Porque la tortuga tiene los pies seguros, ¿es esta razón para cortar las alas al águila? (Edgar Allan Poe, 1809 – 1849)
La reciente quinta cumbre del BRICS (Brasilia, Rusia, India, China Y Sudáfrica) se ha realizado en momentos cuando el actual Sistema Económico Mundial Globalizado (SEMG) se encuentra en una etapa donde nadie en los Estados Unidos y la Unión Europea sabe cómo terminar con la crisis ni tampoco sabe cómo hacer para retornar a su perdida prosperidad relativa.
Sus respectivas poblaciones están completamente confundidas debido a la desinformación programada y diseminada sofisticadamente por los medios al servicio de los globalizadores. Tal es la situación que en el Informe “Las tendencias Globales 2030” del Consejo Nacional de Inteligencia de los EE.UU. se hace énfasis en el hecho de que “el rol central de Norteamérica en los asuntos globales es incierto y existe una posibilidad de disminución de su influencia sobre los procesos que están afectando el orden establecido”.
En este contexto realmente pesimista, los países que conforman este nuevo bloque BRICS de creciente poder económico ofrecen la esperanza de crear un nuevo polo de desarrollo que podría contrarrestar el neoliberalismo, formulando perspectivas y modelos alternativos heterodoxos de crecimiento económico más equilibrado y equitativo, orientado a mejorar el nivel de vida de la mayoría de la población.
Actualmente los países del BRICS representan el 42 por ciento de la población mundial, es decir 2,940 millones de habitantes y 45 por ciento de toda la mano de obra del planeta que aportaron el año pasado el 21 por ciento del Producto Bruto Interno (PIB) del mundo. Las reservas internacionales de estos cinco países alcanzan 4.3 millones de millones de dólares, disponiendo sólo China de 3.5 millones de millones que equivalen a las de toda Unión Europea.
De acuerdo al último informe de las Naciones Unidas, “El Ascenso del Sur: Progreso Humano en el Mundo Diverso”, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo Humano, dice que “para el 2020 la producción económica combinada de China, India Y Brasil sobrepasará a las de Alemania, Canadá, Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia juntos”. Inclusive si el índice combinado de crecimiento económico de EE.UU. y la Unión Europea se mantiene a nivel de los últimos dos años, que ha sido de 0.7 por ciento frente al 4.5 por ciento del BRICS, este proceso podría ser adelantado en unos cinco años más.
Mucho va a depender de la realización de los cambios estructurales en la economía de Rusia, donde actualmente la mitad de la población económicamente activa (PEA) está ocupada en el sector informal y solamente otra mitad (48 millones) pertenece al sector formal que aporta al fondo de pensiones. Brasil también está en búsqueda de cómo corregir su modelo económico. El año pasado su índice de crecimiento económico fue de 0.9 por ciento y se espera que este año supere un 2 por ciento frente al proyectado 8 por ciento en China, un 6 por ciento en India, un 3.5 por ciento en Rusia y un 3.2 por ciento en Sudáfrica. Uno de los problemas que afectan a Brasil es el déficit en la cuenta corriente que por primera vez en muchos años no está cubierto por la inversión directa extranjera debido al incremento de la crisis económica que ha llevado a las naciones capitalistas desarrolladas a una depresión, considerada por muchos analistas como peor a la ocurrida en la década de 1930.
A pesar de todos los problemas que existen en cada país miembro de este bloque pentapartito, el BRICS avanza, aunque más lentamente de lo que se esperaba entre sus partidarios, hacia la formación de sus primeras instituciones siguiendo un nuevo ciclo de la evolución del Sistema Económico Mundial (SEM). Ya en 1998, uno de los más lúcidos estudiosos del SEM, Andre Gunder Frank publicó el libro “Reorient Global Economy in the Asean Age” donde advirtió que el SEM está siguiendo un ciclo nuevo moviéndose el centro económico mundial hacia Asia, en especial hacia China e India. En su trabajo utilizó una observación del historiador francés, Fernand Braudel (1902 – 1985) que decía que “los europeos inventaron a los historiadores y después se aprovecharon de ellos para su ventaja”.
De esta forma los historiadores ocultaron que de 1400 a 1800 Europa había sido un participante marginal en el comercio mundial y en su capacidad industrial durante la dinastía Ming (1368 – 1644) y hasta la primera mitad de la Qing que duró de 1644 a 1912 en China y en el transcurso de la dinastía Mughai en India (1526 – 1857). Según André Gunder Frank, en los años 1990 comenzó un nuevo ciclo de reorientación de la economía de Europa y Estados Unidos hacia Asia. En la URSS la misma idea expresó en los años 1990 el académico Eugeny Primakov hablando sobre una futura alianza entre China, India y Rusia.
Sin embargo, el término original BRIC pertenece al economista principal de Goldman Sachs, una de las bancas de inversión y valores más poderosa del mundo, Jim O’Neill quien en 2001 escribió un ensayo “Building Better Economic BRICs”, refiriéndose a “Cuatro Grandes” – Brasil, Rusia, India y China. Posteriormente en 2003 los economistas de esta banca llegaron a la conclusión que en 34 años el PBI del BRIC sobrepasaría el del Grupo-7 (Estados Unidos, Canadá, Alemania, Francia, Gran Bretaña, Italia y el Japón). En 2010, Sudáfrica fue admitida en el BRIC y actualmente Egipto está solicitando su inclusión también.
Durante los cinco años de existencia de este grupo BRICS, cuya primera reunión tuvo lugar en Ekaterinburgo, Rusia en 2009, se han creado muchas expectativas sobre su potencial geopolítico, geoeconómico y geofinanciero y sus posibilidades como un centro alternativo mundial de influencia cuya economía se basaría en el modelo de planificación centralizada. Inclusive se habló de un Consenso BRICS como alternativa al ya agotado Consenso de Washington y del comienzo de un nuevo orden económico mundial. La realidad, lastimosamente, es un poco diferente.
Por el momento hay más discursos, planes, proyectos, muestras de voluntad que obras concretas en común. Se esperaba que en la penúltima reunión en Nueva Delhi debiera de haber formalizado el banco BRICS pero no hubo consenso. En la reciente quinta cumbre se anunció la creación de un Banco de Desarrollo BRICS siguiendo la proposición de India y tampoco se logró un acuerdo sobre las cuotas de cada integrante, la divisa prevaleciente y su sede. Entonces, hay que esperar hasta la sexta cumbre que se celebrará en Brasil en 2014 para que nazca una institución concreta con una reserva colectiva de 100 mil millones de dólares en monedas de cada país o en yuan, para mitigar la influencia del Banco Mundial y el FMI en financiación de los proyectos de infraestructura en los países en desarrollo.
El problema principal consiste en cierta desconfianza entre estos países. La desaceleración de la economía del Brasil lo hace muy cauteloso en relación con China pues tiene miedo que los productos chinos hagan tambalear su industria nacional. También Brasil tiene su propio Banco de Desarrollo, es miembro de la otra institución financiera orientada hacia el desarrollo, Banco del Sur (Venezuela, Argentina, Brasil, Ecuador, Bolivia, Paraguay y Uruguay) creado en 2009. El gobierno no sabe en este momento cómo combinar las responsabilidades. A la vez en el aspecto geopolítico trata de mantenerse en el medio sin disgustar demasiado a Washington.
China tradicionalmente ha estado envuelta en un doble juego. Necesita el mercado norteamericano, pero también el petróleo y gas ruso. Entonces está oscilando políticamente entre Washington y Moscú. Rusia a la vez está en búsqueda, no solamente de su identidad porque es un Estado multinacional, sino también de su agenda de desarrollo en condiciones de una sutil campaña mediática de su prensa que es frecuentemente y abiertamente pronorteamericana. La tesis principal es el peligro de acercarse a China que podría tomar rápidamente bajo su control financiero y comercial la parte oriental de Rusia. Abundan artículos sobre la invasión de inmigrantes chinos que en realidad no superan 300 mil, de los cuales 15 mil son estudiantes. India, tiene tensiones geopolíticas históricas con China y en su orientación política es inclinada abiertamente hacia Estados Unidos. En este contexto complicado, Sudáfrica representa un caso más flexible y manejable.
Todos estos desacuerdos internos están reflejados en las conclusiones políticas de la quinta cumbre. A diferencia de las organizaciones latinoamericanas como el ALBA, el UNASUR, la CELAC que han denunciado abiertamente la agresión del Occidente contra Siria y Mali señalando a los países responsables, los miembros del BRICS, para no irritar a la OTAN y a Washington, hicieron todo lo posible para suavizar la situación y se hicieron de la vista gorda a la carta que les mandó el presidente de Siria, Bashar al Assad pidiéndoles colaboración para poner fin a la violencia en el país. El BRICS simplemente expresó su “preocupación por la situación en Siria” y llamó “al cese inmediato de toda la violencia y de las violaciones de los derechos humanos”. Los miembros saben perfectamente que el objetivo principal de los globalizadores es convertir a Siria en una nueva Libia.
El estado dubitativo-meditativo en que se encuentran los miembros del BRICS, respecto al futuro, no les deja ver que no hay mucho tiempo que perder y que tienen que tomar ciertos riesgos porque Estados Unidos está envuelto actualmente en una guerra abierta de divisas y de los capitales para utilizar el Sur con el propósito de refinanciar a sus bancos. No se olvide que inmediatamente después de la quinta cumbre del BRICS, EE.UU convocó en Singapur a las negociaciones del Acuerdo Transpacífico, considerado como el tratado más grande comercial en el planeta. En esta reunión participan 11 países: Australia, Brunei, Canadá, Chile, EE.UU., Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.
Con este tratado, Washington intenta a neutralizar la influencia de China en la economía mundial y en especial en la región del Pacífico dando incentivos a los países de la región para que se alejen de China y que se reorienten hacia Norteamérica. Pero su intención verdadera es abrir nuevos espacios comerciales incondicionales para sus transnacionales y sus bancos. Ya se anunció que los acuerdos adoptados van a ser no renegociables y que los gobiernos nacionales pueden ser demandados por una empresa extranjera al sentirse insatisfecha con sus ganancias.
Este tratado está destinado también no solamente a frenar la economía de China y la del BRICS, UNASUR; ALBA y la CELAC, sino también convertirse en el futuro en un bloque militar. Junto con el Tratado Atlántico, el Tratado del Pacífico dará una oportunidad única a los Estados Unidos a fortalecer su hegemonía en la época de una severa crisis económica e utilizar los recursos de los países de los dos bloques para reflotar sus finanzas.
Los miembros del BRICS deben estar conscientes de la situación y encontrar un líder como Hugo Chávez que se atrevía a desafiar, utilizando la lógica y la valentía, tanto a los líderes más poderosos y a las transnacionales con el poder de un Estado. El usaba una premisa de Séneca: “muchas cosas no nos atrevemos a comprenderlas, no porque sean difíciles en sí, sino que son difíciles porque no nos atrevemos a emprenderlas”.
Ojalá la presidenta brasileña Dilma Rousseff y sus pares, el ruso Vladimir Putin, el hindú Manmohan Singh, el chino Xi Jinping y el sudafricano Jacob Zuma tomen en cuenta el mensaje del sabio filósofo romano y lo apliquen en la práctica que tanto está esperando el planeta cansado de guerras, pillaje e injusticia.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI