Faltan exactamente dos semanas para que los más de 200 millones de brasileños acudan a las urnas y el interrogante sobre quién será el próximo presidente, o mejor dicho presidenta, del mayor país de Sudamérica continua sin respuesta. El 5 de octubre será una fecha clave. No solamente está en juego el futuro del gigante amazónico, sino que el resultado de las presidenciales marcará en gran parte el rumbo de Latinoamérica en los próximos años. Desde Mercosur hasta los BRICS, la herencia geopolítica del expresidente Lula y del Partido de los Trabajadores (PT) podría desvanecerse si los brasileños optan, el próximo 5 de octubre, por un cambio de gobierno.
Marco Antonio Carvalho Teixeira, doctor en Ciencias Sociales por la Universidad Pontificia de Sao Paulo (PUC-SP) y profesor en el Centro de Estudios en Administración Pública y Gobierno de la Fundación Getulio Vargas (CEAPG-FGV), analizó en una entrevista a Nóvosti la situación de los candidatos en la recta final de la campaña electoral.
Hace apenas unas semanas, parecía que la candidata del Partido Socialista Brasileño (PSB), Marina Silva, barrería a Dilma Rousseff (PT). Sin embargo, en pocos días las encuestas han pasado de dar ventaja a Silva a hablar de un empate técnico e, incluso, situar a Dilma como líder. ¿Cómo puede explicarse este repentino bajón de la principal aspirante?
Marina Silva obtuvo una gran ventaja emocional en el electorado brasileño a raíz de la tragedia, el pasado 13 de agosto, con el accidente mortal del hasta entonces candidato del PSB, Eduardo Campos. Ese potentísimo crecimiento tras asumir la candidatura dejó la sensación de que no solo iba a ser una gran competidora para Dilma Rousseff, sino la gran favorita para vencer las elecciones. Silva, obtuvo las simpatías de gente que votaría simplemente por oposición al Partido de los Trabajadores (PT) y de la gente a la que le gusta el PT pero no Dilma. Todos ellos vieron en Marina una gran oportunidad y expresaron su apoyo sin conocerla. Lo que ocurrió es que ese pico de popularidad comenzó a decaer cuando la verdadera campaña se puso en marcha y Silva comenzó a aparecer en la televisión, en los debates y en mítines, desencantando a parte de ese electorado.
¿Se trata de un problema de liderazgo de Marina Silva, un fallo en el programa electoral del PSB, los ataques de Rousseff o un poco de todo?
En comparación con Dilma Rousseff, Silva peca de un alto grado de improvisación en sus posturas, algo que desagrada puesto que un programa electoral tiene que estar bien preparado, ser explicado al votante. La vuelta atrás en algunas posiciones debido a su gran pragmatismo electoral, como sus matices en la defensa de los derechos de loshomosexuales o en la educación, por ejemplo, le están pasando factura. Creo que su pérdida en las encuestas tiene más que ver con las fragilidades e incoherencias mostradas en campaña que con el bombardeo de críticas que Dilma ha vertido sobre ella.
¿Podría pensarse que su condición de cristiana evangélica le estuviese planteando problemas con un programa electoral que fue ideado por y para Eduardo Campos?
Silva se echó atrás con algunas cuestiones del programa del PSB debido a que, probablemente, ni siquiera había leído el programa en profundidad. Al conocer en detalle algunos puntos que confrontarían su propia ideología decidió echar marcha atrás a pesar de saber que perdería aliados políticos. Todo ello supuso una gran confusión en el partido. Si no consigue separar las decisiones políticas de sus creencias propias no va a poder ejercer un liderazgo creíble. Esto ha hecho a muchos echarse atrás. No puede decirse que la cuestión religiosa o que sea evangélica la perjudique. Pero el hecho de no poder separar ambas cuestiones da una muy mala sensación para alguien que tendrá que formar gobierno y lidiar con alianzas políticas en el futuro.
¿Puede ser que el perfil de Marina Silva no esté todavía claro en la mentalidad de los brasileños?
Marina es una político que surge de la esfera de los movimientos sociales y sindicales de la nueva izquierda brasileña. Estuvo presente en la misma fundación del Partido de los Trabajadores y tuvo gran peso en la región de Acre, surgiendo como una nueva figura de liderazgo con una marcada tendencia ecologista. Esto le produjo incluso problemas durante su periodo como ministra de Medio Ambiente en el gobierno de Lula, donde se enfrentó a algunas políticas de desarrollo (hidroeléctricas, nucleares), provocando su posterior salida en 2008. Sin embargo, fue lo que otorgó mayor visibilidad a nivel nacional. Finalmente, entró en el PSB por no encontrar espacio político para su propio proyecto, la Rede de Sustentabilidade. Sin embargo, no va a renunciar a esto si alcanza el poder e intentará atraer en torno a su figura y la causa ecologista a diversas tendencias de izquierdas y conservadoras.
Hablemos de Dilma quien parece recuperar el liderazgo en las encuestas con un 37% frente al 30% de Silva. ¿Cuál es el principal escollo que tendrá que superar para conseguir la reelección?
El principal inconveniente de Rousseff para su reelección es el fracaso de su política económica en los últimos meses. Si atendemos a las cifras de aprobación de los meses de enero o febrero, tenía una aprobación muy elevada, en torno al 47-48%. Desde entonces, el ambiente económico del país se deterioró mucho por lo que la confianza de los agentes económicos ha desaparecido. Tanto es así que ni siquiera la oposición critica en cuestiones como la educación o la salud, sino que centran sus críticas en el caos económico que el país está viviendo. Por ello, todos los esfuerzos de Dilma se están centrando en lograr revertir algunos de los indicadores económicos con medidas concretas, eso ha facilitado que los índices de rechazo hacia ella hayan disminuido.
Curiosamente, la popularidad de la presidenta ha mejorado a pesar de los recientes escándalos de corrupción como el de Petrobras. Algo que Silva no ha dudado en utilizar. ¿Es Dilma inmune a los rumores de corrupción?
Desde la última encuesta de Datafolha, Marina ha doblado el índice de rechazo del 11% al 22% en la campaña mientras que Dilma, con toda la responsabilidad de estar en el gobierno, se mantiene estable en el 33%. Esto significa que el impacto de la corrupción en la candidatura de Rousseff es residual, es más Dilma ya superó la crisis del Mensalao y salió reforzada. El caso de Petrobras ha sido más una denuncia que un hecho concreto. De hecho, el silencio de Paulo Roberto Costa en la comisión de Investigación del Congreso refuerza esa sensación de rumor frente a hechos contrastados. Además, el caso Petrobras no la relaciona directamente.
Según todas las encuestas el segundo turno es inevitable y podría estar marcado por un empate técnico entre Dilma y Marina. ¿Quién tiene más posibilidades de salir vencedor en un segundo turno?
En una situación de empate quien ya está en el gobierno siempre tiene más recursos para llegar a la gente. Dilma tendrá mas apoyos, más recursos del partido para su campaña, mientras que Silva intentará mantener y aprovechar la percepción positiva de los votantes desencantados que consiguió al asumir el liderazgo del PSB. Cada una tiene sus recursos, Dilma la estructura y Silva la ilusión.
Aunque nadie duda de que el expresidente Lula apoye la reelección de Dilma Rousseff, son muchos los que suspiran por su vuelta y las malas lenguas ya hablan de 2018. ¿Cómo afecta el liderazgo de Lula a las aspiraciones de Dilma?
Lula volverá en 2018 pase lo que pase, con Dilma reelegida o sin Dilma. El gran líder del PT siempre fue Lula y nunca dejó de serlo. Tanto es así que el principal gancho electoral de estas elecciones es él, al igual que lo fue en 2010. Lula está extremadamente comprometido con la campaña del PT, especialmente en la recuperación de aliados perdidos y con reaglutinar el partido sobre todo en caso de tener que plantearse la oposición. Tengo la impresión de que la victoria de Dilma, o mejor dicho del PT, en estas elecciones es una cuestión de honra para él.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)