miércoles, 23 de marzo de 2011

Occidente entra en un campo minado que se llama Libia

Libia
La situación en Libia se ha convertido en una dura prueba para el mundo occidental porque desveló serios problemas en la OTAN, la Unión Europea (UE) y la cooperación de Estados Unidos con sus aliados europeos.

Como confirmaron medios noticiosos el pasado 21 de marzo, Occidente está dividido, y no precisamente porque Alemania rehusó participar en la operación militar en Libia.

Es evidente que se trata de una operación mal preparada y ejecutada sin un plan de acción concreto. Además, Occidente sigue aferrado al prejuicio caduco que trata de pintar de blanco y negro el mundo donde conviven los demócratas buenos y dictadores malos.
Recordemos cómo se desarrollaron los acontecimientos que precedieron al uso de fuerza militar. La operación en Libia no fue promovida por EEUU, sino por Francia y Gran Bertaña, exactamente en este orden.

Mientras que el presidente de EEUU, Barack Obama, realizaba una gira por América Latina y el Pentágono hizo comentarios ambiguos sobre sus objetivos en Libia, París y London decidieron tomar la iniciativa.
Esa iniciativa se manifestó en el hecho que la Fuerza Aérea de Francia fue la primera que disparó contra elementos de defensa antiaérea de Libia el pasado 19 de marzo.
El presidente francés, Nicolas Sarkozy, dio un impulso a una posible intervención militar en Libia ya el pasado 5 de marzo, cuando empezó a establecer relaciones con el llamado Consejo Nacional de Transición, opuesto al régimen de Muamar Gadafi, formado en Bengasi varios días antes, o sea, el pasado 28 de febrero.

El pasado 10 de marzo, Francia se convirtió en el primer país en reconocer oficialmente al Consejo Nacional de Transición como representante legítimo del pueblo libio, después de que Sarkozy, se reuniera en el Palacio Presidencial con los representantes de la oposición libia. Un honor sin precedentes para los que acaban de insertarse a la arena política.

El primer ministro británico, David Cameron, apoyó la injerencia militar en Libia durante la votación del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas de la resolución 1973, y posteriormente, cuando los gobiernos europeos discutían qué participación tendría cada país en la operación militar en Libia.
Las autoridades de Alemania optaron por abstenerse de intervenir en el conflicto debido a los ánimos pacifistas que predominan en el país. Italia vaciló antes de tomar la decisión definitiva, a causa de la proximidad de Libia con la península italiana y recuerdos desagradables sobre el período de ocupación colonial italiana en este país árabe.

En esta situación, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución que autorizó la operación militar internacional para proteger a la población civil libia bajo el peso del lobby de París y Londres.
Entretanto, la coalición internacional contra Gadafi es demasiado frágil. El eslabón más débil son los aliados árabes, entre los cuales tan sólo Qatar y los Emiratos Árabes Unidos (EAU) manifiestan intenciones militaristas.
Asimismo hay fisuras en el flanco occidental de la coalición aliada. Las encuestas de opinión pública realizadas por el rotativo francés Le Figaro demuestran que sólo un 50% de los ciudadanos de Francia creen que los ataques aéreos pueden obligar a Muamar Gadafi abandonar el poder.
En cuanto a una posible operación terrestre, esta evoca los recuerdos más desagradables sobre Iraq, Afganistán y Somalia.

El primer ministro británico, David Cameron, consiguió el respaldo del opositor Partido Laborista en la Cámara de los Comunes sólo porque subrayó que la operación militar "no era una invasión" y dio garantías a los ciudadanos británicos de que "no habrá ocupación de Libia", porque la resolución de la ONU no lo autoriza.
Los alemanes reaccionaron con comentarios negativos al artículo del ex presidente del Comité militar de la OTAN publicado en el diario alemán Suddeutsche Zeitung en el que el general expresó su desacuerdo con la decisión de Alemania de no participar en la operación militar en Libia. El general hasta fue acusado de instigar la guerra.

¿Cuáles son las causas de la discordia en la coalición que bombardea Libia? Se puede encontrar la respuesta no sólo en el presente sino también en el pasado.
Durante muchos años, la OTAN y la UE ignoraron la situación en Libia. Hoy en día nadie en el Occidente sabe cómo es la opsoción libia y qué objetivos persigue.

¿Y por qué? Probablemente por la misma razón por la que los políticos y periodistas occidentales preferieron contactar por ejemplo con la opsición rusa menos peligrosa y más transparente para escuchar de ellos extrañas hipótesis sobre un posible “chantaje energético del Kremlin” o una hipotética guerra ruso-ucraniana por la península de Crimea en el sur de Ucrania que es objeto de una disputa entre ambas partes.

En resultado, EEUU ni la UE estaban preparados para el chantaje energético real de Gadafi ni para una guerra real en Libia.
“Llegamos a un territorio minado. No sabemos qué nos espera en Libia”, escribió un lector del diario francés Le Figaro en sus comentarios a la declaración de Sarkozy.
“Si queremos luchar por la democracia en el mundo árabe, ¿por qué no ayudamos a los manifestantes desarmados de Bahrein sino a la oposición armada de Libia? ¿Dónde está la lógica y la información?”, preguntó otro lector del diario Suddeutsche Zeitung.

Es verdad, había poca información sobre la situación en Libia. Porque Occidente prefiere buscar aliados o enemigos de una manera cómoda.

Así prefirió criticar a los altos cargos del gobierno ruso que a Gadafi y a su familia que, tras un escándalo entre uno de los hijos del líder libio y la administración de un hotel suizo, hicieron un verdadero boicot económico a Suiza.

Fue mucho más cómodo reunirse con la oposición rusa en las oficinas y agencias de información de Moscú que buscar a los islamistas libios escondiéndose de los servicios secretos de Gadafi.

A juzgar por todo, Europa deberá revisar sus proridades para estar enterada de lo que pasa en el mundo con información auténtica y comprobada.

Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Dmitri Bábich
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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