Para el 5 de marzo en Washington están fijadas conversaciones del presidente de EEUU Barack Obama y del primer ministro de Israel Benjamín Netanyahu. Su tema central es un golpe preventivo a Irán.
El meollo de las conversaciones ha sido expuesto en la forma más accesible en el diario israelí “Haaretz” que cita palabras de un diplomático judío anónimo: “Las conversaciones con EEUU recuerdan cómo los puercos espinos practican el sexo: despacio y con cautela. Ellos (los norteamericanos) hacen multitud de declaraciones generales que, en su opinión, queremos oír, y nosotros les preguntamos sucesivamente dónde está el punto crítico. ¿Cómo los iraníes deben comprender que, si no paran, a fin de cuentas serán atacados?
No es difícil notar que el punto de partida de las conversaciones se reduce a que Irán carece de arma nuclear, es decir no hay pretexto directo para atacarlo.
En enero el director de la Inteligencia nacional de EEUU James Clapper y el director de la CIA David Petraeus, en audiencias en el Senado, declararon que actualmente el hecho de que Irán haya tomado la decisión de producir armas nucleares carece de pruebas. Declaraciones similares fueron hechas por el secretario de Defensa León Panetta y por el presidente del Comité Unido de Jefes de los Estados Mayores de las Fuerzas Armadas de EEUU, el general Martin Dempsey. Esta compañía es capaz de convencer a cualquiera persona.
Así y todo, Tel Aviv, oficialmente y mediante “escapes” a los Media, dio a comprender que en el contexto de la creciente amenaza iraní, él no puede garantizar nada, a pesar de que sus ambiciones son respaldadas en el mundo, ¡vaya la paradoja!, tan solo por Arabia Saudita y Qatar.
Importa decir que el ruido en torno al programa nuclear iraní ha desbancado de la agenda internacional el problema palestino. También queda olvidado el plan de Obama de regularización del conflicto palestino-israelí, que él presentó en mayo del año pasado, habiendo creado muchos problemas para Tel Aviv. Igualmente ha caído en el olvido el problema del ingreso de Palestina en la ONU que por poco hace volar la Asamblea General de la ONU del año pasado.
Del objeto de crítica internacional Israel, al que se constreñía a hacer concesiones a los palestinos, se ha convertido en el eslabón clave del proceso de solución de la crisis internacional más aguda de hoy.
No se debe tampoco hacer caso omiso de la alineación preelectoral en Israel, a lo que Benjamín Netanyahu, como cualquier político electoral, se siente muy susceptible.
Pero, por otra parte, la rígida retórica anti-israelí de Irán, confirmada con regulares lanzamientos de misiles, es recibida en el Estado judío como una amenaza. Para los judíos esta amenaza es bien real.
Netanyahu propende obviamente a asestar un golpe a Irán, pero “sin EEUU no puede proceder así”, dice el académico Eugueni Primakov, que dirigió en diversos tiempos el Ministerio de Exteriores y la Inteligencia Exterior.
Israel, por cierto, no tiene una frontera común con Irán que en el plano militar es un Estado de peso. Pero, incluso un golpe aéreo común resultará insuficiente “porque la aviación puede bombardear, pero el potencial nuclear, la actividad nuclear se esconde muy hondo bajo tierra. Esto no pondrá fuera de servicio todas las posibilidades nucleares de Irán. Y la operación terrestre, si se anima alguien a ella, terminará en un fracaso porque en Irán luchar será mucho más difícil que en Irak”, considera Primakov.
Amén de esto, “las personas oficiales de EEUU que valoran posibles ataques de Israel a Irán opinan que Teherán responderá con un golpe misilístico a Israel y montará atentados terroristas contra civiles y militares de EEUU en el exterior, señala The New York Times.
Por fin, es bien real una amenaza para el complejo petrolero del Golfo Pérsico.
Pero, el principal resultado será el que Irán emplee, a ciencia cierta, el golpe para abandonar el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares y legitimar la creación de su arma nuclear. “Esto destruirá por completo el régimen del tratado que es la piedra angular de la política exterior norteamericana”, asevera el teniente general retirado del Servicio de Inteligencia Exterior de Rusia Guennadi Astafiev. El arma nuclear, como un Colt, es un gran “igualador” de fuerzas, pero en el plano internacional.
A todas luces, por esta razón Obama, al repetir que “no descarta ninguna de las posibilidades” respecto a Irán, hace empero hincapié, como en enero informó Washington Post, en que el desbarajuste económico generado por las sanciones lleven a las agitaciones sociales, lo que hará entrar en razón a la dirigencia iraní o conducirá a su cambio. Entretanto, una nueva campaña castrense con un desenlace nebuloso no le conviene en absoluto antes de las elecciones.
Tampoco le conviene a la dirigencia iraní. El ajetreo anti-iraní, si, le viene como el anillo al dedo. El 2 de marzo tienen lugar las elecciones al parlamento. Al año siguiente, se elegirá nuevo presidente. La descarada presión y amenazas de parte de EEUU y de Israel (el Gran Satanás y el Pequeño Satanás en la fraseología política iraní) devienen un factor de monta de la cohesión del electorado en torno a la cúpula gobernante, al paso que las contradicciones en ella se nivelan por la posición común respecto al programa nuclear.
Es más, al montar simulacros navales en el estrecho o al anunciar nuevas oportunidades en la concentración de uranio, Teherán, al parecer, provoca a Occidente para dosificar la agresividad que resulta de utilidad en la política interna.
El problema reside en que toda esta escalada de amenazas mutuas, sanciones y exhibición de músculos no puede durar sine die. No obstante, es poco probable que veamos una alternativa a ello al término de la cita Obama-Netanhahu.
Viejo Condor
La Voz de Rusia (SIC)