El pasado 5 de julio, la secretaria de Estado de EEUU, Hillary Clinton concluyó en Georgia su gira por Europa del Este y el Cáucaso Sur, que la ha llevado por Ucrania, Polonia, Azerbaiyán y Armenia.
Sin embargo, este viaje no le interesaba demasiado ya que, según confesó a una cadena de televisión polaca, la señora Clinton dijo estar mucho más preocupada por los preparativos de la boda de su hija, Chelsea.
No obstante, ni la inminente boda, ni el día de la Independencia que su país celebra el 4 de julio, impidieron que secretaria de Estado de EEUU iniciara el pasado 1 de julio una gira por una zona, cuyos países (a excepción de Polonia) son de interés prioritario para Rusia, según declaró recientemente el presidente ruso, Dmitri Medvédev.
Los estadounidenses suelen dejar atrás todos sus problemas aparcados durante el día de su fiesta nacional. Olvidados, ahogados en cerveza y escondidos por grandes cenas ybarbacoas iluminadas por fuegos artificiales. EEUU recuerda a los colonos, sus padres fundadores, y conmemora la historia de la creación de un estado poderoso, lleno de mitos y leyendas, cómo la historia de todas las naciones.
La elección del día de la independencia tiene una historia curiosa. El Congreso de los Estados Unidos declaró la independencia de las colonias el 2 de julio de 1776. La declaración de independencia fue ultimada el 28 de junio y aprobada oficialmente el 2 de agosto. Los dos principales autores de este documento, los presidentes Thomas Jefferson y John Quincy Adams, murieron el mismo día, el 4 de julio de 1826. En su honor, en 1870, el Congreso declaró el 4 de julio el Día de la Independencia de EEUU.
La elección del día de la fiesta nacional de su país para el inicio de una gira por el extranjero debe interpretarse como un gesto de Hillary Clinton y del los EEUU de que los países anfitriones juegan un papel importante para la política estadounidense.
Últimamente los políticos de Europa del Este y del Cáucaso Sur habían empezado a pensar que la administración de Barack Obama se había olvidado de sus socios en esta parte del mundo para fortalecer las relaciones con Rusia y China. Afirman que Washington considera prioritario el relanzamiento de relaciones con Rusia y han dejado de lado las dificultades de los países del espacio postsoviético.
Los senadores republicanos se han apresurado a aprovechar esta coyuntura para seguir con sus críticas a la política exterior del actual inquilino de la Casa blanca.
Así las cosas, la visita de Hillary Clinton a esta región de interés prioritario para Rusia podría interpretarse como un regreso de EEUU a una zona donde su influencia era tan intensa en la época de George W. Bush que Georgia se armó de valor para provocar el conflicto en Osetia del Sur.
El pasado 5 de julio, Clinton concluyó su gira en Tbilisi, donde los políticos georgianos esperaban la llegada de la Secretaria de Estado con impaciencia para aclarar definitivamente si pueden contar con un apoyo claro y decidido por parte de Washington.
Los antiguos aliados están abandonando a Mijaíl Saakashvili, mientras crece la oposición a su régimen, por lo que Georgia necesita urgentemente el apoyo de los Estados Unidos. En Georgia hubieran visto como un triunfo político si Hillary Clinton hubiera mencionado durante su visita, que Abjasia y Osetia del Sur son territorios georgianos ilegalmente ocupados.
No obstante, la secretaria de Estado fue demasiado sutil y evito meterse en problemas. Tan sólo se limitó a decir que Washington no apoya la presencia de tropas rusas en Abjasia y Osetia del Sur. Además de que Rusia y EEUU están cooperando estrechamente en el Grupo de Minsk de la Organización de la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE) para la regulación del conflicto en el Alto Karabaj, pero todavía no han podido llegar a un acuerdo en la cuestión georgiana.
En el marco de su gira, Clinton enfatizó en reiteradas ocasiones que, aunque Moscú y Washington están relanzando sus relaciones, no están obligados a mantener posturas afines respecto a todos los asuntos clave. Esta declaración tuvo que animar a todos los opositores del acercamiento entre Rusia y Estados Unidos pero, en el fondo, no llevaba implícito ningún compromiso especial. Clinton bien podría haber dicho lo mismo sobre las relaciones entre EEUU e Israel, Francia o Alemania. Esta frase es simplemente una maniobra diplomática.
Pero en la agenda de Clinton había asuntos mucho más importantes que prestarle un apoyo simbólico a Saakashvili. El objetivo principal en el Cáucaso era Azerbaiyán y su reunión con el presidente Ilham Aliyev. Las relaciones entre EEUU y Pakistán han empeorado mucho últimamente, por lo que Azerbaiyán se ha convertido en la ruta principal para el tránsito de la ayuda humanitaria con destino a Afganistán.
Desde la invasión a Afganistán en 2001, los aviones de carga de EEUU han venido realizando decenas de miles de escalas en Azerbaiyán. Además, el Pentágono utiliza los puertos y vías férreas de Azerbaiyán para abastecer a sus tropas en Afganistán.
Clinton llegó al aeropuerto internacional Heydar Aliyev en Bakú, se dirigió a la ciudad por la avenida Heydar Aliyev, dejando a un lado el Centro cultural Heydar Aliyev por lo que probablemente se daría cuenta de que lo mejor es tratar bien al clan de los Aliyev. Por eso abordó el delicado tema de los derechos humanos en su país con extrema sutileza.
Los diplomáticos azerbaiyanos en reiteradas ocasiones han expresado su desagrado por el estado actual de las relaciones entre Bakú y Washington. Por ejemplo, el cargo de embajador de EEUU en Bakú quedó vacante hace más de un año y solo a finales del pasado mayo, Obama designó a Matthew Bryza como embajador, un diplomático arribista. Bryza ya había sido copresidente estadounidense en las negociaciones internacionales para la regulación en el Alto Karabaj.
El problema es que cuando la administración de Barack Obama se esforzaba en que Armenia y Turquía recuperaran sus relaciones diplomáticas, Azerbaiyán se sentía ignorado. En estas estamos cuando Washington decidió dejar pasar por alto varias violaciones de los derechos humanos en Azerbaiyán al darse cuenta de que la crisis en Kirguizistán podía suponer un obstáculo al transporte de las cargas militares a Afganistán y serían necesarias rutas alternativas. Hace un mes, el secretario de Defensa de EEUU, Robert Gates, llegó a Bakú en visita oficial para discutir precisamente sobre este asunto.
Además de su importancia estratégica militar, Azerbaiyán es uno de los principales corredores de tránsito energético en esta región. La visita de Hillary Clinton probablemente pondrá punto final al olvido al que se ha visto sometido Azerbaiyán. Tanto en Bakú como en Yerevan, Clinton hizo hincapié en la necesidad de arreglar el conflicto de Alto Karabaj lo antes posible.
La visita de la secretaria de Estado de EEUU a Ucrania también resultó productiva. Parece que Washington al fin y al postre ha establecido sus preferencias y estas no para Yulia Timoshenko. Fue interesante seguir la reunión de Hillary Clinton con el presidente ucraniano, Víctor Yanukóvich, que ha recibido el apodo de reliquia de los tiempos soviéticos en EEUU. Clinton se reunió también con Timoshenko que proporcionó a la secretaria de Estado un montón de pruebas que evidencian el retorno de Ucrania a un régimen autoritario.
Es difícil saber qué impresión le ha causado Yanukóvich a Clinton, pero tras la reunión con el presidente ucraniano ella anunció su disposición de cooperar con Kiev en el ámbito de energía, especialmente de la energía atómica, y también de invertir en el desarrollo de la infraestructura del gas en Ucrania. En cuanto al posible ingreso ucraniano en la OTAN, el país debe tomar su propia decisión, dijo Clinton.
A juzgar por todo, la gira de Hillary Clinton ha dado un nuevo impulso a las relaciones entre Washington y los países de Europa del Este y del Cáucaso Sur. Los intereses de EEUU en esta región más bien se definen por el pragmatismo, a diferencia de la era ideológica de la administración Bush. Es poco probable que Rusia aplauda esta nueva realidad, pero nadie le ha garantizado unas relaciones sin espinas con EEUU.
Clinton se marchó de Tbilisi el 5 de julio por la noche para encargarse de preparativos de la boda de su única hija. Los Clinton se convertirán en breve en un clan multiconfesional. Chelsea Clinton de 30 años de edad se casa con Marc Mezvinsky de Goldman Sachs. Marc es un hijo del ex senador de Iowa, Ed Mezvinsky, que fue sentenciado a siete años de prisión por su participación en el fraude financiero y salió en libertad hace poco. Marc es nieto de un emigrante judío proveniente de Ucrania, Abe Mezvinsky.
La boda se celebrará el próximo 30 de julio. Felicitamos a los novios.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Andrei Fediashin
LA OPINION DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI