sábado, 20 de junio de 2009

Irán apuesta de nuevo por Ahmadineyad


La victoria del actual presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, en las elecciones presidenciales celebradas recientemente en el país persa no puede ser catalogada como una noticia trascendental a pesar de que para muchos, su triunfo en la primera ronda fue algo inesperado.

Muchos esperaban una contienda encarnizada entre el candidato oficialista y el político Mir Hussein Mousavi que durante su campaña electoral se manifestó a favor de la liberalización de la vida política y la introducción reformas económicas.

Porque parte de la opinión pública, tanto en Irán como en el resto del mundo, contaba con que la elección del nuevo presidente iraní se definiría en la segunda ronda.

Por eso, la publicación de los resultados del escrutinio no sólo desmoronó los pronósticos sobre la posibilidad de un cambio en Irán, sino que también hundió a los reformistas en un estado de consternación. Eso mismo ocurrió con muchos observadores en Occidente que tenían esperanzas en la victoria del candidato liberal, teniendo en cuenta las particularidades de la realidad política iraní.

Una postración hasta cierto punto comprensible. La victoria de Ahmadineyad significa la victoria del régimen de los ayátolla, para EEUU y Occidente, un interlocutor demasiado obstinado al momento de conversar sobre la política exterior iraní y asuntos como su programa nuclear, la situación en Oriente Medio, las relaciones de Teherán con Israel y los movimientos Hezbollah y Hamas.

Recordamos que el actual presidente Ahmadineyad se enfrentó contra tres políticos antiguos funcionarios de primer rango de la élite política iraní.

El ex jefe de Cuerpo de los Defensores de la Revolución Islámica Mohsen Rezai, que se autodeterminó calificó como candidato independiente, el ex primer ministro de iraní Mir Hussein Mousavi que ocupó este cargo durante la guerra iraní-iraquí(1981-1989)y el ex presidente del parlamento Mehdi Karroubi, que en los pasados comicios ocupó el tercer lugar en la primera ronda.

En calidad de candidatos a la presidencia iraní, los tres antiguos funcionarios iraníes dedicaron su campaña electoral en atacar por todos los frentes a Ahmadineyad, el único funcionario público en ejercicio, y aquí es oportuno destacar que el apoyo financiero de las campañas de la oposición corrió por cuenta de uno de los hombres más ricos de la oligarquía iraní, el ex presidente Hashemi Rafsanjani.

¿En qué basaron su optimismo los partidarios a las reformas? El sentido común les indicó que la política de Ahmadineyad tenía muchos puntos vulnerables.

En política interior, el incumplimiento de las promesas hechas para combatir la inflación y el desempleo. Durante el mandato de Ahmadineyad la inflación en Irán aumentó hasta el 25 % y el paro ascendió al 15 %.

En política exterior la situación también tambalea, porque la obstinación de Ahmadineyad en relación al programa nacional para el enriquecimiento de uranio ha costado el aislamiento económico de Irán.

En debates televisivos difundidos en directo, los candidatos rivales acusaron a Ahmadineyad de mentir en todos los aspectos de la política interna e insistieron en la necesidad de reconsiderar la política exterior en Oriente Medio, en especial en Líbano y la búsqueda estrategias nuevas para resolver el contencioso en torno al programa nuclear y el restablecimiento de contactos oficiales con EEUU.

A los llamados de combatir la inflación, el paro y el restablecimiento del sistema de gestión en la economía desmantelado por Ahmadineyad, algunos de los candidatos presentaron planes concretos.

Así, Mousavi, considerado liberal, de forma inesperada propuso un programa populista al manifestarse a favor de la total nacionalización de la industria petrolera y la máxima intervención del Estados en la economía del país.

Cabe suponer que ese programa estaba más que todo dirigido al electorado iraní cansado con los intentos de reformas económicas inconclusas, y aunque parezca paradójico, el electorado no reaccionó favorablemente ante el programa propuesto por Mousavi. Según expertos rusos, la mayor parte del electorado iraní prefirió apoyar a Ajmadineyad que se manifestó a favor de un Irán fuerte.

Ahmadineyad ganó porque apostó con la carta de la "idea nacional": Irán no debe ser considerado una estación de gasolina de Occidente en Oriente Medio, y Teherán está en derecho de desarrollar su industria nuclear y esto le permitirá exportar más hidrocarburos.

Aunque también hay otras versiones. Los recientes comicios en Irán no pudieron conllevar a cambios radicales en la política exterior de Irán, porque esos asuntos, y el programa nuclear se encuentra bajo el control del líder espiritual y Jefe de Estado de Irán, el ayatolá Alí Jamenei.

Es poco probable que los ayátola, que hacen todo lo posible para mantenerse en el poder, estén interesados en promover cambios radicales, y es comprensible que la victoria de Mousavi con planes de hacer cambios sea la opción más favorable para Occidente.

Sobre todo para la solución del programa nuclear iraní. Para el día de hoy sólo queda la esperanza de que la comunidad internacional pueda convencer a Teherán de que regrese a la mesa de las negociaciones. Y ahora, tras los comicios, la comunidad internacional deberá negociar de nuevo con Ahmadineyad que representa el sector intransigente en Irán.

En general, Occidente ha adoptado una postura de espera. Únicamente la República Checa que preside la Unión Europa expreso preocupación por presuntas violaciones de en los comicios presidenciales en Irán.

Los principales oponentes de Ahmadineyad, en especial Mousavi, denunció violaciones en los comicios, y las manifestaciones de sus partidarios en enfrentamientos con la policía que han ocasionado al menos ocho muertos entre la población civil y la imposición de cesura informativa.

Por su parte, Moscú espera que durante su segundo mandato, el presidente electo Ahmadineyad muestre pragmatismo y sea más flexible. Como opina el diputado ruso Konstantin Kosachov, el presidente electo iraní debe reconocer que la vía para garantizar la seguridad nacional se apoya en la cooperación e interacción con el mundo y en la permanente confrontación.

En primer lugar, la cooperación sobre el programa nuclear iraní, más exactamente su transparencia.

Desafortunadamente, el programa nuclear iraní despierta muchas sospechas, y esto lo explica la tensión que existe entre Teherán y algunos gobiernos influyentes de la comunidad internacional.


Viejo Condor


RIA Novosti (SIC)


Piotr Goncharov,


LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI



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