EEUU quiere instalarse en el mercado energético chino
El Senado de EEUU aprobó el nombramiento del nuevo secretario de Energía, Ernest Moniz, sin mucho entusiasmo.
El candidato demócrata dejó sin respuesta muchas de las preguntas que inquietan a los senadores republicanos. Por ejemplo, si el nuevo titular piensa extraer petróleo de la plataforma continental para acabar con la dependencia europea del ‘oro negro’ de procedencia rusa. O si se explotarán los yacimientos del gas natural en Alaska.
Parece que a pesar de los últimos avances de Estados Unidos en el camino a la independencia energética, el nuevo secretario no tiene un plan concreto de desarrollo del sector.
Una de las características más notables de los debates en torno al nombramiento de Moniz fue su manifiesta perspectiva geopolítica. El diario The New York Times, por ejemplo, escribía: “Si el Senado aprueba la candidatura de Ernest Moniz éste deberá aprovechar de su nueva posición para analizar la situación energética no sólo en EEUU sino también en China”.
El nuevo secretario del Departamento de Energía (DOE), Ernest Moniz, es catedrático del Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), físico nuclear experto en temas de energía y ya fue subsecretario del área durante la Administración de Bill Clinton. Moniz no llega con un total consenso en el ámbito de la comunidad energética, aunque está comprometido con la lucha contra el cambio climático y el desarrollo de las energías limpias.
A favor, se le reconoce su compromiso en la lucha por frenar el cambio climático y su papel como defensor de la investigación científica en alternativas de baja emisión de carbono a los combustibles fósiles, y también con las energías renovables. En contra: pronunciarse a favor de la energía nuclear y del gas de esquisto obtenido a partir de la fractura hidráulica, fuentes de energía a las que Moniz considera de transición pero cuyo desarrollo es necesario. Los ecólogos temen que la política del nuevo titular de Energía frene el desarrollo de las energías “verdes”.
Mientras tanto, los demócratas -defendiendo a su candidato- proponen a los medioambientalistas unirse en torno al programa de exploración y explotación de gas de esquisto en China cuyas reservas equivalen a casi el doble de las de EEUU.
En primavera del año pasado Moniz, uno de los autores del informe sobre las perspectivas del uso de carbón, se pronunciaba rotundamente a favor de establecer un severo control sobre las consecuencias de usar este combustible fósil en el mundo. Ahora tendrá la posibilidad de intervenir en la situación energética de China en aras de la defensa global del medio ambiente. “Gracias a sus colosales reservas del gas de esquisto China, la segunda economía mundial, podrá evitar el aumento de las emisiones de gases desencadenantes del efecto invernadero, producto de la quema de carbón”.
Es verdad que China es responsable de la mayor contribución al incremento global de emisiones de CO2 con un aumento de entre el 8% y el 10% anualmente debido principalmente al mayor consumo de carbón. Se estima que si no se produce ninguna mejora para el año 2020 el gigante asiático superará cuatro veces el volumen emitido por Estados Unidos.
De ahí que Ernest Moniz deba plantearse un doble objetivo: promover la tecnologías estadounidenses de extracción del gas de esquisto y garantizar la sostenibilidad de las mismas. ¿Cómo? También gracias a las últimas tecnologías. En otras palabras, la industria de Estados Unidos tendrá que demostrar que las tecnologías sostenibles pueden ser rentables.
Los esfuerzos de EEUU para penetrar en el mercado energético chino tienen un trasfondo político. Si la exsecretaria de Estado, Hillary Clinton, en su momento habló de la necesidad de expulsar a Rusia del mercado europeo de hidrocarburos, ahora puede tratarse de un intento de hacer lo mismo en el mercado chino.
Pero estos planes se ven obstaculizados por una serie de problemas. En primer lugar, porque es improbable que Pekín acepte que Estados Unidos participe de una forma tan activa en la explotación de los recursos energéticos del país. Además, el proyecto se enfrentará a una fuerte oposición en EEUU, ya que está claro que una solución energética para China podría convertir a la segunda economía del mundo en la primera.
Desde la perspectiva medioambiental las polémicas tecnologías de perforación y fractura hidráulica que se usan para obtener el gas de esquisto plantean un gran problema ya que aumentan el riesgo de contaminación del agua potable con metano, según un estudio. Además, la filtración atmosférica del metano, que tiene un efecto invernadero 25 veces más potente que el del dióxido de carbono, es uno de los factores más amenazantes entre los que ocasionan el calentamiento global.
Éste fue el principal motivo por el cual Alemania abandonó los proyectos de extracción de este tipo de combustible. En Polonia, que posee reservas importantes de gas de esquisto, la petrolera estadounidense ExxonMobil renunció a explorar yacimientos de gas de esquisto por su baja rentabilidad. Se calcula que con la puesta en marcha de los gasoductos North Stream y Sounth Stream, el gas convencional de Rusia en cualquier caso será más barato y seguro, y podrá competir con el efecto económico de exploración de yacimientos de gas de esquisto en Europa.
No obstante, Moscú no debería relajarse sino prestar mucha atención a la situación global en cuanto a la explotación y distribución de recursos energéticos, ya que puede cambiar en cualquier momento.
Hay que tener en cuenta que China ya lleva varios años realizando un ambicioso programa de puesta en marcha de tecnologías sostenibles, apoyado por el gobierno del país. En los últimos años Rusia ha desarrollado muchas de estas tecnologías, que hoy en día podrían ser un argumento para promover los intereses económicos nacionales en los países emergentes, incluida China.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Armén Oganesián
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI