Un incidente que podría haber sido considerado menor en otro momento, ha tensionado enormemente las relaciones entre EE. UU. y Argentina en los últimos días.
La crisis comenzó la semana pasada, cuando las autoridades aduaneras argentinas descubrieron que un avión militar norteamericano, que había llegado a Buenos Aires con equipos para el entrenamiento de las fuerzas de seguridad local, tenía en su interior armas y drogas, casi 30 metros cúbicos de material militar no declarado de antemano.
El hallazgo encendió los ánimos argentinos, hasta el punto de que el propio canciller fue directamente al aeropuerto y exigió una explicación oficial a Washington.
Al respecto, la analista política Natasha Niebieskikwiat ha comentado: “el gobierno argentino no parece titubear a la hora de presentar el material. Y no me parece casual que hoy, justo en el medio del problema, Cristina Kirchner, que no se ha referido directamente al tema, hable de 'defender la soberanía nacional'. El gobierno lo está presentando como un factor nacionalista, como un factor patrio, como un factor de defensa de lo nacional”.
Desde el comienzo de la era Kirchner, en el año 2003 y cuando estaba en el poder George W. Bush, las relaciones entre Washington y Buenos Aires se fueron enfriando. Los argentinos centraron su política exterior en el fortalecimiento de las alianzas en la región, especialmente con Brasil y Venezuela, y nunca expresaron demasiada voluntad en alinearse detrás de los intereses de la súper potencia.
De hecho, es innegable que Cristina Kirchner ya no ve con buenos ojos los planes de entrenamiento de sus fuerzas policiales por parte de extranjeros: “lo ve como un gesto de prepotencia, como una continuidad de la influencia de EE. UU. en la formación de las mentes, en este caso de las fuerzas de seguridad. No está más dispuesta a permitirlo en las Fuerzas Armadas, y no está dispuesta a hacerlo en las fuerzas de seguridad”, aclara Niebieskikwiat.
Washington, por su parte, está respondiendo con la misma moneda al desinterés argentino. La gira que llevará a Barack Obama a Sudamérica en marzo próximo, sólo incluirá a Brasil y Chile.
Emilio Viano, analista político, opinó: “pienso que hay un poco de malestar en Argentina por el hecho de que Obama en su gira por América Latina no va a visitar a Cristina. Parece que podría ser una represalia para demostrar su malestar. (...) Normalmente estos episodios se resuelven diplomáticamente sin mucho ruido. Aquí se parece una escalada. (...) Naturalmente siempre hay una frustración entre los dos gobiernos de la política de Argentina (política populista y peronista), que no toma en cuenta los intereses de los compañeros estadounidenses”.
Aunque el conflicto probablemente no derivará en un problema mayor, el momento es difícil. EE. UU. reclama la devolución del material incautado y Argentina pide primero una explicación de los hechos. ¿Se trata de un gesto de prepotencia de EE. UU. o apenas un incidente menor, magnificado por el gobierno argentino?
Lo cierto es que el hecho no se produce en el mejor momento de las relaciones entre ambos países y está resultando muy difícil darle su verdadera dimensión.
Viejo Condor
RT.net (SIC)
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