La polémica se ha desatado a consecuencia de la publicación en nuestro sitio de un artículo evocando la posibilidad de que el origen del terremoto en Haití haya sido engendrado artificialmente, pero antes de abordar el tema, necesitamos hacer algunas precisiones. Efectivamente, el armamento sísmico existe y los EEUU, entre otros países, lo posee. Sí, las fuerzas estadounidenses estaban listas y pre-posicionadas para desplegarse sobre la isla. Todo esto es insuficiente para sacar una conclusión, pero vale la pena de comenzar el debate y la reflexión.
Publicando el artículo «¿Han los Estados Unidos provocado el terremoto en Haití?», nuestro objetivo no era de difundir una interrogante que agita e inquieta a los medios militares y mediáticos en algunos países, pero que curiosamente es ignorado en muchos otros más por su gran prensa comercial [1]. Tomar una posición al respecto no es lo primordial. Simplemente, lo que queremos demostrar, siguiendo nuestro viejo y fiel método, -incluso si a veces es mal comprendido-, que consideramos que sólo se pueden comprender las relaciones internacionales estudiando aquello que piensan en sus cabezas los dirigentes del planeta.
El conformismo actual ha hecho posible hoy, que mientras se haga una cobertura mediática acerca de los debates [políticos] en curso en Washington, nadie se molesta de esto, pero cuando nosotros damos cobertura y difundimos los debates u otras informaciones [políticas] de los países no-alineados, asistimos a una especie de ajusticiamiento informático en Europa [los grupos de poder] gritan al escándalo y levantan sus escudos y se ponen a la defensiva [acusandonos de cualquier cosa]. Todo se pasa como si los Europeos juzgaran a priori que las únicas problemáticas «occidentales» son pertinentes y que las otras son pura locura.
Uno de nuestros colaboradores intentó ubicar la raíz de la imputación según la cual el terremoto en Haití podría ser [de origen] artificial. Él se preocupó sobre todo por saber si esta información no era más que una simple intoxicación [desinformación] introducida por un tal David Booth (alias Sorcha Faal) y que se habría propagado en los círculos gubernamentales en el mundo. En definitiva, nosotros no sabemos con certitud quien es la fuente inicial [de esta información], pero si sabemos que este asunto y cuestión, se debate actualmente al más alto nivel en varios países de América Latina, de Europa Oriental y en Asia.
En tanto que responsable de publicación de la Red Voltaire, tomé la decisión de buscar y de publicar el cable informativo de la [televisión venezolana] VivéTV, que había sido publicado bajo la forma de un comunicado de prensa en el sitio internet del Ministerio de Información de Venezuela y de publicarla junto con el video documental [de la televisión rusa] Russia Today, precisando claramente: «Curiosamente, la televisión venezolana cita como fuentes de sus informaciones designando al ejército ruso, mientras que la televisión rusa cita sus fuentes designando al presidente Chávez.»
Si estas informaciones han sido retomadas con fidelidad por numerosos diarios, sobre todo en el Medio Oriente, en cambio, estas mismas informaciones han sido deformadas por la prensa atlantista [«Occidente»], apoyándose en el artículo de Sorcha Faal. Este personaje ha tomado algunas líneas [frases] del texto de VivéTV y las ha colocado entre comillas como si fuesen [frases] salidas de la boca del presidente Hugo Chávez. Lo que era una hipótesis de trabajo se transforma en una posición [afirmación] gubernamental. Algunos de estos diarios [atlantistas] han ido más lejos aún, inventando cualquier cosa y sacando fuera de contexto la manera como el presidente venezolano se había expresado, para concluir que el presidente y su auditorio están tocados de un delirio anti-norteamericano agudo, y que la Red Voltaire sufre de la misma patología.
No nos dejemos intimidar por esta manipulación e investiguemos esta hipótesis.
¿Qué sabemos nosotros del armamento sísmico hoy en día?
Durante la Segunda Guerra Mundial investigadores neo-zelandeses intentaron elaborar una máquina para provocar tsunamis [artificialmente] tsunamis que podrían ser utilizados contra el Japón. Los trabajos fueron dirigidos por el australiano Thomas Leech de la universidad de Auckland [en Nueva Zelandia], el proyecto llevaba el nombre código de «Projet Seal». Numerosas experiencias a pequeña escala fueron llevados a cabo entre 1944-1945 en Whangaparaoa. Estas experiencias fueron de un gran éxito.
Los Estados Unidos consideraban este programa prometía mucho, tanto como el «proyecto Manhattan» de fabricación de una bomba atómica. En ese sentido nombraron al doctor Karl T. Compton para que haga la conexión entre las dos unidades de investigación. Compton era el presidente del MIT. Él ya había reclutado anteriormente a numerosos sabios y científicos en el esfuerzo de guerra emprendido y él era además uno de las ocho personas encargadas de aconsejar al presidente Truman [2] sobre la utilización de la bomba atómica. Él pensaba que esta [la bomba], podría dar la energía necesaria al equipo investigativo de Leech para provocar tsunamis más poderosos.
Los trabajos de Thomas Leech fueron continuados durante la Guerra Fría. En 1947, [el rey] George VI elevó el rango del sabio a la dignidad, nombrándolo Caballero del Imperio Británico para recompensarlo de haber elaborado una nueva arma. El «Proyecto Seal» continuaba siendo un secreto militar, lo que no se dijo en esa época fue que él [Thomas Leech] era recompensado por haber creado la bomba a tsunami.
Posteriormente, los servicios de EEUU se encargaron de hacer creer que estas investigaciones nunca existieron y que todo esto no era más que un señuelo para impresionar a los soviéticos. Sin embargo, la veracidad de los ensayos de Leech ha sido comprobada y establecida en 1999, cuando una parte de la documentación fue desclasificada por el ministerio de Nueva Zelandia de Relaciones Exteriores. Oficialmente los estudios han sido retomados hoy por la universidad de Waikato [3]
Se ignora si las investigaciones anglo-sajonas prosiguieron durante los años 60, pero se volvieron a ellas por las circunstancias, cuando se decidió de proceder al abandono de las pruebas nucleares en la atmósfera, en adelante, las pruebas nucleares serían submarinas.
Los Estados Unidos temían de provocar involuntariamente terremotos y tsunamis. Por tal razón ellos querían saber ahora como hacerlo voluntariamente.
Oficialmente, al final de la guerra de Vietnam, los Estados Unidos y la Unión Soviética renunciaron a las guerras que implicaban al Medio Ambiente o lo afectaban (terremotos, tsunamis, trastornos del equilibrio ecológico de una región, modificación de las condiciones atmosféricas -nubes, precipitaciones, ciclones y tornados-, modificaciones de las condiciones climáticas, de las corrientes oceánicas, del estado de la capa de ozono o de la ionósfera) firmando para ello la «Convención sobre la prohibición de utilizar técnicas para modificar el medio ambiente a fines militares u otros fines hóstiles» (1976).
Sin embargo, a partir de 1975, la URSS inició nuevas investigaciones de Magnetohidrodinámica (MHD). Se trataba de estudiar la corteza terrestre y de pronosticar los sismos. Los soviéticos estudiaron la posibilidad de provocar pequeños sismos para evitar uno grande. Estas investigaciones fueron rápidamente militarizadas. El resultado fue la construcción en el Pamir [4] de la máquina a [hacer] terremotos.
Cuando la Unión Soviética se derrumba y el sistema comunista se desmantela, los responsables de este programa deciden de pasar a los Estados Unidos por fines de lucro, pero como sus investigaciones no estaba concluidas ni acabadas, el Pentágono rehusó de pagar. En 1995, mientras que Rusia estaba gobernada por Boris Yelsin y el oligarca Viktor Chernomyrdin, la US Air Force recrutó a los investigadores rusos y su laboratorio en la ciudad de Nizhni Nóvgorod. Allí construyen una máquina mucho más poderosa, la Pamir 3, que fue probada con éxito. El Pentágono compró entonces a los hombres y el material y lo transporto a los Estados Unidos, en donde fueron integrados al programa HAARP.
La posibilidad de haber empleado la arma sísmica ha sido evocado en varias ocasiones en el transcurso de estos últimos años, sobre todo respecto a Argelia y Turquía. Sin embargo el caso más discutido es el terremoto de Sichuan (China) el 12 de mayo 2008 [poco antes que se inauguren los Juegos Olímpicos en este país]. Durante los 30 minutos que precedieron el terremoto, los habitantes de la región observaron inhabituales colores en el cielo. Si algunos ven en estos acontecimientos como «mensajes del cielo» retirando su confianza al Partido Comunista, otros los interpretan de manera más racional. La energía utilizada para provocar el terremoto habría provocado las perturbaciones en la ionósfera. En los meses que siguieron [a esta tragedia], el internet y los medios de comunicación chinos difundieron y discutieron esta hipótesis, hoy considerada como cierta por la opinión pública china.
Regreso a Haití
Nada se distingue de un terremoto provocado de un terremoto natural, sin embargo hay que precisar una cosa, solamente se sabe provocar terremotos superficiales, como aquel que ha ocurrido en Haití.
Lo que ha llamado mucho la atención y sembrado la duda ha sido la reacción de los Estados Unidos. Mientras que los medios informativos atlantistas se contentan de citar brevemente la polémica sobre la violación de la soberanía de Haití [por la invasión humanitaria de EEUU], los medios de información latinoaméricanos se preguntan e interrogan sobre la rapidez del despliegue de los soldados estadounidenses: desde el primer día, más de 10,000 marines y contratistas llegaron a Haití de inmediato. Esta hazaña logística se puede explicar simplemente de la siguiente manera: estos soldados ya estaban pre-posicionados en el marco de un entrenamiento militar. Bajo la autoridad del comandante segundo del SouthCom, el general P. K. Keen, estos soldados participaban [por casualidad y curiosamente] al simulacro de una operación humanitaria en Haití, después de un supuesto huracán. El comandante segundo Keen y su equipo habían llegado solamente algunos días antes. En el momento preciso del terremoto, estos se encontraban todos en el refugio [de protección] de la embajada de EEUU [en Puerto Príncipe ], embajada que ha sido construida según las normas antisísmicas, a la excepción de dos de sus soldados que se encontraban en el hotel Montana y que habrían sido heridos.
El general Keen ha dado numerosas entrevistas a la prensa estadounidense, la cual ha multiplicado los reportajes y emisiones al respecto de las operaciones de socorro y ayuda [en Haití]. Él ha frecuentemente recalcado su presencia en Puerto Príncipe durante el terremoto pero jamás el motivo de su presencia.
Entre los objetivos del ejercicio militar figuraba el test de un nuevo programa informático permitiendo de coordinar los esfuerzos humanitarios de las ONGs [Organizaciones No Gubernamentales] y de los ejércitos estadounidenses. Minutos después de la catástrofe, este computer software [programa informático] fue puesto en línea y 280 ONGs se inscribieron.
Es legítimo preguntarse si estas coincidencias son o no fruto del azar.
Viejo Condor
Voltaire.net.org
Thierry Meyssan
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