Los muros fronterizos son un reflejo del miedo de los pueblos y una forma de hacer geografía que fomente en primer lugar la violencia (Yves Lacoste)
Los actos de conmemoración por el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín hicieron olvidar por un momento a los europeos, en especial a los alemanes, los estragos de la recesión que está afectando a la Unión Europea (UE) pues estaban contagiados por la euforia del triunfo que terminó con la división de Alemania aquel histórico 9 de noviembre de 1989.
En su discurso de conciliación, la canciller alemana, Angela Merkel, afirmó que “el ser humano puede cambiar el mundo para mejor” y sin violencia. Y que la “experiencia de Berlín envía un mensaje de confianza en que se podrán tumbar también otros muros”.
Lo que evitó decir la líder del partido Unión Demócrata Cristiana (CDU) fue que la unificación de su país y el desmantelamiento del campo socialista no solamente no terminaron con la división del mundo sino lo fragmentaron aún más y uno de los ejecutores principales de este proceso diseñado por EEUU ha sido Alemania.
Llamando a Irak, Siria y Ucrania a derribar los muros, Angela Merkel evitó mencionar que después de la caída del Muro de Berlín el mundo se llenó de vallas y muros y que actualmente Alemania está auspiciando la construcción de un muro como el que hubo en Berlín en la frontera entre Ucrania y Rusia.
Tampoco aclaró que la unificación no fue una integración de iguales sino una absorción voluntaria de la Alemania socialista por la capitalista imponiéndose valores políticos, sociales y económicos occidentales. Fue un proceso difícil, penoso y costoso.
Según un estudio de la Universidad Libre de Berlín, la reunificación ha costado dos millones de millones de euros y hasta ahora no se ha podido erradicar las diferencias económicas entre el este y oeste. El Instituto de Estudios Económicos de Berlín (DIN) publicó hace poco un ensayo donde indicó que en 2005 el índice de desempleo en la Alemania del este era 20, 6 por ciento y actualmente es de 9,1 mientras en el oeste es de 5,8 por ciento. Cada alemán occidental tiene un patrimonio de 183.000 euros mientras que los alemanes del Este disponen en promedio de 67.400 euros por ciudadano.
La razón principal para la construcción del Muro de Berlín en 1961 por la República Democrática de Alemania (RDA) era de orden político ideológico casi igual como la causa de su desmantelamiento 28 años después con un agregado geopolítico.
El 12 de junio de 1987 el presidente Ronald Reagan pronunció ante la puerta del Brandenburgo su ya legendaria frase: “Señor Gorbachov, derribe el muro, señor Gorbachov, abra la puerta”. El ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Eduard Shevardnadze y el presidente Mijaíl Gorbachov ya estaban listos para cumplir lo pactado con Reagan, sin embargo lo impedía hacer el líder de la RDA, Erich Honecker.
En realidad, los primeros ensayos con las “revoluciones a colores” comenzaron en Alemania en forma de un bien organizado descontento popular, desórdenes y una fuga masiva de alemanes. Honecker fue destituido, se refugió en la embajada de Chile, posteriormente fue detenido y exiliado a Chile, país que acogió miles de chilenos para salvarlos de las garras del régimen de Pinochet. Allí murió en 1994.
Después de la caída del Muro de Berlín en 1989 nadie imaginó que la saga de los muros seguiría adelante pero así resultó y en los años posteriores, en diferentes rincones del mundo fueron edificados varios muros llamados por el ex alcalde social demócrata del Berlín Oeste, Willi Brandt, el “Muro de la Vergüenza”.
El presidente Bill Clinton, inspirado en la experiencia de la RDA, decidió aplicarla en los EEUU y así construyó en 1994 una gigantesca valla sofisticada en la zona de Tijuana para regular el flujo de migrantes indocumentados. En 20 años este muro ha crecido hasta 400 kilómetros abarcando los estados de California, Arizona, Nuevo México y Texas.
Posteriormente en el 2006, el presidente George W. Bush firmó la Ley de la Frontera Segura para la construcción en la frontera con México de un muro más sofisticado de 1.126 kilómetros. El gobierno de Barack Obama puso en marcha este proyecto edificando en el 2013 una valla de 1.078 kilómetros que le costó 2,4 mil millones de dólares, gastando además otros mil millones en el muro virtual. Sin embargo ni estas medidas, ni 22.000 guardias fronterizas han detenido el flujo de los inmigrantes indocumentados que entran a EE.UU. en un promedio de 500.000 personas al año expuestos a todo tipo de peligros en búsqueda de un futuro mejor.
De acuerdo a la Organización Internacional de Migración, 6.000 personas murieron en la frontera México-Estados Unidos desde el año 2000 y, en total, desde 1994 más de 10.000 han muerto. Pero en los últimos 20 años nadie sabe exactamente cuántos seres humanos simplemente desaparecieron en los desiertos fronterizos.
La diferencia con el Muro de Berlín en este aspecto es abismal, pues según el Centro de investigación Histórica de Potsdam, durante los 28 años de existencia del Muro de Berlín unas 136 personas perdieron su vida tratando de refugiarse en la parte oeste de la ciudad.
El otro país aficionado al Muro de la Vergüenza es Israel. La barrera israelí de Cisjordania de 721 kilómetros, de los cuales 409 kilómetros ya están construidos, consiste en un sistema de vallas alambradas y de un muro de hormigón de 7 metros de altura. La barrera está construida de tal forma que según la Autoridad Palestina, “deja a los territorios palestinos como islas flotantes en el mar de las colonias israelíes, algo parecido al queso suizo, por todos sitios agujereado. De esta forma se evita el establecimiento del Estado Palestino”.
Israel justifica la existencia de este muro como una necesidad vital para proteger su población de los ataques terroristas. Sin embargo, la realidad es diferente. Tanto en la Franja de Gaza como en Cisjordania hay abundantes recursos hídricos y energéticos. En la Franja de Gaza existen dos yacimientos de gas que ya está explotando British Gas (BG) para el uso exclusivo de Israel durante 30 años. Su valor es más de cuatro mil millones de dólares.
En Cisjordania están ubicados el Acuífero de la Montaña y el Acuífero del Oeste, siendo el último el más importante en la región cuya capacidad es de 36 millones de metros cúbicos. Mientras Israel consume el 90 por ciento de su capacidad, a los palestinos les toca menos de un 10 por ciento. De acuerdo a la Organización Mundial de Salud (OMS), la cantidad mínima para el consumo humano debe ser de 100 litros por habitante al día. Resulta que los palestinos, dueños de acuíferos consumen entre 30 a 78 litros por persona al día, mientras que los habitantes de Israel disfrutan de 350 litros.
Las razones geoeconómicas están detrás de la construcción por Marruecos de un muro de 2.720 kilómetros en Sahara Occidental en cuyo territorio están ubicadas las minas fosfatos más grandes del mundo. También la fachada atlántica de Sahara occidental se considera una de las regiones más ricas del planeta en pesca. Si agregamos sus posibles yacimientos de petróleo estaría claro las razones de la valla que edificó Marruecos con la anuencia de las grandes potencias.
A medida que el neoliberalismo avanza se incrementa cada vez la posibilidad de crear unos nuevos muros utilizando diferentes pretextos según la imaginación de los gobernantes. El presidente Poroshenko de Ucrania sueña con construir un nuevo Muro de Berlín en la frontera con Rusia con el dinero de Alemania dizque para protegerse del “imperialismo de Putin”. Por otro lado las autoridades locales de Eslovaquia han edificado 14 muros para aislar a los barrios gitanos.
Al paso que vamos se aleja más el día de un mundo sin fronteras y sin muros de la vergüenza.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Ricki Pelaez