El rediseño geopolítico del «Gran Medio Oriente» orquestado por los EEUU en esa región ha fracasado, dejando el campo libre a una nueva alianza, conformada por el triángulo Teherán-Damasco-Ankara. Y Moscú viene a llenar naturalmente la vacante que Washington había dejado. El viento ha cambiado de dirección y está soplando fuerte. Todo el equilibrio regional ha cambiado en unos pocos meses.
Cambia la situación en el Medio Oriente con el surgimiento del triángulo Turquía-Irán-Siria (de izquierda a derecha, los presidentes Gul, Ahmadinejad y Assad).
El equilibrio del Medio Oriente se ha visto enteramente modificado en el transcurso de los últimos meses. En primer lugar, han cambiado las posibilidades y las posiciones de varios actores.
Las fuerzas armadas israelíes, que durante decenios habían forjado una cadena de victorias, ya no logran controlar el teatro de operaciones. Sus ofensivas contra el Líbano (en 2006) y posteriormente contra Gaza (en 2008) demostraron el fortalecimiento de su poder destructivo, pero dejaron también constancia de que ya no pueden alcanzar los objetivos que se trazan, en los casos señalados la destrucción del Hezbollah y del Hamas.
Además, el arsenal de las fuerzas armadas israelíes, a las que Estados Unidos provee todo lo que puedan necesitar, ya no les garantiza el predominio. Sus tanques, que fueron en el pasado la principal herramienta de la blitzkrieg israelí, son ahora vulnerables a los RPG rusos. La marina de guerra israelí se encuentra ante la amenaza de los misiles tierra-mar que China proporciona al Hezbollah y que ahora cuentan con sistemas que les permiten burlar las contramedidas–sistemas de los que no disponían en 2006. Y para terminar, el predominio de la aviación israelí no resistirá por mucho tiempo ante la proliferación de los S-300 rusos que están llegando a la región.
La cuasi independencia del Kurdistán iraquí orquestada por Estados Unidos, el desarrollo económico de ese cuasi Estado bajo tutela israelí y el apoyo –demasiado visible– que Estados Unidos aporta a los separatistas kurdos del PKK han obligado a los militares turcos a un completo cambio de posición. La alianza atlántica ya no parece garantizar la integridad territorial turca e Israel se convierte en un enemigo.
Si bien Ankara trata de no incomodar a Washington, lo cierto es que el tono ha seguido subiendo en las relaciones con Tel Aviv, desde la confrontación entre Recip Erdogan y Shimon Peres en el Foro de Davos hasta el incidente diplomático relativo a la serie de televisión El Valle de los lobos.
El caos iraquí y la creación del cuasi Estado de Kurdistán han obligado a los países vecinos a ponerse de acuerdo entre sí para protegerse de la contaminación. Sobre todo porque Washington ha tratado de desestabilizarlos para mantenerlos al margen del juego en Irak. Estados Unidos e Israel han apoyado en secreto a los separatistas kurdos de Turquía (PKK), a los de Irán (Pejak) y a los de Siria.
Por consiguiente, el eje Irán-Siria se ha convertido en un triángulo Irán-Siria-Turquía cuya legitimidad histórica no tiene parangón.
Desde la época de la Revolución Islámica, Irán se encuentra a la cabeza de los chiítas. Luego de la destrucción del Baas iraquí por parte de Paul Bremmer, Siria se ha convertido en líder indiscutible del sector laico. Y finalmente, Turquía, heredera del califato, es la cuna del sunnismo. En su conjunto, estos tres Estados cubren casi todo el espectro político del Medio Oriente.
Esta alianza cierra el capítulo de la política de Divide et Impera (Divide y vencerás) que las potencias coloniales habían venido aplicando para dominar esa vasta región. También pone fin, en particular, a la Fitna, o sea a la guerra civil musulmana entre sunnitas y chiítas. Ya anteriormente el rey Abdala de Arabia Saudita había invitado al presidente iraní Ahmadinejad a hacer juntos el peregrinaje a la Meca, cuyo guardián es el propio rey Abdala, Pero Turquía es la heredera de los otomanos, y encarna por ello el sunnismo histórico.
Además, para Ankara este nuevo triángulo ensancha por fin un horizonte hasta ahora estancado por los interminables aplazamientos de su entrada a la Unión Europea.
La desbaasización de Irak, o sea la abierta cacería desatada contra los antiguos cuadros administrativos del país, provocó un éxodo masivo. En 6 años más de un millón de iraquíes han sido acogidos en Siria. Esta hospitalidad árabe incluye el acceso gratuito y sin contrapartida a los establecimientos escolares e universitarios así como al sistema de salud en su conjunto. En un primer momento esta amplia oleada migratoria provocó en el país una grave crisis económica. Pero, ya digerida, le está aportando cuadros muy calificados y un nuevo dinamismo.
Los desórdenes orquestados por Estados Unidos en Yemen han obligado a la familia real saudita a apoyar la política del rey Abdala a favor de la eliminación de las tensiones con Siria e Irán. Se ha invitado por lo tanto al clan líbano-saudita Hariri a que se reconcilie con el presidente Bachar el-Assad y a que reconozca el armamento de la Resistencia libanesa como legítimo.
Como consecuencia, el ambiguo resultado de las elecciones legislativas arregladas –en las que la coalición proestadounidense conformada alrededor del clan Hariri y de la extrema derecha cristiana resultó victoriosa en cuanto a la cantidad de escaños a pesar de que la coalición encabezada por el Aoun obtuvo la mayor cantidad de votos– cambió de significado y abrió la vía a un gobierno de unión nacional, mientras que señores de la guerra como el socialista Walid Jumblatt daban un viraje de 180 grados para ponerse a favor del viento.
Pero esa evolución es frágil, ya que Washington puede tener posibilidades de desestabilizar la nueva troika.
Por lo pronto, varios intentos de derrocamiento contra Bachar el-Assad por parte de generales corruptos se han visto frustrados antes de lograr tan siquiera ponerse en marcha.
Los múltiples atentados orquestados por la CIA en las provincias no persas del territorio iraní no han desembocado en revueltas separatistas, mientras que la revolución de color orquestada en Irán por la CIA y el MI6 en ocasión de la elección presidencial se vio arrollada por una marea humana. La respuesta a las protestas de varias decenas de miles de opositores que se circunscribieron a los barrios del norte de Teherán fue una gigantesca manifestación en la que se congregaron 5 millones de personas.
Finalmente, Washington parece no contar ya con la posibilidad de utilizar nuevamente al Gladio para instaurar una dictadura militar en Turquía. Por un lado, porque la nueva generación de generales turcos ya no tiene la obsesión del kemalismo y, por otra parte, porque el gobierno demócrata-musulmán del AKP se ha dedicado a desmantelar el Ergenekon (la actual versión del Gladio turco).
También es posible que Washington y Tel Aviv inventen nuevos pretextos para justificar acciones militares.
Por ejemplo, ya han venido sugiriendo desde el año 2007 que Israel descubrió y bombardeó un centro de investigación militar nuclear en Siria y que Irán está llevando a cabo un amplio programa de la misma naturaleza. Más recientemente, esas mismas potencias acusaron a Siria de haber introducido cohetes Scud en el Líbano.
Esas acusaciones no resisten sin embargo el más somero análisis, al igual que las que el secretario de Estado Colin Powell entregara en el pasado al Consejo de Seguridad de la ONU sobre las supuestas armas iraquíes de destrucción masiva. Las diferentes inspecciones de la AIEA no han encontrado otra cosa que evidencias de actividades civiles y la fuerza de paz de la ONU en el Líbano desmintió la presencia de cohetes Scud en ese país.
rusia entra en escena
La pérdida de influencia de Estados Unidos es tan palpable que el general David Petraeus, comandante en jefe del Central Command, ha dado la señal de alarma en Washington. A su entender, el juego que están jugando los israelíes, no sólo en Palestina sino sobre todo en Irak, ha entorpecido los planes estadounidenses en la región.
Más aun, el empantanamiento de las tropas estadounidenses en Irak y en Afganistán las ha transformado en rehenes de Turquía, de Siria y de Irán, únicos países que cuentan con la capacidad necesaria para apaciguar a los pueblos en rebelión.
En una total inversión de los papeles, el aliado estratégico del Pentágono se ha convertido en un lastre mientras que sus enemigos regionales le sirven de escudo.
Tomando nota del fracaso del rediseño estadounidense del Gran Medio Oriente, Moscú se ha reposicionado en la escena regional durante el viaje del presidente Dimitri Medvedev a Damasco y Ankara.
Refiriéndose a los conflictos con Israel, Rusia ha reafirmado que todo arreglo político debe basarse en las resoluciones pertinentes de la ONU (incluyendo el derecho inalienable de los palestinos al regreso) y en los principios de la conferencia de Madrid (restitución de los territorios ocupados, como el este de Jerusalén y el Golán sirio, a cambio de un tratado de paz).
Dimitri Medvedev confirmó además la preferencia rusa por una solución que implique la existencia de dos Estados. Teniendo en cuenta la presencia de un millón de ex soviéticos en Israel, Moscú tiene que prevenir la posibilidad de un éxodo masivo en caso de una caída del régimen sionista. Ante esa posibilidad, Medvedev se pronunció por una reconciliación entre Al Fatah y el movimiento Hamas, y se reunió con Khaled Mechaal, el líder político de la Resistencia palestina, a pesar de que Estados Unidos lo cataloga como «terrorista».
Se trata, en efecto, de un paso decisivo por parte de Rusia ya que, después de haberse negado anteriormente por 3 veces a recibir a Mechaal encontrándose este último de paso en Moscú, el propio presidente Medvedev finalmente se reúne con él, y lo hace además en Damasco. En esa ocasión, el presidente ruso subrayó la creciente urgencia de la situación humanitaria existente en Gaza y deploró el poco interés de Washington por la solución de ese drama.
Finalmente, en alusión a las amenazas israelíes de bombardear los convoyes de armas de Siria hacia el Líbano, Dimitri Medvedev advirtió a Tel Aviv contra una escalada de la tensión.
Rusia apoya el acercamiento político y económico en marcha entre Irán, Siria y Turquía. Los tres Estados líderes del Medio Oriente han iniciado una intensa fase de cooperación. En varios meses han abierto sus fronteras y han liberalizado rápidamente sus intercambios. Sus economías, estancadas por los años de guerra, han recibido una bocanada de oxigeno.
Rusia no tiene intenciones de mantenerse al margen de esta nueva zona de prosperidad. Ankara y Moscú han eliminado la necesidad de visas para sus residentes. Gracias a esa medida un turco puede entrar en Rusia sin necesidad de ese tipo de formalidad, pero no puede hacer lo mismo ni en Estados Unidos ni en los países de la Unión Europea, a pesar de que Turquía es miembro de la OTAN y candidata a entrar a la UE (Unión Europea).
Moscú ha creado instancias permanentes de consulta de alto nivel, en los sectores diplomático y económico, con Damasco y Ankara, actitud que contrasta con la política de Estados Unidos.
A principios de año, la secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, conminó a Siria a distanciarse de la Resistencia. En respuesta, el presidente sirio Bachar el-Assad se mostró inmediatamente junto a su homólogo iraní Mahmud Ahmadinejad y con el secretario general del Hezbollah Hasan Nasrallah, e incluso firmó un documento que lleva el irónico título de «Tratado de Distancia Reducida». Aunque la improvisación del encuentro entre los tres dirigentes no dio tiempo a que Khaleed Mechaal estuviera presente, el movimiento Hamas estuvo asociado a él.
En aplicación de sus amenazas, el presidente estadounidense Barack Obama replicó prolongando por 2 años las sanciones económicas contra Siria.
Las empresas rusas Rosatom y Atomstroyexport, que están terminando la construcción de una central nuclear civil en Irán (en Bushehr) y se encuentran enfrascadas en las discusiones preparatorias de otras más, y tienen prevista la construcción de otra central de ese tipo en Turquía, a un costo de 20 000 millones de dólares. La inauguración de esa instalación debe tener lugar dentro de 7 años. Un proyecto similar está en marcha con Siria.
La falta de electricidad, en una región que ha sufrido los bombardeos israelíes, constituye el principal obstáculo al desarrollo económico. Desde la perspectiva del Medio Oriente, la premura rusa por construir dichas centrales no está tan vinculada a una ambición comercial como a la voluntad de poner en manos de los pueblos interesados los medios necesarios para acelerar el desarrollo económico que los occidentales desde hace tanto tiempo les han venido negando.
Además, las firmas rusas Stroitransgaz y Gazprom van a garantizar el tránsito del gas sirio hacia el Líbano, ya que el vecino Israel impide a Beirut la explotación de sus importantes reservas marítimas.
En el plano militar, Rusia tomó posesión de su nueva base naval en Siria.
Esta instalación le permitirá restablecer el equilibrio en el Mediterráneo, región en la Rusia ha estado más o menos ausente desde la disolución de la URSS. Moscú confirmó también la próxima entrega a Teherán de misiles S-300, que deben proteger a Irán de las amenazas de bombardeo provenientes de Estados Unidos e Israel.
Los diplomáticos rusos se pronuncian fuertemente contra las provocaciones iraníes, pero también han repetido que no creen en las acusaciones occidentales sobre los supuestos programas nucleares militares de Irán o Siria. Aunque el protocolo de los Estados ribereños del mar Caspio no estipula otra cosa que la entrega de armas a Irán en caso de ataque, el presidente Medvedev ha mencionado una posible intervención directa de Rusia y ha advertido a Estados Unidos que una guerra en Irán podría convertirse en una Tercera Guerra Mundial. Sobre esa base, Mevdeved ha expresado su apoyo al proyecto de desnuclearización de la región, o sea al desmantelamiento del arsenal nuclear de Israel. La cuestión acaba de ser presentada a la AIEA.
En octubre de 2009, Turquía y Armenia finalmente establecen relaciones diplomáticas. El espacio caucásico se abre a Ankara (De izquierda a derecha, los presidentes de Turquía y de Armenia, Gul y Sargsyan).
Para Moscú tiene particular importancia el ayudar a Turquía a resolver sus tensiones seculares con Grecia y Armenia, incluyendo los conflictos de Chipre y del Alto Karabaj. De esa manera, puede ser que Ankara se aleje definitivamente de Tel Aviv y Washington, recuperando así su total independencia. El presidente turco Abdula Gull dado pasos importantes, aunque insuficientes, en dirección de Ereván. Renunciando a 95 años de odio, Turquía y Armenia han establecido relaciones diplomáticas. Otros progresos deben producirse próximamente en cuanto a un acercamiento de Ankara con Atenas con la bendición del patriarca ortodoxo Ciril I de Moscú. Desde ese punto de vista, la visita de Recip Erdogan a Grecia constituye un acontecimiento histórico que reactiva el proceso de reconciliación en el mar Egeo, que si inició en los años 1930 y fue interrumpido por la Segunda Guerra Mundial.
- Los presidentes de Rusia y Turquía, Dimitri Medvedev y Abdula Gul. Los enemigos de la guerra fría se convierten en socios en aras de estabilizar el «Medio Oriente y el Cáucaso».
- © Servicio de prensa del Kremlin.
Rompiendo con la estrategia de Estados Unidos en el Mar Negro y el Caspio, Ankara ha aceptado una gigantesca inversión rusa para la construcción de un oleoducto entre Samsun y Ceyhan. Este oleoducto debe llevar al Mediterráneo el petróleo ruso del Mar Negro, eliminando así la necesidad de trasladarlo a través de los estrechos, poco convenientes para el tránsito de materias contaminantes. De la misma manera, Ankara estudia actualmente su posible participación en el proyecto de gasoducto ruso conocido como South Stream. Una confirmación de la participación turca haría inútil el proyecto rival que proponen Estados Unidos y la Unión Europea bajo la denominación de Nabucco.
En suma, el apoyo ruso garantiza la continuidad del triángulo Teherán-Damasco-Ankara ante la hostilidad de Estados Unidos y de la Unión Europea. El equilibrio estratégico del Medio Oriente acaba de registrar una transformación. La onda expansiva puede extenderse al Cáucaso.
Viejo Condor
Voltaire.net.org (SIC)
Thierry Meyssan
Analista político francés. Fundador y presidente de la Red Voltaire y de la conferencia Axis for Peace. Última obra publicada en español:La gran impostura II. Manipulación y desinformación en los medios de comunicación (Monte Ávila Editores, 2008).