En pocos días, la OTAN ha puesto al desnudo sus objetivos. En un año, y recurriendo a la fuerza de forma más o menos acentuada, la alianza atlántica ha venido enrolando, uno a uno, a todos los Estados de Europa, del Medio Oriente y de Oceanía en la interminable guerra de Afganistán. Simultáneamente, con el tendencioso pretexto de dar respuesta a una supuesta amenaza iraní, la OTAN está desplegando a las puertas de Rusia un sistema de intercepción de misiles nucleares que destruye el equilibrio estratégico con Moscú y viola el principio del desarme nuclear progresivo. Por su parte, al considerarse directamente amenazada, Rusia está reactivando con urgencia sus alianzas y programas de desarrollo de armamento.
Numerosos han sido los acontecimientos vinculados a las cuestiones militares y de seguridad en Europa y Asia que se han producido este mes, concentrándose en una semana de reuniones, declaraciones e iniciativas sobre temas que van desde el despliegue del escudo antimisiles hasta la escalada de la guerra más grande del mundo, desde un nuevo sistema de seguridad en Europa hasta una nueva doctrina militar rusa.
Aunque ha transcurrido una generación desde del fin de la guerra fría y casi lo mismo desde la desaparición de la URSS, los acontecimientos de la semana pasada recuerdan hechos de otra década y de otro siglo. Los veinte años o más de guerra en Afganistán y la controvertida instalación de misiles en Europa también fueron noticias de actualidad en un mundo bipolar.
Veinte años más tarde, sin Unión Soviética, sin Pacto de Varsovia y ante una Rusia considerablemente disminuida y amputada, Estados Unidos y la OTAN han militarizado Europa a un nivel sin precedente –subordinando en realidad casi todo el continente a un bloque militar dominado por Washington– y han comenzado en el sur de Asia la mayor ofensiva de lo que ya se ha convertido en la guerra actual más prolongada del mundo.
De las 44 naciones de Europa y del Cáucaso (excluyendo a los micro-Estados y al seudo Estado otanense de Kosovo), sólo 6 –Bielorrusia, Chipre, Malta, Moldavia, Rusia y Serbia– han escapado a la movilización de sus ciudadanos por parte de la OTAN que sigue ampliando su despliegue en el frente afgano. Pero la cifra [de países no movilizados] debe reducirse próximamente.
De esos 44 países, sólo 2 –Chipre y Rusia– no son miembros de la OTAN o de su programa de transición conocido como Asociación por la Paz, y Chipre se encuentra bajo una presión extremadamente intensa tendiente a incorporarlo a ese programa.
El 4 y el 5 de febrero de 2010, los ministros de Defensa de los países miembros de la OTAN se reunieron en Estambul, Turquía, donde realizaron una ronda de 2 días de deliberaciones. Las discusiones se concentraron en la guerra de Afganistán, el despliegue de la OTAN en Kosovo y los acelerados planes de expansión de un sistema de misiles interceptores de envergadura mundial hacia el este de Europa y el Medio Oriente. El encuentro de Estambul se produjo una semana después de la celebración, en Bruselas, de una reunión de 2 días del Comité Militar de la OTAN en la que participaron 63 jefes de Estados Mayores de los países miembros de la OTAN y de los 25 países «proveedores de tropas», según la terminología de ese bloque militar, incluyendo a los altos comandantes militares de Israel y Pakistán. Como temas principales de esa conferencia figuraban la guerra en Afganistán y la nueva concepción estratégica de la OTAN, cuya adopción formal debe tener lugar durante la cumbre de la alianza atlántica prevista para este año.
El comandante de los 150 000 soldados que Estados Unidos y la OTAN tienen actualmente en Afganistán, el general Stanley McCrystal, asistió a ambas reuniones. El secretario estadounidense de Defensa, Robert Gates, presidió la segunda. «Afganistán y la defensa antimisiles son los ejemplos de las nuevas prioridades en los que Gates quiere que se concentre la OTAN.» [1]
Como indicaba la cantidad de jefes de Estados Mayores presentes en las reuniones de Bruselas (63), el alcance de la OTAN se ha extendido mucho más allá de las fronteras de Europa y Norteamérica durante los 10 últimos años. Las tropas que sirven en Afganistán bajo las órdenes de ese bloque militar provienen de todos los continentes habitados, del Medio Oriente y de Oceanía (Con más de 1 500 soldados, Australia aporta el contingente más importante de los países presentes en Afganistán que no son miembros de la OTAN, mientras que otras naciones no europeas, como Armenia, Azerbaiján, Bahrein, Colombia, Egipto, Georgia, Nueva Zelanda, Singapur, Corea del Sur y los Emiratos Árabes Unidos ya tienen tropas en Afganistán o están enviándolas.).
El día que comenzó la reunión de ministros de Defensa de la OTAN, en Estambul, el presidente rumano Traian Basescu anunció que había aceptado el pedido de la administración Obama de acoger en territorio rumano los misiles interceptores estadounidenses. Esa decisión se produce 5 semanas después del anuncio de que misiles antibalísticos estadounidenses del tipo Patriot serán instalados en una región de Polonia situada a media hora de la frontera occidental de Rusia.
Al día siguiente, el 5 de febrero, o sea dos meses después de la expiración del tratado START [2] entre Estados Unidos y Rusia que reglamenta la reducción de las armas nucleares y sistemas de lanzamiento [3], la agencia de prensa rusa Interfax anunció que «el presidente Dimitri Medvedev aprobó la doctrina militar de Rusia para el decenio y los principios básicos de su política de disuasión nuclear» [4].
La misma fuente citó al secretario adjunto del Consejo de Seguridad [ruso] y ex jefe de Estado Mayor, el general Yuri Baluyevsky, quien comentaba la nueva doctrina rusa: «Esta previsto desarrollar los componentes terrestres, marítimos y aéreos de la triada nuclear… Rusia tiene que garantizar la coherencia de su desarrollo democrático utilizando una garantía de estabilidad como las armas nucleares como medio de disuasión estratégica… Rusia se reserva el derecho de utilizar armas nucleares únicamente si peligra su existencia como Estado.» [5]
El comentario del diario indio The Hindu especificaba que «La doctrina especifica 11 amenazas militares externas a Rusia, 7 de las cuales provienen del oeste. La expansión de la OTAN hacia el este y su insistencia en un papel mundial aparecen identificadas como la amenaza número 1 para Rusia.»
Agregaba el artículo: «Estados Unidos es fuente de otras importantes amenazas incluidas en la doctrina, aunque nunca se mencionan explícitamente en el documento. Entre estas se incluyen los intentos tendientes a desestabilizar países y regiones y a socavar la estabilidad estratégica; la creciente militarización de los Estados y de los mares vecinos; la creación y despliegue de una defensa antimisiles de carácter estratégico, así como la militarización del espacio y el despliegue de sistemas estratégicos no nucleares de alta precisión.»
En cuanto a la fecha escogida para la aprobación de esta nueva estrategia militar rusa, el artículo la presenta como una respuesta a las recientes decisiones sobre el escudo antimisiles estadounidense y a la lentitud de las negociaciones START.
«La nueva doctrina de defensa ha dado lugar a una ley que fue publicada al día siguiente del anuncio por parte de Rumania de su intención de desplegar misiles interceptores estadounidenses como parte de un escudo antimisiles de carácter global al que Rusia se opone con toda su energía. Artículos anteriores habían observado que el Kremlin había pospuesto la aprobación de su doctrina, preparada el año pasado, porque no quería poner en peligro las negociaciones START que se estaban desarrollando con Estados Unidos.» [6]
La agencia china de prensa Xinhua hizo una observación similar: «Los analistas dicen que la decisión rumana se produce en un momento crucial en que Washington y Moscú están a punto de firmar un documento continuador del Tratado de Reducción de Armas Estratégicas (START-1, siglas en inglés) que ya expira. Por consiguiente, la medida puede imprimir un cambio radical a las relaciones entre Rusia y Estados Unidos, en proceso de descongelación, y poner a prueba sus vínculos bilaterales.» [7]
Bajo el título «Principales amenazas externas de guerra», la nueva Doctrina militar rusa [8] cita en orden de importancia las siguientes preocupaciones:
El hecho de arrogarse prerrogativas mundiales en violación del derecho internacional y de extender una infraestructura militar hasta las fronteras de Rusia, incluso mediante la ampliación de una alianza militar;
La desestabilización de diferentes Estados y regiones, que implica el debilitamiento de la estabilidad estratégica;
El despliegue de contingentes militares de Estados (y bloques) extranjeros en los territorios vecinos de Rusia y de sus aliados, así como en sus aguas territoriales;
El establecimiento y despliegue de sistemas de defensa antimisiles de carácter estratégico que socavan la estabilidad mundial y violan el equilibrio de fuerzas en el plano nuclear, así como la militarización del espacio con el despliegue de armas de precisión de los sistemas estratégicos no nucleares;
Los reclamos territoriales en contra de Rusia y de sus aliados y la injerencia en sus asuntos internos;
La proliferación de armas de destrucción masiva y de sistemas de lanzamiento que hacen aumentar la cantidad de Estados nuclearizados;
La violación de acuerdos internacionales por parte de un Estado y el fracaso en cuanto a la ratificación y aplicación de los tratados internacionales anteriormente firmados sobre la limitación y la reducción del armamento;
El uso de la fuerza en los territorios de los Estados limítrofes con Rusia en violación de la Carta de las Naciones Unidas y de las demás normas del derecho internacional;
La escalada de conflictos armados en los territorios vecinos de Rusia y de las nacionales aliadas;
En la 46ª Conferencia anual de Seguridad de Munich, celebrada el 6 y el 7 de febrero, el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, declaró: «Debo decir que esta nueva doctrina no refleja el mundo real». En realidad, cualquier lectura objetiva de los 9 puntos ya citados confirma que esta doctrina describe el mundo exactamente tal como es… desgraciadamente.
Por ejemplo, luego que el presidente de Rumania revelara que los misiles estadounidenses serían desplegados en su país, una declaración de su ministerio de Relaciones Exteriores precisó: «Rumania ha sido y sigue siendo dentro de la OTAN un promotor coherente del proyecto sobre el desarrollo progresivo y adaptado del sistema de defensa antimisiles en Europa… La decisión de participar en el sistema estadounidense responde totalmente a lo que se decidió sobre ese tema en las cumbres de la OTAN en Bucarest, en 2008, y en Estrasburgo, en 2009.» [9]
El primer día de la Conferencia de Seguridad de Munich, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, declaró que: «Con la desintegración de la Unión Soviética y de la Organización del Tratado de Varsovia surgió una verdadera oportunidad de hacer de la OSCE [Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa] una organización plena capaz de ofrecer el mismo nivel de seguridad a todos los Estados de la región euro-atlántica. Sin embargo, no se aprovechó esa oportunidad ya que se decidió favorecer la estrategia de expansión de la OTAN, lo cual no sólo significa mantener las líneas que dividieron Europa durante la guerra fría en zonas con diferentes niveles de seguridad sino también mover esas líneas hacia el este. El papel de la OSCE se vio, en realidad, reducido a servir a esa política a través de la supervisión de los problemas humanitarios en el espacio postsoviético.»
Prosiguió Lavrov haciendo un análisis del fracaso de las medidas de seguridad adoptadas en Europa después de la guerra fría: «No es difícil comprobar que el principio de indivisibilidad de la seguridad en el seno de la OSCE no funciona. Recordemos el bombardeo contra la República Federal de Yugoslavia en 1999, cuando un grupo de Estados miembros de la OSCE, comprometidos por esta declaración política, cometió una agresión contra otro Estado miembros de la OSCE.
Todo el mundo recuerda también la tragedia de agosto de 2008 en Transcaucasia, donde un Estado miembro de la OSCE, firmante de diversos compromisos en el campo del no uso de la fuerza, recurrió a esa fuerza, incluso contra los soldados de la paz de otro Estado miembro de la OSCE, violando no sólo el Acta Final de Helsinki sino también el acuerdo de preservación de la paz en Georgia-Osetia del Sur, que excluye el uso de la fuerza.» [10]
El secretario general de la OTAN, Rasmussen, hizo uso de la palabra al día siguiente. No sólo fue incapaz de responder a la acusación de que la paz y la seguridad en Europa están en peligro debido al implacable avance de su organización militar hacia las fronteras de Rusia, sino que se pronunció por la implicación de la OTAN más allá del continente para así abarcar el mundo.
Al proclamar que «en la era de la inseguridad globalizada nuestra defensa territorial tiene que comenzar más allá de nuestras fronteras», Rasmussen insistió en que «la OTAN pueda convertirse en un foro de consulta sobre las cuestiones de seguridad en el mundo.»
Su discurso incluyó también el pedido de «llevar a un nuevo nivel la transformación de la OTAN conectando la alianza con el sistema internacional más amplio en vías enteramente nuevas.» Rusia no puede proponer un sistema de seguridad común para Europa, pero la OTAN sí puede ordenar uno que sea internacional. Rasmussen se regocijó de que la Fuerza Internacional de Asistencia para la Seguridad que mantiene la OTAN en Afganistán «se refuerce nuevamente este año, con más de 39 000 soldados suplementarios» en el campo de batalla que Occidente ha abierto en ese país, ya tan martirizado.
No sólo no expresó reservas sobre una guerra que dura ya 9 años y que se hace cada día más sangrienta sino que se refirió a ella celebrándola como un modelo para el mundo: «Nuestra experiencia en Afganistán (…) me conduce a [otra] consideración: la necesidad de transformar la OTAN en un foro de consulta sobre las cuestiones de seguridad en el mundo (…) La OTAN es un marco que ya ha probado ser capaz, como ningún otro, de combinar la consulta en materia de seguridad, la planificación y las operaciones en el terreno de manera más eficaz que la suma de sus miembros. Una vez más, vean Afganistán.» [11]
Konstantin Kosachev, presidente de la Comisión de Asuntos Internacionales de la Duma [el parlamento ruso], también hizo uso de la palabra en la Conferencia de Seguridad de Munich: «Pienso que el problema actual de la OTAN es que la OTAN se desarrolla en sentido contrario: está tratando de actuar cada vez más y más mundialmente, pero sigue pensando localmente… A partir del momento en que la OTAN comienza a desbordar sus fronteras, ya no se trata solamente de un asunto interno de la OTAN.»
También «acusó a la alianza de provocar el conflicto entre Georgia y Rusia prometiendo una posible adhesión a Tbilisi…» [12]
También intervino en Munich el actual viceprimer ministro ruso y ex ministro de Defensa Serguei Ivanov. Refiriéndose a las conversaciones START, actualmente en suspenso, declaró que «Es imposible hablar seriamente de la reducción de las capacidades nucleares cuando una potencia nuclear trabaja en el despliegue de sistemas de protección contra los vectores de cabezas de las demás países». Recordó a los participantes de la conferencia que «Rusia redujo unilateralmente sus arsenales nucleares tácticos en un 75% en relación con el nivel de éstos a principios de los años 1990, pero Estados Unidos no respondió de forma similar e incluso se negó a retirar sus armas de Europa.» [13]
Dos días después de la conferencia de Munich, el secretario del Consejo de Seguridad de Rusia, Nikolai Patruchev, reafirmó las inquietudes anteriormente expresadas por Lavrov y Kosachev al indicar: «Nosotros dudamos seriamente [que Rusia pueda sentirse más segura debido a la expansión de la OTAN]. La OTAN representa más bien una grave amenaza para nosotros.»
Una importante agencia rusa de prensa escribió que «Patruchev criticó a la OTAN por sus continuos esfuerzos de expansión, incluyendo sus estímulos a los pedidos de adhesión de Georgia y Ucrania. También reprochó a la OTAN el haber armado y preparado a Georgia para un ataque contra Osetia del Sur y Abjasia. Afirmó que los países de la OTAN siguen proporcionando armamento a Tbilisi a pesar de las protestas de Rusia.» [14]
Como prueba de que las preocupaciones rusas están perfectamente justificadas, durante la jornada de apertura de la 10ª semana anual de la OTAN que comenzó en Ucrania el 9 de febrero, el gobierno de Georgia «aprobó el Programa Nacional Anual de cooperación con la OTAN [PNA] para 2010» [15], iniciativa promocionada por la OTAN poco después de la invasión georgiana contra Osetia del Sur y de la guerra con Rusia de agosto de 2008.
Guerra en los Balcanes, guerra en el sur de Asia, guerra en el Cáucaso. Es ese el modelo que la OTAN llama a reproducir a escala mundial. Y mientras ese bloque militar sigue desplazándose hacia el este, llega acompañado de tropas y de equipamiento bélico, de bases aéreas y navales y de instalaciones del escudo antimisiles.
El 9 de febrero, el jefe del Estado Mayor General de las fuerzas armadas de Rusia, Nikolas Makarov, advirtió que: «El desarrollo y despliegue del escudo antimisiles está dirigido contra la Federación Rusa.» [16]
Dijo también «que las diferencias con Estados Unidos sobre el escudo antimisiles estaban bloqueando el tratado de reducción de armas nucleares» y que «las diferencias habían impedido hasta ahora la firma del tratado sobre dichas armas.» [17]
También en referencia a las negociaciones START, declaró: «Los planes estadounidenses de defensa antimisiles constituyen una amenaza para la seguridad nacional rusa y han frenado el avance hacia un nuevo tratado sobre el control de armas con Washington».
Según las propias palabras de Makarov, «El tratado sobre el armamento estratégico ofensivo en el que venimos trabajando actualmente tiene que tener en cuenta el vínculo entre el armamento estratégico defensivo y el ofensivo. Se trata de un vínculo muy estrecho, [esas armas] son absolutamente interdependientes. Sería falso no tomar en cuenta la defensa antimisiles.» [18]
Al principio de la semana, el vocero del ministerio ruso de Relaciones Exteriores, Andrei Nesterenko, reiteró el pedido de su país de que las armas nucleares tácticas estadounidenses sean retiradas de Europa. Dijo que «sería bienvenida una retirada de las armas tácticas estadounidenses de Europa hacia Estados Unidos. Debería [esa medida] venir acompañada de la demolición completa e irreversible del conjunto de infraestructuras que garantizan el despliegue de ese armamento en Europa». Reafirmó además la posición de su país que estipula que «Las armas nucleares sólo deben desplegarse en el territorio de los Estados que las poseen.» [19]]
Seis días más tarde, confirmando los presentimientos de Rusia y para manifestar la oposición de Occidente en cuanto al tema, el ex secretario general de la OTAN George Robertson era citado en la prensa turca exigiendo que las ojivas [nucleares] estadounidenses se mantengan en Alemania. Robertson reconoció que Estados Unidos tiene entre 40 y 90 armas nucleares en la base aérea de Incirlik, en Turquía. Lord Robertson no es alemán ni estadounidense pero, como ex mandamás de la OTAN, se considera a sí mismo en todo su derecho de decidir sobre esa grave cuestión.
El 10 de febrero, Wladyslaw Stasiak, alto consejero de la presidencia polaca, se encontraba en Washington para conversar sobre el inminente despliegue de los misiles antibalísticos Patriot Advanced Capability-3 (PAC-3). Se reunió allí con los miembros del Consejo de Seguridad Nacional estadounidense y con «expertos de la Heritage Foundation de tendencia conservadora y del Center for International and Strategic Studies.»
Posteriormente declaró: «Hemos hablado del futuro de la OTAN en el contexto de una nueva concepción estratégica, así como de la OTAN de hoy, sobre todo en lo tocante al artículo 5 y su aplicación práctica», o sea la cláusula de asistencia mutua [20].
Ese mismo día un vocero del ministerio de Relaciones Exteriores de Ucrania expresó preocupación en cuanto al despliegue de misiles estadounidenses en su hermano país del Mar Negro, Rumania. «Como país vecino de Rumania no podemos aceptar que los planes estadounidenses de despliegue del escudo antimisiles en la cercanía de nuestra frontera pasen inadvertidos, sobre todo en la medida en que se supone que ciertos elementos tengan sus bases en el Mar Negro.» [21]
Vladimir Voronin, quien fue hasta septiembre pasado presidente de Moldavia, país que tiene fronteras con Rumania y con Ucrania, advirtió recientemente que el despliegue de misiles estadounidenses en las costas de Rumania y en las aguas de ese país «puede transformar la vecina Moldavia en un frente de primera línea» y que «la posición de Rumania en cuanto al escudo antimisiles estadounidense y un apoyo tan abierto por parte de la actual dirección moldava pueden tener consecuencias desastrosas para la seguridad en la región.» [22]
De esa manera [Voronin] se hacía eco del embajador ruso ante la OTAN, Dimitri Rogozin, quien explicaba 2 días antes: «Los planes estadounidenses de desplegar un sistema de defensa antimisiles en Europa son un pretexto para establecerse en las fronteras de Rusia» y «Estados Unidos está utilizando las acciones de Irán para mundializar su propio sistema de defensa antimisiles.» [23]
Cuatro días después de haber realizado esas declaraciones, Voronin declaraba que «el despliegue de ABM [misiles antibalísticos, siglas en inglés] estadounidenses en Rumania conduce de nuevo Europa hacia la guerra fría» y expresaba sus dudas en cuanto a que «las ABM estadounidenses apunten hacia la amenaza iraní.» [24]
En 2008, el Pentágono abrió en el desierto israelí de Neguev una base de radares en la que trabajan más de 100 hombres. El equipamiento de esa base tiene un alcance de 2 900 millas, o sea casi 3 veces la distancia que separa las capitales de Israel y de Irán. El radar FBX de la base avanzada de Nevatim Air Base puede controlar toda la parte oriental de Rusia y gran parte del sur de ese país.
Mientras más protestan Estados Unidos y sus aliados por la supuesta amenaza iraní, más se cierra el cordón de misiles interceptores occidentales alrededor de Rusia.
El 10 de febrero, la prensa local escribió que «la República Checa está en conversaciones con la administración Obama para acoger un centro de comando en el marco del plan modificado de defensa antimisiles de Estados Unidos.» [25]
Al día siguiente, el embajador de China en Rusia, Li Hui, reafirmó que «Pekín está preocupado por los planes [del escudo antimisiles estadounidense] que pudieran perturbar el equilibrio estratégico y la estabilidad actuales e intensificar las tensiones». En una correcta caracterización del verdadero alcance del proyecto estadounidense de misiles interceptores, «sostuvo que la creación de una defensa antimisiles global minaba los esfuerzos internacionales por poner fin a la proliferación nuclear» [26].
Sus advertencias, al igual que las de Rusia, fueron escuchadas en Washington y entre los aliados de la OTAN. El 12 de febrero, Polonia aprobó un Acuerdo sobre el Estado de las Fuerzas (ASOF, siglas en inglés) con Estados Unidos para «100 soldados estadounidenses que deben ser estacionados en Polonia, en el marco del escudo, que incluirá misiles Patriot y SM-3.» [27] Es quizás la primera confirmación de que los interceptores Standard Missile-3 0 de largo alcance instalados en navíos (y/o basados en tierra) serán desplegados junto a los misiles Patriot Advanced-3 cerca de la frontera occidental de Rusia.
El mismo 12 de febrero, el primer ministro búlgaro Boiko Borisov reveló que Estados Unidos iniciará conversaciones con su gobierno con vistas al posible despliegue de elementos de misiles interceptores de primera línea en ese país del Mar Negro. El embajador estadounidense James Warlick confirmó que ya se realizaron las discusiones preliminares. El jefe de Estado búlgaro justificó su deseo de tomar esa arriesgada decisión declarando que: «Mi opinión es que tenemos que dar pruebas de solidaridad. Cuando se es miembro de la OConsiderando todo lo anterior, el hecho que el gobierno ruso haya invitado a la ex secretaria de Estado estadounidense Madeleine Albright y su banda de «Sabios» del «Grupo de Expertos» encargado de elaborar la nueva concepción estratégica de la OTAN a exponer el 11 de febrero en el Instituto de Relaciones Exteriores de Moscú es una farsa.
La OTAN no es el proveedor de seguridad internacional que dice ser. No es un socio de la organización de Naciones Unidas, a la que ha eclipsado y mutilado, ni de ninguna otra organización internacional o regional. Ni constituye la base de una «alianza de democracias».
La OTAN es un pacto ofensivo, sin ley y asesino, que se reserva de forma unilateral el derecho de reeditar a escala mundial su agresión armada en los Balcanes y en el sur de Asia. Es una amenaza para la humanidad.
Viejo Condor
Voltaire net.org (SIC)
Rick Rozoff
Periodista residente en Chicago. Director de Stop NATO international.
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