lunes, 9 de julio de 2012

“No podemos perdonar a esta mujer. Su marido tiene derecho a matarla”




















El asesinato público de una mujer en Afganistán vuelve a poner de relieve la brutalidad y el primitivismo de parte de esa sociedad, pero sobre todo lo poco que ha conseguido una década de ocupación occidental. Su difusión en vídeo sólo añade sal a la herida, en especial por su coincidencia con la Conferencia de Donantes de Tokio en el que se ha vinculado la futura ayuda al desarrollo a avances en la gobernanza, la justicia y los derechos de la mujer.
No está claro quién está detrás de ese fusilamiento que decenas de hombres celebran jaleando al asesino en una aldea de la provincia de Parwan, a apenas un centenar de kilómetros de Kabul. Lo único seguro es que quien sigue pagando los platos rotos de la ignorancia, la pobreza y las luchas de poder es la mujer afgana, a la que en este caso, como en muchos otros, se acusa de adulterio para cubrir de pretendida legalidad. Los talibanes han negado su implicación y atribuye el incidente a un arreglo de cuentas tribal, versión respaldada por las autoridades.
El vídeo muestra a la víctima de 22 años, Najiba, sentada sobre sus talones, a la espera de su ejecución. No intenta moverse ni escapar. Según la agencia France Presse, su supuesto juez, un hombre de barba negra, pronuncia esta sentencia. "Esta mujer, hija de Sar Gul, hermana de Mostafa y esposa de Juma Khan, se escapó con Zemarai. No se le ha visto en el pueblo durante un mes", enuncia, tras haber leído unos versículos del Corán.
"Pero, afortunadamente, los muyahidines la han atrapado. No podemos perdonarle", prosigue el juez. "Dios nos dice que acabemos con ella. Juma Khan, su marido, tiene derecho a matarla." Un hombre vestido de blanco coge entonces un Kaláshnikov, y dispara sobre la mujer al grito de "Allah akbar" (Alá es grande). Las dos primeras balas no alcanzan a Najiba. La tercera golpe su cabeza. La jóven se desploma. El verdugo dispara al menos otras diez veces sobre el cadáver.
En la multitud de hombres que la rodean, algunos graban la escena con sus móviles. Otros piden al verdugo que no se ensañe más. Otros sonríen.
Según Roshna Khalid, una portavoz de la provincia de Parwan, Najiba fue detenida por los talibanes por haber mantenido relaciones extramatrimoniales con un comandante talibán del distrito de Shiwari, en la provincia de Parwan, al este del país.
Hace 16 días, los insurgentes decidieron "en menos de una hora" que Najiba era culpable y la condenaron a muerte. "La han ejecutado delante de los habitantes del pueblo", explica Khalid.

Viejo Condor
El Pais  (SIC)

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