La plaza Tahrir
El pasado viernes 18 de febrero centenares de iraníes con puntos de vista diferentes sobre los acontecimientos en Egipto y Túnez realizaron manifestaciones en las calles de Teherán.
¿Qué es lo que pasa en estos países árabes, triunfó el fundamentalismo islámico o avanzan hacia la imposición de los valores liberales?
Esta respuesta es muy importante para el futuro de Irán, sobre todo ahora porque todos los iraníes ya no piensan, defiende, ni creen lo mismo como años antes.
Y no obstante, es prematuro e incluso arriesgado apostar por una nueva revolución en Irán a pesar de que EEUU está dispuesto a apoyarla en el momento en que ocurra.
En las actuales circunstancias, la perspectiva de una revolución en el país persa no hace más que poner en peligro a las fuerzas de la oposición iraníes, los intereses de los países vecinos y hasta los aliados del país.
Cuando las manifestaciones son a favor y no en contra
En la mayoría de los iraníes predomina el punto de vista se conservador y, dado que los mítines fueron organizados por las autoridades, era lógico que los manifestantes expresaran su solidaridad con la opinión de su líder espiritual, el ayatollah Ali Jamenei, quien todavía antes de la dimisión del presidente egipcio Hosni Mubarak calificó los acontecimientos en Egipto como el “despertar del Islam” y al máximo mandatario egipcio de “traidor”.
Posturas de lealtad al Gobierno nacional demostraron los participantes de una pequeña manifestación celebrada el pasado miércoles cerca de la Universidad de Bellas Artes de Teherán, cuando la población acudió para participar en una ceremonia fúnebre en memoria a un estudiante muerto de un tiro disparado por un activista de las fuerzas de oposición. Durante la ceremonia se produjeron enfrentamientos entre los jóvenes partidarios de las autoridades y la oposición.
Y las manifestaciones convocadas el pasado viernes en Teherán estaban dedicadas a conmemorar acontecimientos históricos.
Tras el anuncio de dimisión de Hosni Mubarak, el pasado 11 de febrero, el Consejo Militar tomó el poder en Egipto. Y hace 32 años en Irán, también un 11 de febrero, el Consejo Militar de Irán declaró su neutralidad, lo que permitió el triunfo de la revolución.
Precisamente esos acontecimientos, aunque con algunos días de retraso, recordaron los manifestantes en las calles de Irán.
En Irán en 1979 en un arranque los estudiantes también salieron a las calles para unirse a la lucha por el poder junto con los partidos islamistas, socialistas, comunistas y liberales. Al final, los islamistas ganaron.
¿Quién se quedará con El Cairo?
Este año, según la costumbre, a lo largo de todo el mes de febrero Irán recordará de su Revolución. Y, ya que las fechas han coincidido con los recientes cambios ocurridos en la región, es una buena ocasión para expresar su solidaridad a los hermanos musulmanes en Túnez y Egipto.
A los iraníes no les preocupa que se trate de musulmanes sunitas, mientras que ellos mismos son chiítas. Quienes profesan la misma religión siempre llegan a una fórmula de compromiso, aunque sus posturas sólo coincidan en el odio hacia Estados Unidos e Israel.
Desde 1979 las relaciones entre Teherán y El Cairo eran más bien tensas. El año en que Irán vivió su revolución antiestadounidense y antimonárquica, los egipcios apoyaron al derrocado jeque iraní y, respaldados por EEUU firmaron un tratado de paz con Israel.
En represalia, años después, una de las calles de Teherán recibió el nombre del teniente de artillería Khalid Islambouli, activista fundamentalista quien en octubre de 1981 durante un desfile militar asesinó a tiros al primer ministro de Egipto Anwar el Sadat. A su lado se encontraba el entonces viceprimer ministro Hosni Mubarak, quien posteriormente siguió desarrollando una política de reconciliación con Israel.
En la actualidad las autoridades iraníes buscan mejorar sus relaciones con Egipto que “consiguió romper las ataduras del autoritarismo”, contando con que los nuevos dirigentes se apartarán de su aproximación con el gobierno israelí, que de paso, no es visto con mucha simpatía por una buena parte de los egipcios.
El valiente pueblo iraní
Y por muy paradójico que parezca, la oposición iraní también apoya la revolución egipcia, aunque haciendo hincapié en otros aspectos de la vida en Irán, como, por ejemplo, la estéril lucha contra la corrupción y el favoritismo en el equipo presidencial y manipulaciones durante las elecciones.
Las fuerzas de la oposición encabezadas por los ex candidatos al presidente Mehdi Karroubi y Mir-Hossein Musaví, sueñan con la revancha tras su fracaso en las elecciones presidenciales del verano de 2009, en las que con un 30% de ventaja frente a su principal rival Musaví ganó Mahmud Ahmadineyad.
Hace unos días representantes de la oposición se congregaron en mítines anunciados como acciones de respaldo a los egipcios y los tunecinos, pero que terminaron en enfrentamientos con la policía. Mítines en Teherán, Isfahán y otras ciudades no fueron autorizados y durante su dispersión varias personas murieron y algunas resultaron heridas.
No se puede descartar la convocatoria de más manifestaciones de solidaridad por movimientos leales al gobierno y que paralelamente la oposición también celebre manifestaciones, circunstancia que preocupa a las autoridades iraníes, teniendo en cuenta otros factores como una posible injerencia de EEUU.
Washington está prestando apoyo abierto a la oposición iraní, llegando incluso a lanzar llamamientos para que sigan los mítines. Incluso a veces da la impresión de que las acciones de las fuerzas de la oposición están orquestadas por EEUU.
En los últimos días, el presidente Barack Obama manifestó que “tiene fe en la valentía del pueblo iraní” que le permitirá seguir “expresando su deseo de libertad y conseguir que en el país haya un Gobierno que sepa reflejar de una manera más adecuada los anhelos del pueblo”.
La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, señaló que “los iraníes se merecen los mismos derechos que, como han podido ver, han conseguido los egipcios y de los que gozan desde su nacimiento”.
La oposición iraní, por lo tanto, se ve en la actualidad en una situación más que delicada: el apoyo de EEUU le impedirá prepararse para las elecciones presidenciales de 2013. No hay nada peor en Irán, incluso entre las fuerzas de la oposición, que ser considerado títere de EEUU. Los dos países profesan mutua enemistad desde la Revolución Islámica de 1979, cuando Washington impuso sanciones económicas contra Irán.
Además, en estos momentos, EEUU está presentes en las fronteras iraníes, es decir, en Irak y Afganistán. Estas zonas de escasa estabilidad y presencia militar enemiga es un brillante ejemplo del peor desarrollo de los acontecimientos para Irán y los electores lo tienen claro.
Así que sería mejor que EEUU no se hubiera pronunciado al respecto y mejor se preocuparan exclusivamente por lo que está ocurriendo en el norte de África, donde de paso, están perdiendo aliados.
Al respecto, merece la pena señalar que únicamente el poder autoritario de los militares puede mantener estos estados dentro de la zona de influencia occidental, porque ni los fundamentalistas islámicos, ni los socialistas moderados, ni siquiera los jóvenes blogueros profesan simpatías hacia EEUU e Israel su fiel aliado en la región.
¿Qué es lo que gana Teherán?
Buscar desestabilizar la situación en un Irán chiíta con nuevas sacudidas políticas como las ocurridas en los países árabes como telón de fondo entraña mucho riesgo.
El virus de la lucha contra las autoridades podría dejar paralizada toda la región durante mucho tiempo. En el vecino a Irán Reino de Bahrein durante esta semana ya ha habido muertos durante las manifestaciones. Allí los principales manifestantes, musulmanes chiítas se sienten profundamente ofendidos por la injusticia social por parte de la minoría sunita.
De esta manera cerca de Irán podría aparecer un Bahrein chiíta, después de haber aparecido en 2003 un Iraq chiíta y una posterior extensión de influencia del movimiento chiíta de Hezbollah en Líbano.
Además, hay que tener en cuenta a los sirios que son aliados de Irán y pueden aparecer alianzas inesperadas entre chiítas y sunitas, entre Irán y Turquía, entre el movimiento palestino HAMAS y los egipcios “Hermanos musulmanes”.
Los regímenes leales a Estados Unidos podrían verse sustituidos en los países árabes por unos gobiernos legalmente elegidos y simpatizantes con Irán.
Así que los intentos de los políticos estadounidenses de demostrar su apoyo a la oposición iraní sólo acarician ilusiones.
Esta actitud es provocada por el miedo de que Irán potencie su influencia en la región.
Y también por el idealismo de un presidente romántico que saluda con entusiasmo la rebelión de la clase media del Oriente Próximo y Medio.
No en vano los israelíes que conocen mejor a sus vecinos muestran una actitud más contenida.
En los primeros días de febrero el primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, durante una intervención en el Parlamento israelí sobre los acontecimientos en Egipto habló de la “amenaza de Irán”.
Y el ex Embajador de Estados Unidos en Israel, Martin Indyk, conocedor de la situación en la zona, se mostró preocupado por el hecho de que el crecimiento de los precios mundiales de gas y petróleo, como consecuencia de la creciente inestabilidad en el Oriente Medio sólo ayudará a Irán a nutrir su presupuesto y aguantar las sanciones económicas cada vez más estrictas.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Elena Suponina
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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