La segunda cumbre del BRIC se celebrará en Brasilia los próximos 15 y 16 de abril. El primer foro de este Grupo fue convocado en la capital de los Urales, en la ciudad rusa de Ekaterimburgo, a mediados del pasado junio.
BRIC es un acrónimo acuñado por los economistas de Goldman Sachs en 2003 a partir de las iniciales de los siguientes países: Brasil, Rusia, India y China. El informe de este grupo inversor fue el principal tema del Foro Económico Mundial celebrado en Davos en 2004, donde no solamente se mencionaba a estos cuatro países como los de mayor crecimiento del PIB y de capitalización en sus mercados de valores, sino que describía el impacto que tendría para la economía mundial si sus ritmos de desarrollo continuaban con esta evolución. Según sus previsiones, China y la India se convertirían en unas de las principales locomotoras económicas mundiales a mediados de este siglo (cosa que ha terminado por ocurrir antes), mientras que Rusia y Brasil no les irían muy a la zaga.
Por lo que parece, es muy popular el pasatiempo de sumar los PIB o las reservas internacionales de Brasil, Rusia, la India y China entre los analistas financieros. El espectáculo de las cifras obtenidas debe actuar como una catarsis ante sus encorsetadas actividades de ingeniería y análisis financieros.
Sin embargo, esta mera acumulación de datos estadísticos se agota en sí misma, como el juego de los abalorios. Abundando en esta dirección, resultarían mucho más vistosas e impactantes las cuentas conjuntas del potencial de los dos monstruos actuales: EEUU y China. Pero el Imperio Celeste ya ha descartado la idea de compartir el liderazgo global con EEUU, idea planteada en reiteradas ocasiones por el ex secretario de Estado de EEUU, Henry Kissinger, y por otros representantes de la comunidad estadounidense durante el año pasado. La oposición republicana caracterizó el no chino como un fracaso más del presidente estadounidense, Barack Obama.
Con el BRIC las cosas son diferentes. El informe de Goldman Sachs atrajo la atención de los mandatarios de los cuatro países, cuyos ministros ya se han reunido seis veces desde 2006, desde la primera reunión de los titulares de Exteriores. Los coordinadores del BRIC designados por sus respectivos ministerios de Asuntos Exteriores están en permanente contacto. Los ministros de Finanzas y los gobernadores de los bancos centrales y de los bancos de desarrollo de Brasil, Rusia, la India y China ya se han reunido en cuatro ocasiones. Se comunican tanto los secretarios de los Consejos de Seguridad o cargos similares, como los jefes de Servicios Antimonopolio. Los ministros de Agricultura se reunieron en marzo en Moscú, los jefes de Servicios de Estadística lo hicieron en febrero. Un foro empresarial con la participación de hombres de negocios se celebrará en la antesala de la propia cumbre.
Los representantes del BRIC suelen votar de forma unánime y presentar resoluciones conjuntas en la ONU y en otros foros. La causa de tal unanimidad no son las reuniones regulares convocadas dentro del marco del BRIC sino que los cuatro países mantienen posturas afines respecto a los asuntos clave.
En cuanto a la técnica de celebración de las cumbres, ésta recuerda a la del G-8. No se adopta cualquier resolución de carácter vinculante, en especial respecto a los problemas importantes, sino que simplemente se cotejan posturas.
Esta vez, los principales asuntos de la agenda de la cumbre brasileña coincidirán con los que están previstos para la cumbre canadiense del G-20, a saber: la estabilidad de las monedas nacionales (con la posibilidad de efectuar pagos directos entre los países miembros) y los peligros que acechan a la salida de la crisis económica mundial.
Cada uno de los países del BRIC tiene una visión muy personal y diferente de cómo deben ser las vías de cooperación con los demás miembros. Rusia destaca por sus tradicionales dudas metafísicas en cuanto a su afiliación. No tiene claro a qué club debe acudir con mayor asiduidad. ¿el G-8, el BRIC...?.
Y lo cierto es que esta indecisión está de más, porque es más que patente que pertenece a los dos, y a alguno más, como se sabe. Brasil del mismo modo tiene relaciones con el ámbito de influencia portuguesa y con los países de Latinoamérica. Rusia camina por el alambre de la indeterminación durante ya más de tres siglos, entre su cultura de raíces, factura y vocación europea, que la comunidad europea reconoce de palabra, pero que niega de hecho; y su estatus real de país emergente, creciente, en pujante desarrollo, como Brasil, la India o China, es decir, un país no del todo integrado en el sistema económico occidental con todos sus organismos y mecanismos, que se configuró en los años 60 ó 70.
En este sentido, cabe recordar ASEM, un foro que reúne a los países europeos y los Estados del sureste asiático. Rusia intentó incorporarse a este foro por parte de Europa, pero los representantes occidentales rechazaron esta petición muy cortésmente, atribuyéndolo al hecho de que tan sólo miembros de la UE puedan participar en este evento. Entonces, se le ocurrió a la diplomacia rusa la genial idea de presentar la petición por parte de Asia, lo que era irrefutable desde el punto de vista geográfico. Sin embargo, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN) le respondió con negativas. Esos son los mismos países que ayudaron a George W. Bush a aislar a Rusia (y apaciguar ciertos ánimos de algunos miembros de su propia asociación). Finalmente, Rusia, junto con Australia, fue aceptada como país europeo ribereño del Océano Pacífico o algo por el estilo. Esta clasificación que, francamente, se corresponde bastante con la realidad, sirvió para participar en el foro.
Unos, incluso en Moscú, consideran la ambigua posición de Rusia en el mundo como un desastre, y otros como suerte.
Durante más de una década el mundo está cambiando a ojos vistas. Hoy, la división entre Oriente y Occidente o entre el Norte desarrollado y el Sur en vías de desarrollo está desvinculada de la realidad. El orden bipolar ya es historia. Pero no hay todavía una división efectiva que nos sirva de orientación, si es que debe haberla.
Sea como sea, los mecanismos internos de la economía global no prevén la reaparición de dos bloques antagónicos. El BRIC no tiene como objetivo introducir restricciones, desplazar, amenazar o confrontar a EEUU o a la UE con nadie. Tampoco tiene la intención de reemplazar al líder mundial.
Todos los países están interrelacionados. EEUU es el principal socio comercial de China y un importante socio de la India en materia de uso civil de energía nuclear. Washington también mantiene estrechas relaciones con Brasil y Rusia que, a su vez, cooperan con la UE.
El análisis de los dos documentos finales de la cumbre celebrada en Ekaterimburgo y de la agenda del foro a convocarse en Brasilia demuestra que los cuatro países integrantes del BRIC necesitan de la estabilidad económica global y de un dólar estable.
En este sentido se perfilan dos objetivos estratégicos del BRIC: 1) no permitir la discriminación económica de las potencias emergentes; 2) encontrar más puntos de coincidencia y entendimiento mutuo, evitando que las discordias ralenticen el desarrollo económico y la prosperidad, que son los mejores garantes de la amistad y la paz.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Dmitri Kósirev
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI