miércoles, 10 de noviembre de 2010

Las condiciones de Irán para seguir negociando su asunto nuclear


Las condiciones de Irán para seguir negociando su asunto nuclear

Las condiciones de Irán para seguir negociando su asunto nuclear

Recientemente, Irán aceptó reanudar las conversaciones sobre su asunto nuclear con los países miembros del “Sexteto” es decir, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU y Alemania.


Para el efecto, Teherán restableció contactos con la Alta Representante de la Unión Europea (UE) Catherine Ashton, para acordar el lugar y la fecha de la reunión, que probablemente se realizará en el periodo comprendido entre el 10 y el 18 de noviembre en la sede el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en Viena.

El anuncio de que Irán quiere negociar de nuevo no ha sido una sorpresa para nadie porque a finales de septiembre, en los pasillos de la Asamblea General de la ONU, ya corrían los rumores de que Teherán estaba dispuesto a reanudar las negociaciones interrumpidas hace un año. Ahora, el interrogante es el paquete de asuntos que los iraníes planean discutir.

El mes pasado, el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, formuló cuatro condiciones anticipando que sólo en el caso de que se respeten el proceso negociador podría avanzar.
Según Ahmadineyad, en las conversaciones Occidente debe establecer qué es lo que busca: la amistad o la confrontación con Irán, una condición poco interesante, en comparación con el último requisito que obliga al sexteto emitir un comentario público sobre el arsenal nuclear que se halla a disposición de Israel.

Esta propuesta se ha repetido tantas veces en las declaraciones propagandísticas iraníes que todo el mundo inmerecidamente intenta pasarla por alto. Y este detalle no deja de ser delicado: para cerciorarse de ello basta con analizar la actitud de los participantes de las futuras negociaciones.

La postura de los europeos está más o menos clara, asumirán la organización de todo el proceso negociador, y adoptarán una postura menos enérgica que la de Estados Unidos argumentando que al fin de cuentas, el asunto de Irán, al igual que el arsenal nuclear de Israel no es “su guerra”.

Rusia y China se sienten bastante fatigadas con Irán y su capacidad para crear problemas. No obstante, han dado a entender que las sanciones aprobadas el pasado junio en la ONU serán las últimas que apoyarán.
Entre otras cosas porque ya advirtieron a los estadounidenses y a los europeos de que Moscú y Pekín no están de acuerdo con la imposición de sanciones unilaterales adicionales a las aprobadas por la ONU.

Incluso, Pekín y Moscú llegaron a amenazar en abstenerse de participar en el asunto. No obstante, Estados Unidos y Europa hicieron precisamente lo contrario impusieron sanciones adicionales más severas, y la parte rusa, lejos de mostrarse pesimista, insistió en que se esperara hasta noviembre para que se reanudaran las negociaciones.

Queda Washington, donde nadie parece preocuparse en demasía de las negociaciones de Viena. En los últimos días tuvieron lugar las elecciones a las dos Cámaras del Congreso, a las Asambleas Legislativas locales, de los gobernadores, y el equipo de Obama sufrió una estridente derrota.

A propósito, a diferencia de los otros países miembros del “Sexteto”, para Estados Unidos el arsenal nuclear de Israel y el asunto de Irán son cuestiones de la política interna. Una palabra mal dicha significa la pérdida de muchos votos.

Tampoco se quiere decir que la diplomacia norteamericana permaneció cruzada de brazos en vísperas de las negociaciones, algo se hizo, sólo que de una manera bastante discreta. Aprovechando su participación en la Cumbre de la ASEAN en Hanói, la Secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton visitó la ciudad de Sanya, en el sur de China, para celebrar negociaciones con los líderes del país.
El objetivo de la reunión fue aclarar si las empresas chinas ocuparían el lugar de las compañías occidentales en caso de que éstas abandonen el mercado iraní.

Consultas similares se mantienen con regularidad con Moscú, es decir, se trazan ciertas perspectivas entre las partes. Se está negociando para ver si las fuerzas conservadoras en EEUU tras los comicios ejercerán una influencia seria en la política exterior del país y si pueden bloquear los cambios que tanto necesita esta política.

De momento, los conservadores están animados porque las sanciones contra Irán parecen que están surtiendo efecto: en Teherán ahora resulta complicado pagar con tarjetas de crédito, hay problemas financieros, las empresas japonesas y europeas abandonan el país, aunque son sustituidas por empresas norcoreanas y chinas.

Es evidente que la situación con Irán va sufrir serios cambios y para poder pronosticar de qué cambios se trata, no estaría mal analizar dos artículos publicados en la revista Foreign Affairs, autoridad indiscutible en temas de política exterior.

Los artículos, por supuesto, expresan la opinión particular de sus autores. En el primero de ellos recomienda sacar “la bomba atómica israelí del sótano donde se guarda”, es decir, tal como se hizo con India, reconocer a Israel como potencia con armas nucleares.

El porqué se explica precisamente en el segundo artículo: resulta que sólo dos países podrían llegar a ser importantes aliados de Estados Unidos en su lucha contra un fundamentalismo salvaje y agresivo, y esos países son Turquía e Irán. La conclusión no carece de lógica: se puede seguir representando a Irán como un país un agresor, pero en algún momento habrá que entablar diálogo con Teherán.

A nadie le gustaría, por supuesto, que Mahmud Ahmedineyad se salga con la suya, y que obligue al “Sexteto” a tratar el tema del equilibrio de fuerzas e intereses en Oriente Próximo, en vez de discutir la poca razón que tiene el líder Iraní para desarrollar su programa nuclear.

Sin embargo, se mire por donde se mire, el arsenal nuclear de Israel, que se estima entre 80 y 500 cabezas nucleares y cuya existencia ni es reconocida ni es desmentida por este país, ejercerá su influencia en la región y afectará la conducta de Irán. No importa que esta conducta pueda ser calificada de escandalosa.

Por supuesto Estados Unidos, tarde o temprano (mejor temprano que tarde) tendrá que plantearse el “reinicio” de sus relaciones con Israel y con todo el Oriente Próximo, donde ya no se puede seguir apoyando incondicionalmente a Israel y en base a este apoyo, vertebrar toda su política en la zona.

¿Habría que tratar este tema con Irán? Seguramente habrá que hacerlo durante el mandato de Obama u otro reformador futuro.


Viejo Condor

RIA Novosti (SIC)

Dmitri Kosyrev

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI

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