A las naciones postsoviéticas les será cada vez más difícil aprovechar en beneficio propio las controversias entre las grandes potencias mundiales, opina Alexander Lukin, experto ruso en estudios asiáticos.
Los intereses de China, EEUU y Rusia en el Asia Central convergen en gran medida: es el apoyo de regímenes laicos y la lucha contra el narcotráfico y el terrorismo. A la cooperación en esta materia contribuirá también la mayor flexibilidad de la nueva Administración estadounidense, señala Lukin en un artículo publicado hoy en el diarioKommersant.
El articulista menciona especialmente el caso de Tayikistán y califica de "convulsiva" la política que Dushambé aplica últimamente en relación con Moscú. A juicio del experto, es algo que se sustenta en "una visión postcolonial típica para muchos países postsoviéticos". Se sienten víctimas de una opresión prolongada, con la que explican su actual pobreza, y creen que todo el mundo les debe algo. Su política exterior, por tanto, se basa en los intentos de explotar las discrepancias entre grandes jugadores globales - China, EEUU, Rusia y Unión Europea - para recabar de ellos el mayor número posible de privilegios.
En el pasado, Moscú prefería pasar por alto esa táctica pero la situación cambió con la guerra de agosto pasado en Georgia y la inminente clausura de la base aérea estadounidense en Manas, en Kirguizistán. Las élites de países postsoviéticos empiezan a darse cuenta de que una orientación incondicional hacia EEUU tampoco justifica sus expectativas: Washington es incapaz de garantizarles la integridad territorial ni la estabilidad política. La amistad con Moscú, en cambio, podría aportar hoy dividendos reales, según demuestra la importante ayuda rusa a Kirguizistán.
En el caso de Tayikistán, sin embargo, hay otros dos factores que se suman al habitual deseo de aprovechar las diferencias entre los grandes: un conflicto con los países limítrofes y la gravísima situación interna que es resultado tanto de la crisis mundial como de una gestión poco eficiente. En una situación así es lógico que se busquen algunas circunstancias externas para justificar el deplorable estado de la economía doméstica y el bajo nivel de vida de la población.
El articulista recomienda a Rusia hacer lo posible para no verse en el papel de enemiga externa. Como sucesora legal de la URSS, no le conviene apoyar a una
parte determinada en los conflictos que tienen lugar en el espacio postsoviético. Por el contrario, debería actuar como mediadora honesta y fiable que no se deja involucrar en litigios, ni siquiera a cambio de concesiones, y a la que los demás podrían apelar en busca de una solución equitativa.
viejo Condor
RIA Novosti (SIC)