hacia un país que en 2017 representará el 1.1 por ciento de toda la población del país suramericano.

Miopía hacia China

La visión gubernamental de negocios con China se explica en el estudio del Consejo Mexicano de Asuntos Internacionales (Comexi), La China del siglo XXI: Reto y Oportunidad para México, realizado por Enrique Herrera Lasso, Enrique Dussel, Carlos Heredia y Olga Pellicer; así como por los exembajadores de México en China Eugenio Anguiano, Cecilio Garza, Jorge Eduardo Navarrete y Sergio Ley. A pesar de que data de 2008, su principal premisa aún es válida en 2010. Fernando Solana, presidente de Comexi y excanciller mexicano, dice que a pesar de la enorme y creciente importancia de China en el mundo, “México ha carecido de una política consistente y eficaz” que permita construir con ese gran país una relación integral, positiva, bien organizada y equilibrada que contribuya a diseñar e implantar una política de Estado hacia China. De ese modo, podrá responder a las realidades del mundo del siglo XXI y a los intereses nacionales de México. Desde que establecieron vínculos en 1972, “la relación de México con China ha sido siempre cordial pero lejana”, dicen los autores del estudio de Comexi. Y es que a pesar de la creciente expansión de la Inversión Extranjera Directa de China en el exterior, México no es destino importante de esos capitales ni del creciente turismo chino, pues sólo lo visitan de forma ocasional.

Otro factor que contribuye a esa débil relación es la política migratoria mexicana para ciudadanos de aquel país, “que plantea múltiples requisitos y largas esperas para la obtención de una visa”. Debido a esto, empresarios y turistas potenciales optan por otros destinos equivalentes con “menores restricciones y/o mayores incentivos”. En realidad, los capitales de ese gigante asiático se trasladan a Brasil, la contraparte americana de China en el BRIC; así como a Chile, Perú, Cuba y Venezuela. No todo está perdido para México, pues su posición geográfica y económica “le permitiría jugar un papel más importante”, siempre que la política del Estado mexicano se ajuste y fortalezca con la incorporación de todos los actores involucrados para evitar que las acciones “sean meramente reactivas, dispersas y sin estructura”, dice el estudio. El centro de análisis recomienda una estrategia integral de largo plazo en la relación de México hacia China en el siglo XXI, en la que corresponda al gobierno estructurar, custodiar y apoyar una visión de Estado y que todos los actores hagan su parte, “con certidumbre y rumbo claro.

Asimismo, esa estrategia debe contemplar la posición geopolítica de México y las oportunidades que derivan por la vecindad con Estados Unidos y su pertenencia al Tratado de Libre Comercio de América del Norte, por ser un país latinoamericano y su presencia y cercanía a Centroamérica y el Caribe. Finalmente, analistas y diplomáticos reiteran que México debe revisar su política migratoria hacia China y encontrar un esquema que facilite el movimiento de ciudadanos en ambas direcciones para beneficiarse de las inversiones y el turismo.

El memorándum olvidado

El balance de las acciones entre México y las naciones del grupo más estratégico del siglo XXI refleja que en la década anterior los gobiernos dejaron pasar oportunidades para perfilar al país en una posición mejor como país emergente. Desde noviembre de 2006, cuando los mexicanos debatían en las instancias electorales quién sería el próximo presidente del país, el Comexi redactó el Memorándum para el presidente electo de México. La política exterior en los primeros 100 días de la administración. En su capítulo relativo a las relaciones con América Latina y el Caribe, anticipaba que por su activismo, Brasil era un líder regional cuya plataforma era la comunidad Suramericana de Naciones y el Mercado Común de Sur. Comexi reconoció que la aspiración de aquel país para ocupar un asiento permanente en el Consejo de Seguridad “nos enfrentó y contribuyó a la división artificial de la región”. Por la “dramática evolución geopolítica y económica” de Asia, esa región es un ámbito prioritario para la política exterior mexicana, aconsejaba Comexi en 2006. Con China e India, recomendaba trabajar para consolidar al grupo de naciones emergentes (Brasil, China, India, México y Sudáfrica) que se perfilaban como instancia de diálogo y cooperación. Tres años más tarde, ese contexto cambió radicalmente y México quedó fuera del tablero de ajedrez del siglo XXI. Paradójicamente, el Memorándum no tiene un capítulo específico para la Federación Rusa, sólo le dedica un párrafo a algunas de las repúblicas de la ex Unión Soviética: propone fortalecer los vínculos con los países que no son parte de la Unión Europea. Sin embargo, la importancia de este país es enorme y con gran potencial para México; tiene fronteras con 16 países y con la República Popular China. Sus 142 millones de habitantes representan el 5 por ciento de la población total de los países BRIC, y su economía es la segunda en ese grupo, por lo que ejerce un gran impacto sobre el sistema político y económico mundial. De acuerdo con el estudio Relaciones económicas México Rusia (julio 2009), firmado por Claudia Morales, de la Dirección de Relaciones Económicas Bilaterales de la Secretaría de Relaciones Exteriores, el principal sector económico del gigante euroasiático es el energético (petrolero y gasero), que contribuye con más del 50 por ciento a su ingreso y con el 55 por ciento de las exportaciones del país. Datos de la Organización Mundial del Comercio sitúan a ese país, de 17 millones de kilómetros cuadrados de superficie, en lugar 12 como exportador mundial y en el sitio 16 en materia de importaciones. En suma, persiste la falta de visión estratégica para que los actores políticos, empresariales e incluso académicos impulsen la relación de México con los países del BRIC, cuya lógica dejó ya muy atrás a este país que apenas en 2003 se perfilaba como una de las cinco grandes economías emergentes del planeta.

BLos cuatro integrantes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) buscan un sistema alternativo al dólar, pero no están dispuestos a sustituir esa divisa por el euro ni por otro sistema global. Esto sucede porque China es el país que posee las mayores reservas en dólares y no desea verlas diluidas; de ahí que este grupo se plantee crear una canasta de monedas de reserva o un sistema de derechos especiales de giro, semejante a los del Fondo Monetario Internacional, aunque con poderes muy limitados por parte del emisor.

En esa vía, el BRIC pondera los acuerdos bilaterales, como los firmados entre China y Brasil, cuyo comercio no pasa por el dólar, sino que se realiza en las monedas nacionales con un sistema de compensación que mantienen sus dos bancos centrales. Otro tema importante en la agenda común es la no proliferación nuclear y su insistencia para que se mantenga el diálogo sobre el desarme. Para Brasil, este aspecto es notable, pues es el único país del BRIC que carece de armas nucleares, ya renunció a poseerlas y se pronuncia por el desarme.

Otra divergencia dentro del grupo, es su posición ante la Organización Mundial del Comercio respecto del proteccionismo agrícola, un tema que India y China consideran indiscutible por la defensa de su sistema de agricultura familiar, y esa cuestión se opone al objetivo exportador de alimentos que Brasil pretende tener en su futuro próximo.

De IBSA al BRIC

En junio de 2003 los cancilleres de la India, Brasil y Sudáfrica firmaron la Declaración de Brasilia, que formalmente creó el Grupo Ibsa (India, Brasil y Sudáfrica). Su objetivo fue transformarse geopolíticamente en poderes influyentes por el reforzamiento de sus vínculos comerciales. Sin embargo, desde septiembre de 2001, el inglés Jim O’Neill, de la firma Goldman Sachs, bautizó como Grupo BRIC a Brasil, Rusia, India y China, cuando descubrió que hacia 2050 estos países proyectarían su potencial de economías emergentes.

BRIC, lejos del dólar

Los cuatro integrantes del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) buscan un sistema alternativo al dólar, pero no están dispuestos a sustituir esa divisa por el euro ni por otro sistema global. Esto sucede porque China es el país que posee las mayores reservas en dólares y no desea verlas diluidas; de ahí que este grupo se plantee crear una canasta de monedas de reserva o un sistema de derechos especiales de giro, semejante a los del Fondo Monetario Internacional, aunque con poderes muy limitados por parte del emisor.

En esa vía, el BRIC pondera los acuerdos bilaterales, como los firmados entre China y Brasil, cuyo comercio no pasa por el dólar, sino que se realiza en las monedas nacionales con un sistema de compensación que mantienen sus dos bancos centrales. Otro tema importante en la agenda común es la no proliferación nuclear y su insistencia para que se mantenga el diálogo sobre el desarme. Para Brasil, este aspecto es notable, pues es el único país del BRIC que carece de armas nucleares, ya renunció a poseerlas y se pronuncia por el desarme.

Otra divergencia dentro del grupo, es su posición ante la Organización Mundial del Comercio respecto del proteccionismo agrícola, un tema que India y China consideran indiscutible por la defensa de su sistema de agricultura familiar, y esa cuestión se opone al objetivo exportador de alimentos que Brasil pretende tener en su futuro próximo.

De IBSA al BRIC

En junio de 2003 los cancilleres de la India, Brasil y Sudáfrica firmaron la Declaración de Brasilia, que formalmente creó el Grupo Ibsa (India, Brasil y Sudáfrica). Su objetivo fue transformarse geopolíticamente en poderes influyentes por el reforzamiento de sus vínculos comerciales. Sin embargo, desde septiembre de 2001, el inglés Jim O’Neill, de la firma Goldman Sachs, bautizó como Grupo BRIC a Brasil, Rusia, India y China, cuando descubrió que hacia 2050 estos países proyectarían su potencial de economías emergentes.

Esa alianza conformada tiene el potencial económico, demográfico, tecnológico y científico, que, junto con los países más ricos del planeta, será la economía dominante de la mitad del siglo XXI. El concepto BRIC identifica cuatro espacios económicos de gran dimensión territorial que les permite la disponibilidad de recursos naturales, donde Rusia y Brasil son los grandes proveedores de materias primas. China e India, con su gran concentración demográfica, disponen de mano de obra y fuertes dosis de capital, tecnología y organización.

Formalmente, los líderes de Brasil, Rusia, India y China se reunieron por primera vez en mayo de 2008 para debatir los grandes desafíos para la economía global.


Viejo Condor

Voltaire.net.org (SIC)



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