Vladimir Putin
Vladimir Putin publicó en su página Web dos documentos que parecen ser el borrador de su programa electoral como candidato a la presidecia del país. En ambos se apuesta por la política exterior, lo que es bastante inusual durante la última década.
Una buena oportunidad
Cualquier concepto complicado puede ser expuesto de manera breve. Y Putin se dedica a ello en persona. El documento bajo el nombre ‘Rusia se moviliza’ pretende ser una introducción al programa electoral, que tendrá 100 páginas aproximadamente. Y el tema de la política exterior, más que un complemento, es más bien la parte fundamental.
Putin empieza hablando de los “riesgos y objetivos que deberá afrontar Rusia” en el mundo y plantea la pregunta de “si seremos meros espectadores del desarrollo de los acontecimientos o participaremos en la elaboración de las reglas del juego”.
La evaluación de la situación ofrecida por Putin no tiene nada de novedoso: el modelo del mundo actual basado en una interminable cadena de créditos ha demostrado su ineficiencia. Se ha formado una “pompa de jabón” en la esfera política también, sobre todo en el aspecto del uso del poder, a veces meramente ilusorio. Como resultado, los antiguos “centros de poder” ya se ven incapaces de aplicar esta fuerza de la manera que lo hacían antes y los nuevos líderes no quieren o no pueden hacerlo. De modo que estamos entrando, concluye Putin, en un largo período de turbulencias globales. A esta conclusión le siguen los pasos a tomar, y esos son los componentes de un programa electoral.
La primera medida es “efectuar una cooperación basada en la confianza y la responsabilidad” entre los líderes de los países más importantes del mundo. El segundo postulado es aprovechar que esta época de transición es una oportunidad inmejorable para Rusia. Putin da dos razones: la etapa de la reconstrucción del país que estaba en ruinas en los años noventa del siglo pasado ha acabado y además Rusia goza de una ventaja debido a su modelo de civilización y a su “genoma cultural”. Es curioso el razonamiento de Vladimir Putin acerca de este último punto: la composición del genoma no se refiere al 50% de rasgos europeos por el 50% de los asiáticos, sino a que “en él se combinan las bases fundamentales de la civilización europea y la secular experiencia de contactos con el Oriente”. Se diga como se diga, es una suerte que una nación tenga contacto, aunque sólo históricamente, con aquella parte del mundo donde se han formado ya los nuevos centros de influencia.
Para conseguirlo Rusia habrá de movilizarse, y no en vano esta idea ha sido usada para el nombre del artículo.
Cualquier concepto complicado puede ser expuesto de manera breve. Y Putin se dedica a ello en persona. El documento bajo el nombre ‘Rusia se moviliza’ pretende ser una introducción al programa electoral, que tendrá 100 páginas aproximadamente. Y el tema de la política exterior, más que un complemento, es más bien la parte fundamental.
Putin empieza hablando de los “riesgos y objetivos que deberá afrontar Rusia” en el mundo y plantea la pregunta de “si seremos meros espectadores del desarrollo de los acontecimientos o participaremos en la elaboración de las reglas del juego”.
La evaluación de la situación ofrecida por Putin no tiene nada de novedoso: el modelo del mundo actual basado en una interminable cadena de créditos ha demostrado su ineficiencia. Se ha formado una “pompa de jabón” en la esfera política también, sobre todo en el aspecto del uso del poder, a veces meramente ilusorio. Como resultado, los antiguos “centros de poder” ya se ven incapaces de aplicar esta fuerza de la manera que lo hacían antes y los nuevos líderes no quieren o no pueden hacerlo. De modo que estamos entrando, concluye Putin, en un largo período de turbulencias globales. A esta conclusión le siguen los pasos a tomar, y esos son los componentes de un programa electoral.
La primera medida es “efectuar una cooperación basada en la confianza y la responsabilidad” entre los líderes de los países más importantes del mundo. El segundo postulado es aprovechar que esta época de transición es una oportunidad inmejorable para Rusia. Putin da dos razones: la etapa de la reconstrucción del país que estaba en ruinas en los años noventa del siglo pasado ha acabado y además Rusia goza de una ventaja debido a su modelo de civilización y a su “genoma cultural”. Es curioso el razonamiento de Vladimir Putin acerca de este último punto: la composición del genoma no se refiere al 50% de rasgos europeos por el 50% de los asiáticos, sino a que “en él se combinan las bases fundamentales de la civilización europea y la secular experiencia de contactos con el Oriente”. Se diga como se diga, es una suerte que una nación tenga contacto, aunque sólo históricamente, con aquella parte del mundo donde se han formado ya los nuevos centros de influencia.
Para conseguirlo Rusia habrá de movilizarse, y no en vano esta idea ha sido usada para el nombre del artículo.
Quiénes son los beneficiados?
La apuesta de Putin por la política exterior tiene fácil explicación: los lemas idealistas de la oposición, tanto de la antigua como de la recién surgida, parecen ingenuos y poco conexos. La oposición, por lo tanto, en este aspecto se queda fuera del juego.
Podemos ver las ideas expresadas por Putin como propuestas reales para la política exterior? Por supuesto que no. Más aún, el término “nueva política exterior”, con, cambios bruscos de las prioridades de un país, ni siquiera está sobre la mesa y se deja como algo más propio de países completamente dependientes de otros Estados.
La política exterior puede ser un tema perfecto para los debates electorales, pero a largo plazo los cambios resultan mínimos. Un buen ejemplo es Estados Unidos, donde un presidente del Partido Republicano cambió por otro del Demócrata e inlcuso ha habido motivos para un cambio radical de la línea política: fracasos militares y la pérdida de la influencia del país a nivel mundial e incluso europeo. ¿Pero acaso hay alguna diferencia fundamental entre lo hecho por los republicanos y los demócratas durante el Gobierno de Obama? No hay gran cosa: se ha dejado de usar el términos como ‘Estados canallas’ (Rogue States), no se inventan ‘ejes del mal’ y se evita la participación directa en guerras. La política se reorienta de Oriente Próximo a la región del Pacífico y a China. Seguramente los republicanos harían lo mismo, pero sin incordiar a China. Se aplaudió la “llegada de la democracia” al Oriente Próximo, aunque desde el principio fuera evidente que lo que allí estaba ocurriendo, además de tener poco que ver con
la “democratización”, era un fuerte golpe contra las posiciones de EEUU. De modo que la retórica es diferente, pero el estilo es el mismo.
Por qué pasa eso casi en todos los países de mayor o menor relevancia? Por qué la política exterior no presenta interés para el debate de los partidos? Será porque refleja los intereses materiales de millones de personas. Y lo confirman las experiencias de Rusia de principios de los noventa, cuando intentó en serio “reorientarse hacia Occidente”. El resultado fue la pérdida de mercados y la firma de contratos poco provechosos. Los expertos hasta el día de hoy intentan remediar los destrozos de aquellos tres o cuatro años de “política exterior diferente”. En la actualidad ni siquiera tiene sentido orientarse hacia Occidente, dado que ya no es como era.
Qué es lo que interesa realmente a los electores de la política exterior de su país? Primero, que no se les impida viajar por el mundo para descansar y hacer negocios donde les plazca. Segundo, que se protejan los intereses de las ciudadanas rusas casadas con extranjeros y en general de todo ciudadano ruso que permanezca fuera del territorio nacional. Están también los contratos con costes multimillonarios, que en muchos casos están condicionados por la política exterior. El país, además, no debe permitir que otros Estados se inmiscuyan en sus asuntos internos, pretendan derrocar al Gobierno ni intenten agredirlo. Por lo tanto, en esta esfera no queda lugar a políticos, sino a profesionales concienzudos que suelen trabajar para las autoridades. Y la oposición, por lo menos en Rusia, es incapaz de aportar perfiles valiosos.
Para poder usar el tema de la política exterior en la campaña contra Putin, sólo se podría contar con argumentos forzados y electores muy mal informados. Un asunto aparte es lo bien informada y lo dependiente de Internet que está la clase media rusa. Como lo es también el grado del idealismo de los votantes al Partido Comunista de Rusia o las fuerzas nacionalistas. Pero en general la política exterior no parece ser un tema demasiado provechoso para la oposición.
Podemos ver las ideas expresadas por Putin como propuestas reales para la política exterior? Por supuesto que no. Más aún, el término “nueva política exterior”, con, cambios bruscos de las prioridades de un país, ni siquiera está sobre la mesa y se deja como algo más propio de países completamente dependientes de otros Estados.
La política exterior puede ser un tema perfecto para los debates electorales, pero a largo plazo los cambios resultan mínimos. Un buen ejemplo es Estados Unidos, donde un presidente del Partido Republicano cambió por otro del Demócrata e inlcuso ha habido motivos para un cambio radical de la línea política: fracasos militares y la pérdida de la influencia del país a nivel mundial e incluso europeo. ¿Pero acaso hay alguna diferencia fundamental entre lo hecho por los republicanos y los demócratas durante el Gobierno de Obama? No hay gran cosa: se ha dejado de usar el términos como ‘Estados canallas’ (Rogue States), no se inventan ‘ejes del mal’ y se evita la participación directa en guerras. La política se reorienta de Oriente Próximo a la región del Pacífico y a China. Seguramente los republicanos harían lo mismo, pero sin incordiar a China. Se aplaudió la “llegada de la democracia” al Oriente Próximo, aunque desde el principio fuera evidente que lo que allí estaba ocurriendo, además de tener poco que ver con
la “democratización”, era un fuerte golpe contra las posiciones de EEUU. De modo que la retórica es diferente, pero el estilo es el mismo.
Por qué pasa eso casi en todos los países de mayor o menor relevancia? Por qué la política exterior no presenta interés para el debate de los partidos? Será porque refleja los intereses materiales de millones de personas. Y lo confirman las experiencias de Rusia de principios de los noventa, cuando intentó en serio “reorientarse hacia Occidente”. El resultado fue la pérdida de mercados y la firma de contratos poco provechosos. Los expertos hasta el día de hoy intentan remediar los destrozos de aquellos tres o cuatro años de “política exterior diferente”. En la actualidad ni siquiera tiene sentido orientarse hacia Occidente, dado que ya no es como era.
Qué es lo que interesa realmente a los electores de la política exterior de su país? Primero, que no se les impida viajar por el mundo para descansar y hacer negocios donde les plazca. Segundo, que se protejan los intereses de las ciudadanas rusas casadas con extranjeros y en general de todo ciudadano ruso que permanezca fuera del territorio nacional. Están también los contratos con costes multimillonarios, que en muchos casos están condicionados por la política exterior. El país, además, no debe permitir que otros Estados se inmiscuyan en sus asuntos internos, pretendan derrocar al Gobierno ni intenten agredirlo. Por lo tanto, en esta esfera no queda lugar a políticos, sino a profesionales concienzudos que suelen trabajar para las autoridades. Y la oposición, por lo menos en Rusia, es incapaz de aportar perfiles valiosos.
Para poder usar el tema de la política exterior en la campaña contra Putin, sólo se podría contar con argumentos forzados y electores muy mal informados. Un asunto aparte es lo bien informada y lo dependiente de Internet que está la clase media rusa. Como lo es también el grado del idealismo de los votantes al Partido Comunista de Rusia o las fuerzas nacionalistas. Pero en general la política exterior no parece ser un tema demasiado provechoso para la oposición.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI