La cápsula recuperable del biosatélite ruso Bion-M1, lanzado el pasado 19 de abril, aterrizó hoy en el sur de Rusia con ratones, lagartijas, peces y otros “tripulantes” que pasaron un mes en órbita a una altura de 575 kilómetros, comunicó el Centro ruso de Control de Vuelos Espaciales.
En el Bion viajaron al espacio ocho gerbillos de Mongolia, lagartijas, peces cíclidos, microrganismos, plantas y meteoritos artificiales así como 45 ratones “genéticamente puros”. El estudio de su genoma permitirá observar cualquier cambio genético.
En el exterior del biosatélite se colocaron meteoritos artificiales: láminas de basalto con pequeños orificios dentro, una especie de túneles que contienen esporas de bacterias. Estuvieron expuestos a la radiación espacial a lo largo de la misión, y durante el descenso, se sometieron a temperaturas de miles de grados centígrados, altibajos de presión y otras sobrecargas que acompañan la caída de un meteorito natural.
Con la ayuda del Bion-M1, el primer biosatélite ruso lanzado desde 2007, los científicos esperan acumular nuevos datos sobre los efectos de ingravidez sobre los seres vivos. Durante la misión se realizaron diversos experimentos biotecnológicos, en particular, del cultivo de cristales de proteínas y otro encaminado a comprobar la biodegradación de servilletas, vendas, ropa y otros materiales que se van acumulando durante vuelos espaciales.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)