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Putin, Bush, y el escenario de la nueva "guerra fría"
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Vladimir Putin, el hombre de la
mirada de hielo, formado en el mundo del espionaje (KGB), con el petróleo como
herramienta estratégica de poder, intenta relanzar a Rusia como la gran potencia
Emergente de las cenizas del Kremlin
y de la Guerra Fría, y luego de expulsar del poder al lobby sionista infiltrado
con Yeltsin tras la caída de la URSS, la Rusia de Putin se proyecta hacia la
consolidación de un Imperio forjado a partir de la vieja sociedad capitalista de
las armas, el petróleo y las finanzas.
Se trata de
un reposicionamiento de la "Guerra Fría", no ya entre dos sistemas opuestos (el
capitalista y el comunista) sino entre dos potencias capitalistas que se
disputan la hegemonía del poder mundial.
La antigua "guerra fría" de la URSS con EEUU
(y el bloque aliado de naciones capitalistas) era principalmente por áreas de
influencia militar y política: el sistema comunista vs. el sistema
capitalista occidental.
Como consecuencia irradiadora, en el mundo y
en los cinco continentes confrontaban" dos sistemas": la "revolución
socialista" por vías del poder armado, o del poder político (exportada por
la URSS), y la "civilización capitalista de libre mercado" (exportada por
EEUU y sus aliados).
Con la derrota y desaparición de la
URSS (punto de referencia geopolítico y logístico de la "revolución
socialista" y de sus movimientos armados) desaparece el sistema comunista, y el
sistema capitalista occidental de "libre mercado" ingresa al nuevo "orden
mundial" convertido en sistema hegemónico unipolar liderado por EEUU como
potencia locomotora.
Por lo tanto, a la contradicción fundamental
de la "guerra intersistemas" (comunismo vs. capitalismo) por áreas de
influencia y dominio geopolítico-militar, le sucede la "guerra
intercapitalista" por áreas de influencia y de control de recursos
productivos y de mercados, dentro de un mismo sistema.
Como consecuencia irradiadora, los
conflictos sociopolíticos ya no se desarrollan en el radio de influencia
de "sistemas diferentes" (comunismo vs. capitalismo) sino como contradicciones
económicas, políticas y sociales de un "sistema único": el capitalismo de
libre mercado nivelado como "única civilización" para todo el planeta
En este contexto internacional, la llamada
nueva "guerra fría" de Rusia con EEUU (y el bloque aliado de la Unión Europea)
es principalmente por áreas de influencia comercial y competencia por los
mercados: el Estado capitalista ruso vs. el sistema capitalista occidental de
libre mercado, liderado por EEUU como potencia locomotora.
Pero, para entender la nueva "guerra fría"
por áreas de influencia que mantienen Rusia y EEUU, es necesario entender
primero la guerra de Putin con el lobby sionista
ruso-europeo-estadounidense.
El fracaso del lobby
sionista
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Oligarquía
sionista: Mijaíl Jodorkovski, dueño de la petrolera rusa Yukos, hoy
encarcelado
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Oligarquía sionista:
Roman Abramovich, 40 años y más de
$13.3 billones, según revista
Forbes
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Tras la desaparición
de la URSS, en la década del 90, la administración Boris Yeltsin
desmanteló por completo al ex Estado soviético para ponerlo en manos de la mafia
interna (la "nueva oligarquía" sionista) aliada a las transnacionales y bancos
capitalistas, con terminales en Europa y EEUU, que intentaban integrar a Rusia y
a las ex repúblicas socialistas al "gran mercado
capitalista".
Severamente
disminuida en sus capacidades militares y económicas, y perdidas buena parte
de las áreas de influencia que en su momento detentó la URSS, los nuevos
líderes e ideólogos nacionalistas rusos, con Putin a la cabeza, apostaron a la
estrategia y la táctica como armas para redefinir su futuro (no en balde Rusia
es la sociedad ajedrecística por excelencia en el mundo).
El Gobierno
de Yeltsin, con Putin de primer ministro, consolidó las "reformas" y el ingreso
al poder de los "oligarcas" entre los cuales brillaban con luz propia
Boris Berezovksy y
Mijaíl Jodorkovski (dueño de la petrolera rusa Yukos, hoy encarcelado, y que
aspiraba a la presidencia). Ambos eran señalados como cabezas emblemáticas de lo
que se conocía como el "lobby sionista" de la Rusia pots-soviética.
Luego de
asumir como presidente interino por la enfermedad de Yeltsin, Putin (con su
entorno conocido como la "camarilla de la KGB") inició una purga feroz contra el
"lobby sionista" de los oligarcas que se profundizó cuando llegó a la
presidencia de Rusia por elecciones, convertido en el nuevo "líder
fuerte" del país.
Una vez que Putin (y
tras ejercer el gobierno interino por enfermedad de Yeltsin) asumiera la
presidencia en el 2000, restauró la burocracia soviética convertido en
"nacionalismo ruso" con un fuerte control sobre las FFAA y el aparato de
seguridad y con la hipótesis de "guerra contra el terrorismo checheno"
infiltrado por la CIA.
Desde esa
posición de poder, Putin y su grupo iniciaron una persecución contra el poder de
los oligarcas "sionistas", en primer lugar contra los dos multimillonarios
Berezovksy y
Khodorjovksy, hoy exiliado en Londres uno, preso el otro, acusado de
evasión y fraude contra el Estado.
Desde allí Putin inició la
purga y la cacería de los sionistas pro-Washington, cuyas representaciones más
emblemáticas eran los mencionados oligarcas potentados
Berezovksy y Mijaíl
Jodorkovski, el dueño de Yukos, el gigante petrolero luego comprado y
nacionalizada por el gobierno ruso en el 2004.
El arresto de Jodorkovsky sacudió al mundo financiero de Europa y de
Wall Street, y el sionismo mediático lanzó una ofensiva internacional
para conseguir su liberación.
El arresto de Jodorkovsky sacudió al
mundo financiero de Europa y de Wall Street, y el sionismo mediático
lanzó una ofensiva internacional para conseguir su liberación.
La prensa británica llegó a especular
sobre una posible conexión entre Jodorkovsky y Jacob Rothschild, cabeza
emblemática del sionismo británico.
Jodorkovsky, según la prensa
británica, habría solicitado apoyo a un grupo neoconservador de EEUU conectado
con el lobby judío que controla la Casa Blanca.
Roman Abramovich y Boris
Berezovsky, se exiliaron en Reino Unido luego de trasladar parte de sus
fortunas a Londres.
Luego de acceder al poder con Yeltsin,
Putin y el grupo nacionalista de la ex burocracia soviética refugiada en la KGB
atacaron los dos frentes operativos de los "oligarcas" para apoderarse de
Rusia:
1) La oligarquía y el lobby
sionista ruso con terminal en el lobby judío de Washington y Wall Street
que, infiltrada en el gobierno de Yeltsin, propiciaba la sociedad de consumo y
el "libre mercado" para apoderarse de la economía rusa tras la caída de la
URSS.
2) La guerrilla fundamentalista
chechena infiltrada por la CIA que había colaborado con la mafia rusa y los
oligarcas para desestabilizar y derrocar al régimen soviético, y que ya
actuaba para el sionismo ruso con terminal en Washington-Wall Street.
El cerco a Rusia
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Revoluciones naranja: Un manifestante
adhiere a un gobierno
"pronorteamericano"
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Una vez que Putin y los nacionalistas rusos expulsaron del
gobierno a los oligarcas, el lobby sionista europeo-estadounidense (que
fracasó en su proyecto de controlar el mercado y el sistema económico
productivo ruso con un modelo capitalista trasnacional con terminal en
Washington y Wall Street), operó en tres frentes para derrocarlo.
1) las "revoluciones naranja" que buscaban controlar los
gobiernos, el mercado y el sistema económico-productivo de las ex repúblicas
soviéticas integrándolas al modelo capitalista trasnacional con terminal en
Washington y Wall Street.
2) La mafia (armas y drogas) y el "terrorismo checheno"
controlados por la CIA que buscaban desestabilizar el espacio postsoviético
creando las condiciones para el ingreso de gobiernos títeres de Washington y el
lobby sionista.
3) La inclusión en la OTAN (y en la Unión Europea) de las
ex repúblicas soviéticas del Pacto de Varsovia para trazar un cerco militar
alrededor de Rusia.
La estrategia "otansista" del lobby EEUU- Unión Europea intentaba
aislar a Rusia por medio del establecimiento de un cordón de repúblicas ex
soviéticas con gobiernos pronorteamericanos y sumisos a Europa alrededor del
cuello económico de ésta (petróleo y gas).
Las
redes de la droga y el tráfico de armas infiltradas por la CIA y
los servicios secretos rusos, así como
las disputas estratégicas entre Rusia y el eje EEUU-Unión Europea
por áreas de influencia, son factores esenciales que cuentan en las "revueltas populares" que hasta ahora -salvo
Uzbekistán y Bielorrusia- han terminado con gobiernos pro-Washington en la
región.
Las protestas y los movimientos de caos planificado y de
desestabilización callejeros (Georgia, Ucrania y Kirguistán) fueron
organizados por las ONG financiadas y dirigidas por Washington utilizando las
redes económicas de la CIA canalizadas a través de la USAID, según
informes de la inteligencia rusa expuestos en el Parlamento
moscovita.
Todas las
"revoluciones de terciopelo" en aquella región sirvieron a los intereses
financieros globales de Washington –representados por la Open Society de
George Soros y la Fundación Nacional para la Democracia (NED) cuyos
fondos provienen de la Agencia Internacional para el Desarrollo (USAID)-
para fracturar y desmembrar las fronteras nacionales de sus más importantes
rivales geoestratégicos: China, Rusia e India.
En opinión de expertos rusos las llamadas "revoluciones de
terciopelo" de Georgia, Kirguistán y Ucrania no fueron tales sino
movimientos golpistas "democráticos" orientados a sustituir gobiernos
fieles a Moscú por otros que respondieran a los intereses de Washington.
Con políticos que responden
incondicionalmente a las directrices de la Casa Blanca, como es el caso de
Viktor Yushchenco en Ucrania, cuya campaña fue organizada y financiada
por el Departamento de Estado, a través de su esposa, quien fuera secretaria de
George Bush padre.
Parte de las ex repúblicas comunistas de Europa del Este que
conformaron la Unión Soviética -y el Pacto de
Varsovia-, ahora son miembros de la OTAN., la fuerza militar liderada por
Estados Unidos que nació para combatir la expansión militar del ex Imperio
Soviético del que formaban parte estos flamantes miembros de la alianza
atlántica.
Desde
el fin de la Guerra Fría, la estructura militar controlada por Estados
Unidos primero, incorporó a Polonia, Hungría y la República Checa, y ahora se
extiende a Rumania y Bulgaria. Además, con las tres repúblicas bálticas de
Lituania, Letonia y Estonia, llega casi hasta
Finlandia.
Con la ampliación de la
OTAN con "socios confiables" de las ex repúblicas soviéticas de Europa
del Este, Estados Unidos consiguió la consolidación de su poder geopolítico
y militar estratégico en la región, en desmedro de Rusia, y China
que ven afectadas y desestabilizadas
sus fronteras y áreas de influencia.
El
caos y la desestabilización planificada con las "revoluciones de terciopelo" en
el Asia Central forman parte del mismo proyecto estratégico, cuyo objetivo
central apunta a desestabilizar las fronteras y áreas de influencia de Rusia con
el propósito del control militar y geopolítico sobre las ex repúblicas
soviéticas.
En este marco, y luego de asumir la presidencia en el 2000, Vladimir
Putin, el hombre de la mirada de hielo, formado en el mundo del espionaje (KGB),
con el petróleo como instrumento geopolítico-económico estratégico, ponía en
marcha su proyecto de relanzar a Rusia como la gran potencia del siglo
XXI
El contraataque petrolero de
Putin
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El presidente de Irán, Mahmoud Ahmadinejad estrecha la mano
de su par ruso Vladimir
Putin
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A
principios del 2000, ya convertido en presidente de Rusia, Putin, formado en el
mundo del espionaje (KGB) y con un curriculun que incluye una tesis doctoral
sobre la utilización del petróleo como instrumento geopolítico-económico
estratégico, comenzó su proyecto de reposicionar a Rusia como gran potencia
mundial, utilizando como herramienta sus colosales reservas de petróleo y gas y
su condición de país pivote entre Asia oriental y
Europa.
Favorecido por los altos precios del petróleo, con $200.000 millones
en reservas de oro y divisas duras, y con su renovado sistema de armamento
nuclear y convencional, el gobierno de Putin comienza a desafiar a la hegemonía
imperial estadounidense en relación a los países situados por Washington en el
"eje del mal", como Irán, Siria, Venezuela, Libano, Corea del Norte y
las organizaciones y países anti-sionistas de Medio Oriente y el mundo
islámico.
Dispuesto a imponer su condición de gran potencia energética del
siglo XXI, el gobierno de Putin ha venido estableciendo acuerdos con otros
países para el desarrollo de una red de oleoductos y gasoductos que convertirán
a Rusia en el gran árbitro del suministro de petróleo y gas para Europa y
los grandes centros económicos y demográficos del Asia oriental (China, India,
Japón, Corea del Sur).
Putin (quien compite por áreas de influencia con el llamado "Imperio
unipolar") ya se posicionó en el mercado de la "carrera armamentista"
convirtiéndose en principal proveedor de armamento y tecnología de guerra
a los países situados en el "eje del mal".
Guerra y negocios: el viejo axioma que hizo grande a
los Estados Unidos de Bush y al lobby sionista capitalista europeo, también vale
para la Rusia capitalista emergente del gobierno nacionalista de Vladimir Putin
que reestatizó las empresas públicas de la ex URSS, particularmente las de
energía y de armas.
Con
Rusia severamente disminuida en sus capacidades militares y económicas, y
perdidas buena parte de las áreas de influencia que en su momento detentó la
URSS, Putin y su gobierno nacionalista apostaron a la estrategia del
desarrollo energético con el petróleo y el gas como herramientas tácticas
fundamentales.
Siguiendo esa línea estratégica la administración de Putin ha
recuperado sistemáticamente el control de las empresas que explotan los recursos
petroleros y gasíferos en su territorio, y actualmente cerca del 80% de las
reservas mundiales de hidrocarburos le pertenecen a compañías de propiedad
estatal.
Rusia posee las mayores reservas de gas natural en el mundo a la vez
que posee las séptimas reservas petroleras en magnitud y es el actual segundo
productor mundial de petróleo.
Sus reservas gasíferas y petroleras de los Urales y Siberia, al igual que las de Venezuela, son las únicas grandes reservas mundiales de hidrocarburos fuera del inestable triángulo Mar Negro-Mar Caspio-Golfo.
Sus reservas gasíferas y petroleras de los Urales y Siberia, al igual que las de Venezuela, son las únicas grandes reservas mundiales de hidrocarburos fuera del inestable triángulo Mar Negro-Mar Caspio-Golfo.
Gazprom -el monopolio estatal ruso, primer exportador de gas natural
del planeta- tiene como objetivo controlar el tránsito de gas hacia Europa, Asia
y Medio Oriente.
La
administración de Putin concretó una serie de acuerdos que le aseguran que la
producción de petróleo y gas de las repúblicas centroasiáticas (Kazajastán,
Uzbekistán, Turkmenistán) seguirán utilizando los oleoductos rusos para exportar
su petróleo y gas hacia
Europa y en el caso de Kazajastán, el transporte de petróleo ruso
hacia China a través del oleoducto Atasu-Alashankov, recientemente
inaugurado.
Los
acuerdos comerciales con Teherán, el apoyo técnico al desarrollo de la industria
nuclear iraní, y su condición de principal proveedor de armas a las fuerzas
armadas del país islámico, convierten a la Rusia de Putin en un instrumento
clave de resolución del conflicto nuclear planteado entre Irán y el lobby
sionista EEUU-Unión Europea
Irán, que tiene a Rusia como principal referente de poder frente al
sionismo USA-Europa, es una pieza clave para el dominio y control de la
estratégica y vital región del Golfo Pérsico.
La
gran nación persa posee fronteras con dos de los vértices del triángulo
petrolero (Mar Caspio, Golfo Pérsico, estrecho de Ormuz) y resulta ideal para
el tendido de uno o más oleoductos que lleven el petróleo y gas ruso, y de otras
ex Repúblicas Soviéticas del Asia Central (Tayikistán, Uzbekistán, Kazajstán y
Turkmenistán), hasta puertos del Golfo Pérsico y desde allí hasta los mercados
petroleros del Asia oriental.De ahí también, que para Putin la relación con Irán
adquiere importancia geopolítica y militar clave en su tablero de
construcción de poder con el petróleo como herramienta fundamental.
Por
último, y no por ello menos importante, son las asociaciones estratégicas
establecidas por los gobiernos ruso y venezolano para la exploración y
explotación de bloques en la faja petrolífera del Orinoco y con Pdvsa gas para
la posible participación de Gazprom en la construcción del Gasoducto del Sur que
interconectará América del Sur a partir de Venezuela.
Pero, sin dudas, la asociación estratégica Rusia-Irán y el "efecto
musulmán" son las dos cartas estratégicas fundamentales que los halcones
norteamericanos e israelíes deberán evaluar antes de lanzar los misiles contra
las instalaciones nucleares de Teherán.
Petróleo y "efecto musulmán": una combinación letal que podría convertir a un ataque militar a Irán en una tercera guerra mundial íntercapitalista con EEUU y Rusia como actores principales.
Petróleo y "efecto musulmán": una combinación letal que podría convertir a un ataque militar a Irán en una tercera guerra mundial íntercapitalista con EEUU y Rusia como actores principales.
Zbignieb Brzezynski, ideólogo del lobby sionista USA señala en su
libro El Gran Tablero de Ajedrez: Primacía Americana e Imperativos
Geoestratégicos, que uno de los imperativos de dicha geoestrategia consiste
en impedir que "los bárbaros se unan".
La
estrategia de Putin se sitúa en las antípodas del ideólogo sionista: Rusia, con
el petróleo como arma estratégica de poder, junta a los bárbaros del "eje del
mal" contra el Imperio hegemónico USA-Unión
Europea.
Viejo Condor
IAR-Not. (SIC)
Manuel Freytas