viernes, 5 de febrero de 2010

China aspira a ser la segunda superpotencia global



El enorme interés que suscita la actual escalada de tensión entre EEUU y China no se debe a que Pekín haya congelado contactos militares con Washington, pues lo ha hecho ya en ocasiones anteriores, sino a la amenaza de aplicar sanciones a compañías estadounidenses y vetar la aprobación de nuevas resoluciones contra Irán en el Consejo de Seguridad de la ONU, opina Alexander Lukín, director del Centro ruso de estudios del Asia Oriental y la Organización de Cooperación de Shanghái.

Este politólogo, quien suscribe hoy un artículo en el diario Kommersant, señala que el éxito con que China ha capeado la crisis económica da origen a una política de mayor autosuficiencia y fomenta en la sociedad y en el estamento gubernamental de China las expectativas de una actuación más enérgica para transformar el país en segunda superpotencia, aun a costa de estropear las relaciones con Occidente.

China ha implementado hasta la fecha una política cauta y evitado poner en riesgo estos vínculos, imprescindibles para el avance de su economía. EEUU difícilmente le hará concesiones, de manera que Pekín se verá ante el dilema de revisar las bases de su política exterior para complacer los nuevos ánimos, o bien limitarse a una manifestación verbal de su descontento.

Esta última variante parece más probable porque China no tiene fuerza suficiente para una confrontación con EEUU. Las dos mayores naciones del planeta dependen una de la otra pero la economía estadounidense puede defenderse sin China - sólo necesitaría apretarse un poco el cinturón - mientras que la china necesita mercados occidentales para desarrollarse. Pekín se da cuenta cabal de que fuertes sanciones económicas pueden conducir a conmociones sociales y al colapso del régimen.

La actual crisis de las relaciones chino-estadounidenses vuelve a demostrar que el G-2, alianza estratégica entre Pekín y Washington, es una utopía porque no toma en cuenta numerosas controversias existentes entre las partes. En esta situación, Moscú debería preguntarse qué nivel de contactos militares con Pekín responde a los intereses de Rusia - en primer lugar, en lo concerniente a la exportación de material bélico - y si tales suministros contribuyen a la paz y la estabilidad regionales a la luz de los nuevos ánimos que van surgiendo en China


Viejo Condor

RIA Novosti (SIC)

Kommersant

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