“Irán rechaza negociar con seriedad y se ha entregado a nuevas provocaciones. Sus crecientes ambiciones militares, nucleares y balísticas son una amenaza creciente que puede conducir a ataques preventivos contra enclaves iraníes, lo que provocaría una crisis mayor”, dijo Sarkozy en la conferencia anual de embajadores franceses, el pasado 31 de agosto.
Sin precisar los países dispuestos a atacar Irán y hablando en nombre de la humanidad progresista, el presidente francés expresó su seguridad en que la comunidad internacional responderá de forma adecuada, si muestra firmeza e impone sanciones todavía más severas contra Irán.
Es comprensible que la euforia tras el éxito de la operación en Libia, con Gadafi prófugo, y el Consejo Nacional de Transición reconocido por la mayoría de los gobiernos occidentales estimule el apetito belicista de políticos como Sarkozy, pero en el caso de Irán, el asunto es mucho más complicado de lo que parece.
Expertos en Rusia alertan que en esta ocasión, la retórica de intimación y amenaza puede tener consecuencias muy graves porque el contencioso sobre el programa nuclear iraní debe analizarse a partir de nuevas premisas geopolíticas y otras reglas de juego en las relaciones entre los países.
En consonancia con estereotipos establecidos, Estados Unidos y países aliados quieren disipar las sospechas que despierta el programa nuclear iraní con recetas de cacique, es decir, que Irán sin condiciones, suspenda su programa de enriquecimiento de uranio, a pesar de que otros países del mundo desarrollan este mismo tipo de investigaciones.
El argumento para esa discriminación es simple, una vez desarrollada la tecnología para enriquecer uranio, Irán podrá obtener el material fisible suficiente para fabricar armas nucleares.
Por su parte, Irán rechaza esas acusaciones y asegura que como cualquier país del mundo ejecuta el derecho de desarrollar programas nucleares de uso pacífico en colaboración con el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Pero por lo visto, los recelos de EEUU y sus aliados tienen más validez que las declaraciones del gobierno iraní, y tal vez por eso, el pasado me de junio, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó ya la cuarta resolución con más sanciones contra Irán.
Sanciones que por lo visto afectan, pero no lo suficiente como para obligar a Irán a capitular, y lejos de vislumbrase una solución, el contencioso sobre el programa nuclear iraní cada vez se eleva a una fase más compleja que el nivel anterior, y así sucesivamente.
En la segunda mitad de agosto, la situación en torno a Irán se agudizó con nuevos rumores en Occidente sobre “las ambiciones” nucleares de Teherán, que tanto preocupan al presidente Sarkozy.
Fueron las declaraciones del jefe de la Organización de Energía Atómica de Irán Fereidun Abbasi- Davani sobre el traslado de parte de las centrifugadoras de enriquecimiento de uranio de la fábrica en Natanz, a la planta Fordu cerca de la ciudad de Kum.
En realidad Teherán nunca ocultó este hecho, al contrario, el portavoz del ministerio de Asuntos Exteriores de Irán Ramin Mejmanparast convocó expresamente una rueda de prensa para informar sobre la instalación de una nueva cadena de centrifugadoras para acelerar y producir uranio enriquecido en un 20 por ciento.
Como precisó la agencia iraní ISNA, en Fordu las autoridades iraníes planean instalar 164 centrifugadoras de nueva generación de acuerdo a un plan publicado en noviembre de 2009 sobre la construcción 10 plantas de enriquecimiento de uranio.
Pero el anuncio sobre la ampliación en fue calificada por la cancillería de Francia como “una provocación de turno perpetrada por Irán y una violación de las resoluciones de la ONU”.
Occidente tampoco reaccionó con mucho entusiasmo a la noticia relacionada con otros avances del programa nuclear iraní, esta vez concernientes a la conexión de la planta nuclear de Bushehr a la red eléctrica iraní.
Finalmente, la prensa difundió la información de que Irán rechazó definitivamente la oferta de uranio propuesta por la comunidad internacional que condicionaba la renuncia de Irán a enriquecer uranio en su territorio a cambio de recibir ese mismo material desde el exterior.
Un dialogo de sordos, Occidente continúa amenazando e Irán sigue la marcha de su programa nuclear a pesar de las perspectivas de ser blanco de los ataques preventivos anunciados por Sarkozy.
Y no obstante, expertos militares citados por el diario Estrella Roja, órgano del ministerio de Defensa de Rusia afirman que las declaraciones de Sarkozy más que todo están destinadas a caldear la situación política, porque en las actuales circunstancias, los militares franceses no se atreverán a emprender una operación militar contra Irán.
Porque físicamente la Fuerzas Armadas de Francia no están en condiciones de hacerlo. La única base militar en los Emiratos Árabes no es suficiente para albergar la cantidad de aviones de combate necesarios para atacar de forma eficaz las instalaciones iraníes.
El envió al mar arábigo una escuadrilla de buques con aviones de combate es muy poco probable porque todavía falta mucho para concluir las labores de reparación y modernización del portaviones Charles de Gaulle todavía está en reparaciones.
Para emprender una campaña militar contra Irán, Francia debe contar con el apoyo al menos de EEUU. Pues en lo a pesar de las encendidas amenazas que hacen ciertos políticos, Israel en el momento actual no tiene planes de emprender una aventura semejante ya que confía en que EEUU y sus aliados en la OTAN actuando en conjunto, tarde o temprano destruirá los objetivos nucleares y el potencial militar de Irán
Porque si algunos gobiernos se aventuran por su cuenta, sobre Israel y la mayoría de países productores de petróleo del Golfo Pérsico deberán afrontar la avalancha de destrucción de miles de misiles de corto y mediano alcance iraníes.
Los expertos del Pentágono saben muy bien que las fuerzas armadas iraníes son una de las más poderosas de la zona y para aniquilar el sistema de defensa antiaéreo de la república islámica y destruir su arsenal de misiles se necesita una flota aérea muy poderosa.
Organizar esa flotilla es posible, pero en las actuales circunstancias cuando Barack Obama se prepara para otra campaña electoral y la actual crisis de la deuda pública estadounidense hace que esa empresa evidentemente costosa y arriesgada tenga muy poco atractivo.
Politólogos rusos afirman que la guerra de occidente contra Irán dependerá en gran medida de la evolución de del experimento emprendido para democratizar el mundo árabe, lógicamente Egipto, Túnez y Libia, aunque el momento decisivo lo marcará un triunfo de la revolución en Siria.
Si cae el gobierno de Bashar al Assad, los políticos accidentales tendrán el boleto en la mano para obligar a sus militares a emprender la guerra contra Irán y se repetirá lo que siempre ha ocurrido a lo largo de la historia.
Cuando los políticos declararán las guerras, los militares se dedican a organizar las batallas y los pueblos involucrados a poner los muertos.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)