domingo, 2 de mayo de 2010

EE.UU. guarda en Europa 200 bombas atómicas

En 2005, Hans M. Kristensen se sirvió de una serie de documentos desclasificados y de la "Freedom of Information Act" para redactar un informe sobre las armas nucleares que Estados Unidos [PDF] mantiene estacionadas en Europa: 480 bombas atómicas, según los cálculos de aquel momento.

 EE.UU. guarda en Europa 200 bombas atómicas


Más de 20 años lleva este danés siguiéndole la pista al armamento nuclear. Kristensen es un hombre de largo currículum: ha sido coordinador de las campañas de desarme de Greenpeace y miembro de la Unidad de Información Militar de esa ONG; ha asesorado al Ministerio de Defensa de Dinamarca, colaborado con el renombrado
Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI) y trabajado para el Instituto Nautilus de Berkeley, California, y el Natural Resources Defense Council de Washington.

El mismo año en que fue publicado su estudio sobre los arsenales atómicos estadounidenses en territorio europeo, Kristensen asumió la jefatura del Proyecto de Información Nuclear de la Federación Americana de Científicos(Washington), cargo que todavía hoy ocupa.

P. Desde que se hiciera público su informe en 2005 hasta hoy, ¿se han producido cambios en el arsenal nuclear que Estados Unidos mantiene desplegado en Europa?

R. Sí. Hoy el número de bombas atómicas se ha reducido a unas 200, casi la mitad del que era cuando la administración Bush llegó al poder. Desde 2005, Estados Unidos ha retirado paulatinamente armas nucleares de las bases de Ramstein, en Alemania, y Lakenheath, en el Reino Unido.

P. Aún así, y pensando en lo que una sola bomba atómica puede ocasionar, 200 no son pocasÂ… Washington suele justificar el despliegue aludiendo a razones de seguridad internacional, ¿son estas armas realmente necesarias para mantener a salvo a Occidente?

R. No, no lo son. Las armas nucleares siguen en Europa porque la OTAN ha sido incapaz de articular los cambios pertinentes en su política. Pero también porque algunos gobiernos europeos, que consideran que el estacionamiento de armas estadounidenses sobre su territorio les concede una posición destacada dentro de la Alianza, se han opuesto a su retirada.

P. No es el caso de Alemania: el país negocia actualmente con Estados Unidos una reducción aún mayor del arsenal atómico emplazado sobre su suelo. Sin embargo, lo hace con mucha discreción, ¿por qué?

R. Durante la Guerra Fría, las armas nucleares eran un tema tabú y parte de ese estigma continúa presente. Además, la OTAN es una organización que funciona sobre la base del consenso y eso hace muy difícil llegar a un acuerdo cuando se trata de cuestiones que no son prioritarias.

Si algún país no consigue sumar a nivel interno los apoyos necesarios y decide hacer público un asunto en solitario, lo normal es que sea recriminado o ignorado por los demás socios. Esto lleva desgraciadamente a un abandono de las iniciativas propias y a que se apueste por el mínimo común denominador.

P. La mayoría de los ciudadanos europeos sabe poco sobre las armas nucleares con las que convive, ¿debería informarse más a la población o el garantizar la seguridad no lo permite?

R. Que la gente sepa dónde están las armas nucleares no garantiza la seguridad: la seguridad queda garantizada si las bases cumplen con los requisitos necesarios. Si no los cumplen, hay que retirar las armas inmediatamente.

P. Y según un documento interno de la Fuerza Área estadounidense que usted hizo público [PDF], algunas bases europeas no cumplen con los requisitos de seguridad que fija el Departamento de Defensa de Estados Unidos. ¿Cómo puede la gente estar segura de que con estas armas se procede correctamente?

R. No puede. La opinión pública apenas tiene influencia sobre lo que sucede en las bases. Los detalles acerca de cuántas armas nucleares hay y dónde se encuentran exactamente sólo los conocen un grupo muy reducido de personas dentro de los gobiernos de cada país. Todo lo que lo relacionado con esta cuestión es alto secreto.

P. ¿Diría usted que las armas nucleares suponen una amenaza para los cuidadnos europeos?

R. Sin lugar a dudas, hay amenazas más graves que ésta. Sin embargo, existe un riesgo potencial en cuanto a posibles accidentes y actos terroristas. Además, si la OTAN entrara en guerra con otra fuerza nuclear, los arsenales nucleares se convertirían en objetivo militar de primer rango.

P. Barack Obama habla mucho estos días de armas nucleares y atentados terroristas, ¿en qué nivel situaría usted realmente el riesgo de esta combinación?

R. El riesgo es difícil de medir, pero 200 armas nucleares, depositadas en 120 refugios antiaéreos, de seis bases diferentes, pertenecientes a cinco países distintos aumenta el peligro de atentados terroristas. Si los terroristas cuentan con opciones reales de éxito es otra cuestión.

P. ¿Cree que una Europa libre de armas nucleares es un objetivo factible?

R. Sí, pero seguramente sólo sería posible por fases. El primer paso sería eliminar todas las armas nucleares estadounidenses del territorio europeo, a lo que debería seguirle una retirada de las armas nucleares no estratégicas que Rusia mantiene estacionadas en las fronteras con países de la OTAN. Estados Unidos y Rusia tendrían que reducir significativamente sus arsenales nucleares. Y finalmente, algo así sólo podría darse si se lograse implicar a los restantes Estados nucleares en programas de control del armamento atómico.

Sobre la base de la "compatrición nuclear"

El número exacto de armas nucleares que Estados Unidos ha mantenido y mantiene estacionadas en bases militares europeas se desconoce. Las cifras que se manejan están basadas en estimaciones e investigaciones como las llevadas a cabo por Hans M. Kristensen.

Las primeras bombas atómicas estadounidenses llegaron a Europa finalizada la II Guerra Mundial: la base de RAF Lakenhearth, situada a unos 100 kilómetros de Londres, contaba con armas nucleares norteamericanas ya en 1954. En Alemania empezaron a estacionarse en 1955, en Holanda en 1965.

El punto álgido en el emplazamiento de bombas atómicas en el continente se alcanzó en los años 70. Como pieza destacada en el juego de la Guerra Fría, también Europa participó de la carrera armamentística surgida raíz del conflicto entre bloques. Si bien sus Estados- salvo Francia y Gran Bretaña- carecían de arsenales nucleares propios, se calcula que llegaron a haber unas 7.500 armas atómicas, propiedad de Estados Unidos, sobre suelo europeo.

El fundamento legal para este procedimiento lo brindaba el principio de "compatrición nuclear" definido por la OTAN, a partir del cual un país miembro de la Alianza podía compartir tecnología y saber nuclear- además de armas- con los restantes socios, preparándolos para el uso de este armamento en caso de necesidad.

Estados Unidos es el único país que practica la "compatrición nuclear". Las bombas nucleares que estaciona en terceros países sólo pueden emplearse si la Casa Blanca da su consentimiento explícito.

La política de desarme y el fin de la Guerra Fría afectaron también a los arsenales atómicos estadounidenses en Europa. En 1989 quedaban en el continente unas 1.400 bombas nucleares, y su número siguió decreciendo desde 1991.

Cuando Hans M. Kristensen publicó su informe sobre las armas nucleares estadounidenses en Europa, los norteamericanos contaban con armamento atómico en Alemania (150 bombas, bases de Büchel, Növernich y Ramstein); en Bélgica (20 bombas, Kleine Brogel); en Grecia (base Araxos); en Holanda (20 bombas, Volkel); en Italia (90 bombas, bases de Aviano y Ghedi Torre); en Reino Unido (110 bombas, RAF Lakenhearth) y en Turquía (90 bombas, Akinci, Ballkesir y Incirlik).

En 2001, Estados Unidos desarmó nuclearmente a Grecia y entre 2004 y 2005 desmanteló su arsenal en la base de Ramstein, que contenía el grosso de las armas atómicas sobre suelo alemán (unas 130). Más tarde, los norteamericanos retiraron sus bombas de RAF Lakenhearth, y con ello pusieron fin a su presencia nuclear en el Reino Unido.

Así se llega a la cifra que estima en unas 200 el número actual de bombas atómicas estadounidenses en territorio europeo. Dichas armas están en Alemania (10-20 bombas, base de Büchel); Bélgica (10-20 bombas, Kleine Brogel); Holanda (10-20 bombas, Volkel); Italia (70-90 bombas, Aviano y Ghedi Torre) y Turquía (50-90 bombas, Incirlik).

"Mi impresión es que la administración Bush decidió que ya no era necesario mantener tantas armas en el flanco norte de la OTAN. Éstas le cuestan a Estados Unidos una cantidad enorme de recursos y son contraproducentes de cara a las relaciones con Rusia", dice Kristensen.

En contrapartida, Washington ha ido concentrando cada vez más bombas atómicas en el sureste de Europa. Desde los años 90, Estados Unidos se reserva el derecho a apoyar a su Comando Central para Oriente Próximo y Medio (CONTECOM), cuyas actividades se dirigen potencialmente contra países como Irán y Siria, con las armas nucleares que mantiene emplazadas en el Viejo Continente

Viejo Condor

TeleSurtv.net (SIC)


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