Era evidente que el reciente informe de la Сomisión Internacional de Aviación (CAI) sobre las causas del accidente aéreo en el que murió el presidente de Polonia, Lech Kaczynski, y 95 personas de su comitiva, pudiera satisfacer a toda la élite política polaca.
La tragedia ocurrió el 10 de abril de 2010 en las afueras de Smolensk (al Oeste de Rusia), cuando la delegación gubernamental polaca planeaba participar en un acto conmemorativo a oficiales polacos asesinados en 1940 en Katyn, cerca a Smolensk.
El partido del fallecido presidente y de su hermano, Jaroslaw, a quién le faltó un 4% para ganar las últimas elecciones presidenciales, se empeñan en imponer la versión de que la responsabilidad del accidente fue de los controladores aéreos rusos.
Para estas personas, el informe de la CAI les cayó como anillo al dedo, porque el documento estableció que en el accidente ocurrió porque los pilotos optaron por aterrizar minimizando los riesgos del mal tiempo, y en parte, presionados por funcionarios militares polacos alto rango a bordo.
En otras palabras, Jaroslaw y su partido, ahora pueden decir a la sociedad polaca: “miren lo que pasa cuando se colabora con los rusos, como recomendó el primer ministro polaco Donald Tusk”.
La intención de Jaroslaw Kaczynski de defender esta tesis quedó en evidencia después de la rueda de prensa celebrada hace dos semanas en la que anticipó que el informe de la CAI era una “recopilación de especulaciones”, a pesar de que en ese momento, desconocía el texto del informe.
“El primer ministro Tusk no aceptó ninguna de nuestras propuestas para que la investigación de este asunto fuera desarrollada por la parte polaca,- dijo Kaxzyynski.- Y ahora, como resultado de esa postura, tenemos un informe que unilateralmente responsabiliza a los pilotos polacos de la catástrofe”, subrayó Kaczynski.
A consecuencia de esa rueda de prensa, Tusk tuvo que interrumpir sus vacaciones, porque no se puede pasar por alto la opinión de un político al que le faltó un 4% para ganar las elecciones presidenciales.
Lo más probable es que el presidente del Gobierno polaco tenga que dar explicaciones por qué no fue posible tener en cuenta todos los comentarios de la parte polaca recopilados en 150 folios, y remitidos a Moscú en diciembre del año pasado.
Todo parece indicar que la opinión pública polaca forzará a Tusk a luchar a brazo partido para que la parte rusa tengan en cuenta la totalidad de esas objeciones.
Independientemente de los objetivos del CAI, Kaczysnki se salió con la suya al suplantar el interrogante de “¿Cómo ocurrió?” por, “¿De quién fue la culpa?”.
Por su parte, la presidenta del CAI, Tatiana Anódina, y su colega, Alexei Morozov, quienes presentaron el informe, subrayaron que el objetivo de su investigación fue establecer las causas del accidente, es decir, cuestiones técnicas, y no determinar a los responsables, al ser un asunto de competencia de los jueces de instrucción.
Y no obstante, la investigación ya adquirió connotaciones políticas y es un hecho que la politización de este proceso empezó precisamente en Polonia.
La verdad es que la catástrofe aérea ocurrida cerca de Smolensk fue resultado de una serie de circunstancias nefastas: si Lech Kaczynski no se hubiera empeñado en viajar a Katyn en contra de la voluntad de Tusk y sin disponer de una invitación oficial de la parte rusa…
Si el nivel de su visita y, consecuentemente, el carácter del vuelo del avión presidencial no hubiera sido tan impreciso: según el CAI, un vuelo privado, o militar, en opinión de Jaroslaw Kaczynski.
Si no hubiera habido tanta niebla… Si los controladores aéreos desde el principio le hubieran negado rotundamente al Tu-154 el aterrizaje… Y, lo más importante, si Rusia y Polonia hubieran tenido buenas relaciones…
Los accidentes suelen ocurrir cuando en un momento trágico, coinciden muchas circunstancias adversas de este tipo.
Incluso, muchas personas pueden tener cierta o mucha culpa, y no obstante, nunca habrá ningún “asesino” concreto, a pesar de los esfuerzos de alguien o algunos para que exista.
En este tipo de situaciones, lo peor que se puede hacer es determinar las responsabilidades a partir de un criterio nacional, insistiendo en que “la culpa fue de los rusos” o “que los responsables fueron los polacos”.
Sin embargo, en el momento inmediatamente después al accidente, los polacos y los rusos estuvieron a la altura de las circunstancias: unos depositaron flores en la Embajada polaca, otros hicieron un llamamiento a la unidad y a la amistad hacia los rusos. Y a esa altura deberían permanecer las relaciones bilaterales.
Aunque existen algunos que les gustaría hechar por tierra esa actitud moral.
Algunas fuerzas políticas polacas difunden todo tipo de leyendas absurdas como que la niebla en el aeropuerto fue provocada artificialmente, que los rusos estropearon los equipos de navegación del avión o que los controladores aéreos “estaban borrachos en el centro de control” (cita de Kaczynski).
Sería incorrecto responder de la misma manera, pero también es absurdo ceder a los caprichos de este político.
Según la opinión del columnista del periódico Gazeta Wyborcza, Yaloslav Kursky, “si la investigación del accidente no tiene en cuenta el punto de vista de los expertos polacos o lo rechaza de plano como inaceptable, se daría una señal muy negativa que sería muy difícil de explicar a la opinión pública polaca”.
Kursky es una de las voces que, en los medios de comunicación polacos, lleva meses luchando contra esas teorías conspirativas sobre el accidente de Smolensk y ciertamente resulta difícil no estar de acuerdo con su opinión.
Alguien dirá que en Rusia “la opinión pública polaca nos tiene sin cuidado”, pero en este caso, puede ocurrir lo que le pasó al camarada Trotsky, que resultó que estaba equivocado por completo.
Porque es cierto que es inútil intentar convencer a los partidarios de Kaczynski; pero no podemos perder de vista que existe otra Polonia más grande, con la que merece la pena esforzarse para tener buenas relaciones.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Dmitri Babich
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI