Un detalle que quedó por fuera del discurso del presidente de Estados Unidos Barack Obama cuando anunció su nueva estrategia para la guerra en Afganistán fue la cantidad de contratistas independientes que ya operan en ese país.
En la actualidad hay 104.000 contratistas militares apoyando la misión de las tropas estadounidenses. La cifra se conoce por que una ley promulgada por Obama produjo un sitio gubernamental en internet donde se publican datos sobre lo que invierte Washington en estos contratistas.
Según analistas, esta cifra sin duda va aumentar a medida que lleguen los 30.000 soldados anunciados para el año entrante dentro del plan de intensificación de la guerra ne Afganistán.
Gran parte del trabajo contratado a estas empresas independientes cubren labores de reconstrucción y construcción de infraestructura, como carreteras, escuelas, campamentos.
Los contratistas también asisten en el mantenimiento del ejército; sirven las comidas a los soldados, transportan municiones, proveen seguridad para el embajador de EE.UU. en Kabul y apoyan el entrenamiento a unidades de policía afgana.
“Los contratistas principales se conocen. Si embargo, la mayoría del trabajo se subcontrata y una vez llega a ese nivel se empantana y toda la información está envuelta en una nube de secretos “Allison Stanger, analista del Middlebury College
Contratistas y subcontratistas
Esto es lo que salta a la vista. Pero un ex asesor de la OTAN en Afganistán afirma que hay todo un nivel de subcontratistas y operaciones que llevan a cabo labores que escapan una simple auditoría.
Robert Young Pelton, que también es autor de un libro sobre los contratistas en la guerra contra el terrorismo, dice que existe un inmenso mecanismo de apoyo para labores de inteligencia y apoyo a las tropas que no se publica.
"También está, naturalmente, la guerra secreta de la CIA en Pakistán, donde utilizan sus propios contratistas para trabajos de inteligencia y realizar sus propios ataques", aseguró Young Pelton en un programa de la BBC.
Hace unos meses, el diario The New York Times afirmó en un artículo que el servicio de inteligencia de EE.UU. había contratado a la firma Blackwater para localizar y asesinar líderes del grupo extremista al-Qaeda.
Blackwater -integrado casi en su mayoría por ex militares- recibió amplias comisiones para trabajar en la guerra en Irak, pero en varias ocasiones fue acusado de violaciones del código de guerra e implicado en la muerte de civiles.
Desde entonces cambió su nombre a Xe.
El diario dice que la CIA no firmó un contrato formal con Blackwater, un sistema que parece repetirse con otros trabajos y acuerdos
Nube de secretos
Los contratistas trabajan lado a lado con los soldados.
Este tipo de negocio hace muy complicada la fiscalización de las actividades y los millones de dólares invertidos en Afganistán, comentó a la BBC la analista del Middlebury College, Allison Stanger.
"Los contratistas principales se conocen. Si embargo, la mayoría del trabajo se subcontrata y una vez llega a ese nivel se empantana y toda la información está envuelta en una nube de secretos", expresó.
Para el colmo de cosas, dice Stanger, los inspectores generales del Pentágono que deben llevar a cabo la veeduría de todo el costo de la guerra también están subcontratados.
Entre las consecuencias que genera este sistema están el desperdicio de fondos y la dificultad de asignar responsabilidades en caso de excesos y violaciones al derecho internacional.
Como muchos de los subcontratistas son afganos, la situación alimenta la corrupción en ese país.
En declaraciones a la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso de EE.UU., la secretaria de Estado Hillary Clinton declaró que la "tercerización" a los afganos era positiva porque los involucraba, pero también presentaba sus complicaciones.
"Mucha de la corrupción está exacerbada por la cantidad de dinero que se ha vertido en los últimos ocho años. Estamos tan dependientes de una larga línea de abasteciemiento donde todo se importa (...) que, para cuando las cosas llegan a su destino ya han pasado por muchas manos", expresó Clinton.
La situación es mucho más complicada que eso, asegura Robert Young Pelton.
"A un intérprete se le pagan US$930 diarios para que trabaje al lado de un contratista que cobra US$1.200 diarios. Cuando a los afganos se les acusa de corrupción ellos se dan la vuelta y le dicen a EE.UU. que se están robando todo el dinero antes de que les llegue a ellos", señala.
"No se trata de gente sacándose su tajada aquí o allá. Es la ridícula idea de contratar a personas por US$150.000 anuales para supervisar a gente que se gana US$400 al mes."
Viejo Condor
BBC Mundo (SIC)