La semana pasada, el presidente de la República Popular China, Hu Jintao, durante su estancia en Estados Unidos, visitó la ciudad de Chicago, y a partir de aquel momento se podría empezar a comentar los resultados de su visita oficial a EEUU.
Su visita coincidió con el histórico anuncio de que precisamente esta ciudad estadounidense albergará la sede de la campaña electoral de Barack Obama en 2012. Así que el máximo mandatario chino casi inaugura la campaña presidencial de su homólogo norteamericano.
De paso, se podrían trazar paralelos entre Chicago y San Petersburgo como centros de las actividades del equipo presidencial. Chicago era famosa también antes de dicho anuncio, porque allí vivía el capo de la mafia Al Capone. Y, los chinos, ¿qué tienen que ver con todo esto?
Lo que pasa es que a uno no se le ocurren otros temas para mencionar en relación con la visita del presidente Jintao, pues ésta se celebró casi por completo a puerta cerrada. Tan bien cerrada que de detrás de ella hasta este momento no se ha escapado ninguna información.
No se conoció casi nada sobre el asunto coreano que se consideraba de importancia primordial en las conversaciones bilaterales, aparte de mostrarse el presidente chino preocupado por las acciones provocadoras de Pyongyang.
Por otra parte, todo el mundo se muestra preocupado por estas acciones y la inquietud de Pekín no es ninguna novedad. Sin embargo, debería haberse tratado el problema de las acciones provocadoras por parte de Corea del Sur. Merece la pena señalar, no obstante, que el mismo día en que tenían lugar las negociaciones entre Barack Obama y Hu Jintao, se supo que Seúl había aceptado mantener negociaciones con Pyongyang, después de haber llevado bastante tiempo bloqueando cualquier iniciativa diplomática en este campo.
En cuanto a otros puntos de la agenda de negociaciones entre Estados Unidos y China, lo único que queda es hacer suposiciones. Al parecer, Hu Jintao no se mostró muy concreto en cuento a la posibilidad de dar al yuan una cotización más cercana a la realidad económica y Obama tampoco aclaró gran cosa el asunto de la emisión adicional de dólares, una de las cuestiones clave entre los dos países.
Al respecto, circulan más las opiniones de los expertos que declaraciones de los presidentes. Así, nadie sabe en realidad qué se acordó durante las negociaciones. Incluso la reunión de Hu Jintao con los líderes del Congreso se celebró a puerta cerrada.
¿Qué podría significar tanto misterio? Para entenderlo, habría que prestar atención en el ambiente de la visita del presidente chino a Estados Unidos.
Esta vez, faltó el malo de la película
Da la sensación de que para la opinión pública estadounidense esta visita debía responder al siguiente esquema: el algo torpe y poco sonriente líder de un país condenado por otros visita el país símbolo de la libertad para ser sometido a un duro examen. Y en caso de no pasarlo, tanto él como su país serán castigados.
¡Y con qué claridad lo demuestra el episodio de la pregunta sobre la observación de los derechos humanos en China, hecho durante la rueda de prensa a los dos presidentes! ¡Cómo no aprovechar semejante oportunidad! El periódico The Washington Post incluso lo calificó de un “excelente momento para la prensa norteamericana”. Hu Jintao intentó evadir la respuesta, pero los periodistas insistieron y al presidente chino no le quedó otro remedio que reconocer que, en este campo, a China le queda mucho por hacer. ¡Así es que cómo se trata a los villanos en Estados Unidos!
Este episodio parecerá grandioso a cualquiera, menos a quienes están siguiendo la viva discusión política sobre los temas de los derechos humanos que se está desarrollando actualmente en China, así como la realización de las reformas precisamente por el presidente Hu Jintao. Es muy posible que el líder chino no tenga por costumbre pronunciarse muy a menudo sobre este tema, pero el giro de “queda mucho por hacer”, en realidad, no es nada revelador.
Una situación parecida se produjo durante la entrevista de Hu Jintao con los congresistas, lo que demuestran las declaraciones hechas posteriormente por estos mismos. Se le tildó al máximo mandatario chino de “líder represivo” y de “dictador” y se les prometió a los electores estadounidenses que en caso de no querer China tomar medida alguna respecto a la cotización de yuan, “se le obligará por la fuerza”.
Los más curioso de todo es que seguramente algunas personas siguen creyendo de buena fe que Estados Unidos es todavía la única superpotencia del mundo, que “los dictadores tiemblan ante su poderío” y que EEUU es capaz de obligar a China a algo. Parece ser el típico guión de Hollywood, sólo que esta vez la cámara no enfocó al malo de la película.
Pero no nos apresuremos a reírnos de la ingenuidad de los norteamericanos: en Rusia a mediados de los 90 de repente se hicieron muy populares las épocas de Pedro el Grande y de Catalina la Grande y ciertos políticos, dejándose llevar por la ilusión, empezaron a amonestar a Turquía y a recordar a los europeos los tiempos cuando ni un cañón en Europa disparaba sin el consentimiento del zar ruso. Por lo visto, es una reacción típica de la gente en las épocas de transición.
Otra América para el presidente Jintao
Sin embargo, el líder chino pudo ver unos Estados Unidos completamente diferentes durante la solemne cena ofrecida en su honor: como la visita era oficial, hubo cena solemne, salvas de artillería y otros honores.
El mayor acontecimiento, por supuesto, fue el impresionante vestido de la primera dama de EEUU Michelle Obama. Y el segundo en importancia, la asistencia a la cena de numerosos estadounidenses de origen chino, de los que sólo consiguieron entrar aquellos que más mérito tenían, incluido el ministro de Energía de EEUU, Steven Chu, el ministro de Comercio de EEUU, Gary Locke, el alcalde de San Francisco, Edwin Lee. Por supuesto, no faltó Jackie Chan y estuvieron también, aunque no son chinos, los dirigentes de “Microsoft”, “General Electric”, “Intel” y “Dupont”.
En la cena y un par de reuniones más se comentaron los principales resultados de las negociaciones: primero, China ha hecho una serie de encargos de productos norteamericanos por un monto total de 45.000 millones de dólares.
Equivaldría a las tres cuartas partes del intercambio comercial ruso-chino del año pasado con las correspondientes reflexiones sobre las relaciones bilaterales entre Rusia y China.
Para Estados Unidos estos encargos suponen la creación de 250.000 puestos de trabajo. Y segundo, en la reunión con los empresarios se discutieron las condiciones del funcionamiento del negocio norteamericano en China. El presidente Hu Jintao aseguró que habrá preferencias para quienes aporten a su país nuevas tecnologías, en caso de que sepan portarse bien, por supuesto.
A los dirigentes de EEUU les gustaría cambiar de táctica, pero…
Los resultados generales son los siguientes: tras un año de confusión y otro año de una política extremadamente dura respecto a China, las relaciones con este país han estado al borde de convertirse en un serio fracaso de Barack Obama. La visita de Hu Jintao ha frenado el deterioro de las relaciones bilaterales, pero no ha servido para consolidar la amistad entre los dos países. Todo indica que el límite de la enemistad se ha agotado, aunque sea porque se ha anunciado en Washington el recorte de los gastos presupuestario en unos 2.5 billones de dólares en los próximos 10 años y debido a ciertos factores de carácter militar y financiero.
La Administración de Obama tiene claro, por supuesto, que semejante política respecto a China y no sólo a China no tiene ningún mérito, sin embargo los dirigentes del país no se pueden permitir una política exterior normal en vez de la actual “doble personalidad”. Y no se sabe, si se lo podrán permitir en algún momento.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Dmitri Kosirev
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI