domingo, 4 de agosto de 2013

Los inmigrantes agravan problemas que ya existen

Tensión en la ciudad rusa de Pugachov
La tensión en la ciudad rusa de Pugachov, en la provincia de Sarátov, a orillas del Volga, no cesa. Una pelea entre dos jóvenes, ocurrida el pasado 6 de julio en un bar de Pugachov, terminó con la muerte por heridas de cuchillo de Ruslan Marzhanov, de 20 años. El sospechoso, Ali Nazirov, checheno de 16 años, fue detenido por este asesinato.
Este incidente trágico puso de relieve las antiguas tensiones étnicas entre la población autóctona de Rusia y los migrantes llegados de la región del Cáucaso.
Los habitantes de Pugachov exigen que les protejan de los oriundos del Cáucaso y que se expulse de la ciudad a los intrusos. El problema se revela con gravedad no sólo en Pugachov, pues surge cada vez que los inmigrantes resultan implicados en un conflicto rutinario.
¿Es justo? Trataremos de contestar a varias preguntas importantes.
Primera pregunta: ¿Cuáles son las causas de las migraciones?
En todo el mundo un gran número de personas abandona su país de origen para mejorar las condiciones de vida. No importa si estos inmigrantes son legales o ilegales, o si tomamos en consideración la postura de la población autóctona al respecto o la ley que se inclina más hacia la legalización de los que se ven obligados a buscar una vida mejor en un país ajeno.
Luchar contra la inmigración es casi lo mismo que tratar de frenar el calentamiento global. No le gusta a nadie y se intenta regular la emisión de gases de efecto invernadero, pero esto ejerce una mínima influencia en el proceso. Quizás tan sólo impida que llegue a un grado extremo.
Los que preguntan por qué vienen a Rusia tantos inmigrantes suelen pasar por alto el hecho de que, según los datos del Fondo de Opinión Pública, un 25% de los rusos de menos de 35 años están dispuestos a abandonar su país también y encontrarse en la situación de los que tanto irritan a la población de Rusia. Según los datos estadísticos, unos 100.000 ciudadanos de Rusia emigran del país anualmente.
Segunda pregunta: ¿Por qué tenemos que ser tolerantes?
Desde el punto de vista de la justicia social, parece que no es imprescindible: no somos nosotros los que llegamos a un territorio ajeno. Las mismas preguntas se hacen en Europa y EEUU, aunque de una manera más cortés. La inmigración es como un impuesto que deben pagar los países más o menos prósperos por su bienestar.
Y si se considera que se trata de un hecho consumado, no deberíamos preguntar por qué tenemos que ser tolerantes sino cómo podríamos conseguirlo.
Nadie ha resuelto todavía el problema de integración de los inmigrantes. ¿De qué normas establecidas para los llegados de fuera se puede hablar si el propio Samuel Huntington, autor de la famosa obra ‘El choque de civilizaciones’, dejó de ocuparse de la geopolítica y empezó a estudiar el problema de la integración de la población hispanohablante? Investigó la posible amenaza que constituye la inmigración latinoamericana a gran escala, que según el autor podría “dividir Estados Unidos en dos pueblos, dos culturas y dos lenguajes”.
Los árabes son incapaces de integrarse en Francia, los turcos en Alemania, los rusos en Letonia: y da igual que en este último caso no se trate de inmigrantes sino de una diáspora tradicional.
Puede uno burlarse de las normas de cortesía política y culparlas de contribuir aún más a la inmigración. Pero, en realidad, la cortesía política es simplemente una reacción a un proceso irreversible. A día de hoy, es el único intento de acordar las normas de convivencia en la vecindad cuando todos se oponen a esto.
Ambas partes están descontentas y bien se puede entender a la población autóctona, que sigue haciendo preguntas.
Tercera pregunta: ¿Por qué los inmigrantes se comportan como los dueños del lugar?
Sólo las personas más activas y ambiciosas se atreven a emigrar de su país, independientemente de si se trata de inmigrantes de otros países (en particular, de las exrepúblicas de la URSS) o de varias regiones de Rusia, por ejemplo del Cáucaso del Norte. Estos últimos saben perfectamente que son extranjeros en Rusia y que nadie les espera allí. Su preparación para defenderse raya con un reto. Ellos siempre están dispuestos a asestar un golpe preventivo. Al interpretar bailes nacionales en las calles de las ciudades rusas, los inmigrantes provenientes de la región del Cáucaso no sólo manifiestan que están de buen humor, también lanzan un reto.
Además, existe un factor objetivo desde el punto de vista político y económico: el factor del dinero. Los enormes recursos financieros que se destinan a la región del Cáucaso crean un mercado financiero que en vez de estimular la economía en Chechenia o Daguestán contribuye al desarrollo de negocios en Smolensk, Ekaterimburgo o Moscú. Gracias a las inyecciones, esta economía especial recibe ventajas competitivas, pero esto tiene consecuencias para el desarrollo de las relaciones tanto con los círculos empresariales y criminales como con la población autóctona en general.
No todos los inmigrantes producen un tiroteo en las calles en honor de la boda de su mejor amigo o atacan a los diputados. Pero todos se identifican con los representantes de aquella subcultura, que está orientada a entrar en confrontación con la otra manera de ser. Y es una parte de respuesta a la siguiente cuestión.
Cuarta pregunta: ¿Por qué los inmigrantes no respetan las tradiciones del país al que llegan?
Los inmigrantes suelen pertenecer a comunidades fieles a las tradiciones, que regulan muchas normas de conducta. Los llegados de otros países, que viven en grupos, tratan de evitar los conflictos y restringen al máximo sus contactos con la población autóctona y conservan sus tradiciones en mayor o menor medida. Pero los oriundos del Cáucaso ruso descubren pronto que en el nuevo hábitat las tradiciones se perdieron y que la sociedad está dividida, a diferencia de los grupos étnicos a los que pertenecen ellos. Por otro lado, la ausencia de normas reguladoras les impulsa y estos inmigrantes irrumpen en el estilo de vida de otra subcultura con la pasión de neófitos. Mientras, están preparados para cualquier conflicto mucho mejor que la población local.
Quinta pregunta: ¿Quién es el responsable?
Ante todo, es el lugar y el tiempo. Los patriotas pueden alegrarse: si Rusia cuenta con tantos inmigrantes es porque es uno de los Estados más o menos prósperos.
En Rusia hay varios niveles de migración. Al inicio, los inmigrantes suelen llegar a un centro regional, después a la capital de una entidad federada y finalmente se trasladan al centro federal. El problema de la superpoblación en Moscú es el apogeo de un sistema administrativo vertical que maneja el dinero y los recursos de las regiones. El Cáucaso ruso simplemente es una de tales regiones. El itinerario de los inmigrantes provenientes de otros países es otro. Para muchos de ellos Rusia es una estación intermedia en su camino hacia Europa o EEUU. Por ejemplo, muchos ciudadanos de Moldavia se dirigen a Occidente. Los médicos, la mano de obra cualificada y en general las personas con grandes ambiciones y su correspondiente estilo de vida van allí. Es uno de los indicadores objetivos del nivel de bienestar de Rusia. Los inmigrantes no son responsables de eso.
Sexta pregunta: ¿Qué hacer?
Los huéspedes, incluso cuando son muchos, no causan problemas, tan sólo agravan los que existen. Así las cosas, es necesario resolver estos asuntos, independientemente de los inmigrantes. Es necesario reformar el sistema de gestión en Rusia, luchar contra la corrupción, mejorar el clima social, etc. Y parece que los habitantes de Pugachov podrían ampliar esta lista.

Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Vadim Dubnov
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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