martes, 22 de febrero de 2011

La estrategia del dominio con consenso Ni "revolución islámica" ni "rebelión popular": Egipto marcha hacia la "democratización" USA-imperial

El objetivo es terminar con el títere, y preservar la continuidad del titiritero. La "salida democrática" no es una opción islámica como pregonan el "progresismo" y la izquierda, sino una opción concertada entre la Casa Blanca de Obama, los halcones del Complejo Militar Industrial y la logia bancaria de Wall Street. Los dueños de Egipto.



Ni "revolución musulmana" ni "rebelión popular, tras casi tres semanas de protestas callejeras, Egipto empieza a desaparecer de las pantallas y de los titulares de los grandes medios internacionales.

Nadie, ni EEUU ni las potencias imperiales "aliadas", lo quieren a Mubarak (un títere desgastado y en desuso de Washington) en el gobierno que ya cumplió su ciclo y deberá retirarse a gozar de su jubilación.

En un escenario montado por el Pentágono y el Departamento de Estado (las líneas matrices que controlan Egipto y al resto de los Estados árabes "aliados") Washington negocia entre bambalinas la "democratización" de Egipto con un amplio abanico de "fuerzas opositoras" en el cual se incluyen los "Hermanos Musulmanes", el bastión histórico de la resistencia contra Mubarak.

En la práctica, y luego de tres semanas de multitudinarias protestas, y con el ejército sin orden de reprimir, solo unos miles de opositores resisten atrincherados en la plaza Tahrir de El Cairo y piden la renuncia de Mubarak, convertido (con la bendición de EEUU y la Unión Europea) en el timonel de la "transición hacia la democracia".

Con el ex director de la OIEA, Mohamed Mustafa el-Baradei , por el "ala izquierda" con el Departamento de Estado, y con el brazo local de la CIA, Omar Suleiman, y con el "ala derecha" del Pentágono, toda la "oposición" política egipcia tiene su lugarcito bajo el sol en el nuevo diseño de control de Egipto con la "salida democrática"

De esta manera, el país de los faraones se integra al dispositivo estratégico (aggiornado y corregido) del proyecto de "remodelación del Medio Oriente" iniciado por los halcones del lobby judío neocon de la era Bush con Runsfeld y Cheney a la cabeza.

La idea de la Casa Blanca, hoy controlada por el lobby judío "liberal" con Obama como gerente, es plasmar en la órbita de sus satélites árabes el "proyecto democracia" renovando la cara del viejo "orden armado" y terminando con la figura gastada de los dictadores al estilo Mubarak que generan odio y resistencia popular.

Desde el punto de vista estratégico, las revueltas callejeras desatadas contra Mubarak en Egipto, tienen varias lecturas. Incluidas las que alimentan ingenuamente las hipótesis de una "revolución musulmana" o de un "levantamiento popular" que instale en Egipto un régimen alejado del dispositivo de control imperial que rige en Medio Oriente.

En los hechos, y más allá de las proclamas voluntaristas de la izquierda, en Egipto no hay una "revolución musulmana" contra EEUU, sino una protesta social para terminar con Mubarak, un títere desgastado que ya no le sirve al eje EEUU-UE-Israel en sus estrategia de control regional.

El objetivo es derrocar al títere, y preservar la continuidad del titiritero. La "salida democrática" no es una opción islámica como pregonan el "progresismo" y la izquierda, sino una opción concertada entre la Casa Blanca de Obama, los halcones del Complejo Militar Industrial y la logia bancaria de Wall Street. Los dueños de Egipto.

Como sostiene acertadamente el profesor Michel Chossudovsky en un artículo en Global Research: "Las consignas en Egipto son "Abajo Mubarak, abajo el régimen”. No se habla de carteles contra EEUU… La influencia decisiva y destructiva de EEUU. en Egipto y en todo Medio Oriente sigue sin mencionarse".

O sea, en la práctica más rigurosa del escenario egipcio, nadie quiere derrocar al dueño del circo (EEUU), sino voltear al payaso de turno, sacando de la escena aparente al poder militar, y sustituyéndolo por el refinado mecanismo (también aparente) del dominio con el poder "democrático".

De acuerdo con Chossudovsky, "Las potencias extranjeras que operan entre bastidores están protegidas contra el movimiento de protesta. La embajada de EEUU en El Cairo es una importante entidad política que invariablemente resta importancia al gobierno nacional. La embajada no es un objetivo del movimiento de protesta".

Está claro entonces, y mirado objetivamente en todos sus ámbitos de resolución, que en Egipto no hay ninguna "revolución musulmana", al estilo del Irán de Komeini de fines de los setenta (ni nada que le parezca), sino un proceso digitado en todas sus líneas por la embajada norteamericana y las usinas operativas de la CIA y el Pentágono, que controlan la policía y las fuerzas armadas egipcias.

Como siempre, el clima social y político de la rebelión callejera contra Mubarak está alimentado por las líneas convergentes de la politica imperial norteamericana en Medio Oriente con sus ramificaciones y terminales en Israel y en la Unión Europea.

Egipto es un país clave en el dispositivo estratégico regional del eje USA-UE-Israel. No solamente porque es el país árabe islámico "aliado" con mayor potencial militar para contrabalancear la influencia y el poder militar de Irán, sino porque el país de los faraones se ha constituido en la mayor base militar terrestre del Pentágono enclavada en la zona roja de Medio Oriente.

El objetivo de la "democratización" (que comienza por Túnez y Egipto) es terminar con los regímenes resabios de la era de la "doctrina de seguridad nacional" e instalar gobiernos títeres legitimados en las urnas. El propósito evidente es "lavarle la cara" a las bases del dominio imperial en Medio Oriente, para neutralizar focos de resistencia armada en alianza con Irán que puedan desestabilizar el dominio imperial en la región.

Señala la BBC: "Los jóvenes que comenzaron a alentar las protestas en internet, animados por la caída del gobierno de Túnez, no han conseguido la salida de Mubarak, pero algunos cambios son evidentes. En palabras del presidente de EEUU, Barack Obama: "Egipto ya no volverá a ser lo que era".

O como afirma Michel Chossudovsky: "Tanto Hosni Mubarak como Ben Alí permanecieron en el poder porque sus gobiernos obedecieron e impusieron efectivamente los dictados del FMI. De Pinochet y Videla a Baby Doc, Ben Alí y Mubarak, los dictadores han sido instalados por Washington. Históricamente en Latinoamérica, los dictadores fueron colocados en sus sitios mediante una serie de golpes militares patrocinados por EEUU. En el mundo actual se hace mediante "elecciones libres y limpias” bajo la supervisión de la “comunidad internacional”.

"Bajo los auspicios de Freedom House -continua-, disidentes egipcios y oponenttes de Hosni Mubarak fueron recibidos en mayo de 2008 por Condoleezza Rice en el Departamento de Estado y el Congreso de EEUU También se reunieron con el Consejero de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Stephen Hadley, quien fue “el principal consejero de política exterior de la Casa Blanca” durante el segundo período de George W. Bush.

"La captación de los dirigentes de los grandes partidos de oposición y organizaciones de la sociedad civil en anticipación del colapso de un gobierno títere autoritario forma parte de los cálculos de Washington, aplicados en diferentes regiones del mundo", agrega el profesor Chossudovsky.

Y se pregunta:¿Los titiriteros apoyan al movimiento de protesta contra sus propios títeres?

"La remoción de Hosni Mubarak ha estado, durante varios años, entre los planes de la política exterior de EEUU.
El reemplazo del régimen sirve para asegurar la continuidad, mientras suministra la ilusión de que ha tenido lugar un cambio político significativo", afirma Chossudovsky .

En su opinión, "La agenda de Washington para Egipto ha sido "secuestrar el movimiento de protesta" y reemplazar al presidente Hosni Mubarak por otro jefe de Estado títere, dócil".

En este escenario, el reemplazo de Mubarak, no es nada más que la concreción de una estrategia de doble vía. Crear por un lado una fachada de "apertura democrática" con elecciones libres y participativas. Y por otro, legitimar y reforzar el aparato militar y policial egipcio como reaseguro interno y externo contra la influencia islámica irradiada por Irán y los países del "eje del mal".

En términos estratégicos, el reemplazo del régimen "militarista" de Mubarak por un gobierno "democrático" elegido en las urnas significa la combinación del "poder duro" (El Pentágono) con el "poder blando" (el Departamento de Estado) dentro de un dispositivo convergente de control por "izquierda y por "derecha".

En otras palabras, controlar Egipto sin oposición, y con todos los gatos metidos en una sola bolsa.


Viejo Condor

IAR Noticias (SIC)

Manuel Freytas


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