El 24 de marzo, el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas impuso sanciones más
estrictas contra Irán en lo que constituyó el último eslabón de la campaña de la
Administración Bush para aislar a Irán y preparar las condiciones para un posible ataque
militar contra ese país. La resolución, la segunda en los últimos tres meses, impuso
nuevas sanciones destinadas a castigar a Irán por su negativa a suspender su programa
de enriquecimiento de uranio. La resolución afecta a quince individuos y trece entidades,
incluyendo el Banco Cental de Irán. También afecta a los Guardias de la Revolución, un
cuerpo de élite de las fuerzas de seguridad iraníes, que no poseen relación alguna con el
programa nuclear del país. La nueva resolución proporciona a EEUU la cobertura de la
autoridad de la ONU para sus intensos preparativos bélicos contra Irán. En realidad, la
aprobación de tales sanciones parece estar totalmente fuera de lugar, ya que no existe
ninguna evidencia concluyente de que Irán tenga un programa para la fabricación de
armas nucleares. Según el Tratado de No Proliferación Nuclear, Irán tiene derecho a
enriquecer uranio para propósitos pacíficos y es ilegal impedir a este país el llevar a cabo
tales actividades.
Desgraciadamente, los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la
ONU -cuyos enormes arsenales nucleares constituyen su mejor cualificación para ser
miembros de este organismo- mantienen una postura hipócrita, a los ojos de muchos
países e individuos, cuando niegan a Irán el derecho a tener una capacidad nuclear.
EEUU, por ejemplo, no sólo está fortaleciendo su poder militar convencional, sino que
está también planeando una modernización de su arsenal nuclear. La Administración
Bush ha dado a conocer recientemente el nuevo presupuesto militar estadounidense,
que incluye miles de millones de dólares destinados al desarrollo de armas nucleares,
incluyendo dos nuevas cabezas nucleares que, según los responsables militares
norteamericanos, serán desplegadas en misiles balísticos intercontinentales situados en
submarinos. La hipocresía nuclear de la Administración Bush hace aún más difícil la
resolución del conflicto con Irán. El Boletín de los Científicos Atómicos norteamericanos
ha denunciado 'el renovado énfasis de EEUU en la utilidad militar de las armas
nucleares.'
La credibilidad de EEUU se redujo aún más cuando suscribió un acuerdo para
suministrar combustible y tecnología nuclear a India, un estado que dispone de armas
nucleares. Asimismo, EEUU proporciona miles de millones de dólares a su aliado Israel,
que es en la actualidad la única potencia nuclear en Oriente Medio. Tanto Israel como la
India se han negado a firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP). Israel, sin
embargo, no ha sido presionado por EEUU para firmar el TNP o para desmantelar su
arsenal de armas nucleares. Cabe señalar además que el TNP, que fue creado en 1968,
no sólo buscaba asegurar que las nuevas naciones no construirían armas nucleares,
sino que se suponía que las grandes potencias debían destruir también de forma
progresiva sus arsenales nucleares.
Pero incluso si Irán tuviera armas nucleares, EEUU y el mundo deberían aceptar esta
realidad, como ellos aceptaron a una China nuclear en los años sesenta. La historia
demuestra que cuando los países obtienen armas nucleares usualmente moderan su
actitud. Así por ejemplo, China, India y Pakistán han adoptado una política más
responsable después de haber obtenido armas nucleares. Al igual que los gobiernos de
estos países, el primer objetivo del régimen iraní es sobrevivir no iniciar conflictos.
China y Rusia podrían haber vetado la resolución de la ONU. Sin embargo, ellos votaron
a favor de las sanciones contra Irán. Pekín y Moscú se oponen a medidas que puedan
dañar sus propios vínculos económicos con Irán y a una acción militar. Sin embargo,
ninguno de ellos ha rechazado públicamente los pretextos que están siendo usados por
la Administración Bush para lanzar una guerra contra Irán. Por su parte, los países
árabes han enviado una carta al Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA),
en la que pedían que Israel firmara el TNP y se denunciaba la hipocresía que suponía el
castigar a Irán, mientras se permitía a Israel retener su arsenal nuclear. Sin embargo,
Qatar, el único estado árabe presente en el Consejo de Seguridad de la ONU, votó a
favor de la resolución.
La Administración Bush está ignorando las protestas de la opinión pública internacional,
que condena cualquier amenaza de guerra contra Irán. Después de todo, ha conseguido
lo que quería: una nueva declaración de que Irán está 'desafiando la voluntad' de la
'comunidad internacional' al poner fin a su programa de enriquecimiento de uranio. En lo
que respecta a Washington, el programa nuclear de Irán es simplemente uno más de los
falsos pretextos que están siendo utilizados como justificación para una posible guerra.
El propósito real del gobierno de EEUU al promover una confrontación con Irán no tiene
que ver con su programa nuclear. A diferencia de sus rivales europeos y asiáticos, EEUU
no tiene relaciones diplomáticas o económicas con Irán desde el derrocamiento de su
títere, el Shah Mohammad Reza Pahlavi, en 1979. EEUU está amenazando ahora con
una guerra contra la República Islámica de Irán con el fin de restaurar su hegemonía
sobre una nación que está estratégicamente situada entre Asia Central y Oriente Medio,
desafía el poder de Israel y posee enormes reservas de petróleo y gas. Una vez más,
EEUU está tratando de emplear su poder militar para frenar el declive de su influencia
económica.
Viejo Condor
Yusuf Fernandez (SIC)