Rusia es el lugar elegido para el lanzamiento de los satélites que han sido creados por la empresa estatal uruguaya ANTEL para mejorar sus redes.
Cada vez hay más estados en Latinoamerica con programas espaciales. Antes solo los países más grandes de la región podían permitirse participar en ellos: Brasil, Argentina y México.
“A finales del siglo XX y principios del XXI un amplio grupo de países de la región ha experimentado un significativo proceso de desarrollo. Se han sumado a la investigación espacial potencias medianas y pequeñas de Sudamérica como Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador y Venezuela, y de Centroamérica comoNicaragua y Costa Rica”, explica a RBTH la investigadora jefa del Instituto de América Latina adscrito a la Academia de las Ciencias rusa, Anna Protsenko.
A finales de 2013, América Latina contaba ya con 72 satélites en el espacio, y se prevé que para 2017 este número aumente hasta 98 satélites. Esto permitirá dotar a toda la región de acceso a internet de alta velocidad.
Junto con el satélite uruguayo, otros dos satélites de comunicaciones argentinos y uno peruano se enviarán a la órbita desde la base de Yasni, región de Oremburgo, en el lanzamiento de junio.
El misil balístico intercontinental RS-20 Voevoda lanzará a finales de junio el satélite ANTEL Sat desde la base espacial Yasni, emplazada en la región de Oremburgo. La entrada en órbita del primer satélite uruguayo marcará el punto de partida para las investigaciones espaciales de la República Oriental de Uruguay.
El ANTEL Sat ha sido diseñado y fabricado en la Facultad de Ingeniería de la Universidad de la República con la colaboración de la empresa estatal de telecomunicaciones de Uruguay ANTEL. La empresa ha invertido en el proyecto 695.000 dólares. Una vez lanzado el satélite, su entrada en órbita será supervisada desde una estación terrestre de conexión situada en el barrio Manga de Montevideo.
Como una taza de café
El satélite se basa en un diseño estándar conocido como CubeSat: un aparato de forma cúbica de 10 centímetros de arista –aproximadamente como una taza de café– y un peso de cerca de un kilogramo. Los CubeSat cuentan con unas pequeñas antenas móviles y baterías solares superficiales o abatibles. El interior de estos minúsculos aparatos está compuesto de sensores y cámaras. En cuanto el lanzador coloca el CubeSat en la órbita terrestre, este comienza a transmitir información de diversa índole a la Tierra.
Entre las operaciones que pueden realizar estos minisatélites destaca la transferencia de fotografías gran angular de la Tierra, la comprobación de las radiocomunicaciones, la supervisión del campo magnético de la Tierra y el estudio de sus cinturones de radiación. Los CubeSat suelen permanecer en esa posición cerca de seis meses. Pasado ese plazo, comienzan a descender en espiral hasta que arden en la atmósfera terrestre.
Un billete de ida
“La posibilidad de montar microsatélites a partir de los componentes disponibles en el mercado y de lanzarlos al espacio a un buen precio ha permitido a los estudiantes de numerosas universidades adquirir una considerable experiencia en el diseño de aparatos espaciales”, explica a RBTH el director de desarrollo del grupo de tecnología espacial y telecomunicaciones de la Fundación Skólkovo, Dmitri Paison.
Los CubeSat ofrecen la posibilidad de realizar pruebas de vuelo reales a bajo coste, asequible tanto para las organizaciones industriales como para las académicas.
Aunque su diseño y estructura es bastante simple y cualquier radioaficionado puede adquirir fácilmente los componentes necesarios para su montaje en una tienda ordinaria de aparatos electrónicos, estos satélites no son ningún juguete para los estudiantes.
“Los CubeSat se emplearán en tareas de observación de la Tierra desde el espacio, para proporcionar servicios de comunicación —especialmente en regiones remotas de difícil acceso— para realizar seguimientos de determinados territorios con fines científicos e incluso para luchar contra el cultivo ilegal de drogas y el narcotráfico. En definitiva, para resolver problemas de gran importancia”, asegura el experto. Se trata de satélites que están destinados tanto a países como a empresas que buscan un nuevo sector de mercado. “Al eliminar la barrera de entrada, la tecnología del CubeSat facilita la salida al mercado y acelera la comercialización de proyectos de satélites”, aclaró Paison.
“Los CubeSat no se lanzan de uno en uno. Un integrador de sistemas los entrega ya empacados en una plataforma contenedora especial. Los contenedores se fijan al lanzador y varios satélites se ponen en marcha simultáneamente en el espacio. Gracias a esto, el costo de lanzamiento de cada satélite se reduce”, asegura a RBTH la empresa espacial internacional Kosmotras, que se dedica a efectuar lanzamientos comerciales con el cohete Dnepr.
El diseño del lanzador Dnepr
“El lanzador tiene capacidad para albergar hasta 30 CubeSat”, explica Kosmotras a RBTH, aunque la empresa no revela el costo del lanzamiento del ANTEl-Sat alegando el secreto comercial.
Una carrera al espacio
Se han desarrollado en la región programas nacionales para el diseño de estos satélites pequeños. Su relativo menor costo permite a los países llevar a cabo este tipo de proyectos de manera independiente.
La menor funcionalidad del satélite no quita importancia al proyecto en sí.
En primer lugar, porque el esfuerzo por conseguir productos de fabricación propia se convierte en una cuestión de orgullo nacional; y, en segundo lugar, porque aumenta el estatus del país dentro de la región.
“Por otra parte, la creación y el lanzamiento sin incidencias de pequeños satélites como el de Uruguay, diseñados y montados en su totalidad en centros de investigación nacionales, pueden constituir un primer paso para el posterior desarrollo de grandes satélites basados en sus propias soluciones y proyectos tecnológicos”, asegura Anna Protsenko, investigadora de la Academia de las Ciencias rusa.
Viejo Condor
Rusia BTH (SIC)