A juzgar por los estereotipos establecidos en la sociedad de Estados Unidos, el embajador estadounidense en Pekín se ha comportado de manera muy extraña. Vale la pena destacar que últimamente con los funcionarios de la administración de Barack Obama han sucedido muchos incidentes poco comunes en Washington.
¿Será una influencia del modo de obrar de Obama, o se trata de la adaptación de funcionarios sin experiencia?
En resumen, la élite de la nueva administración estadounidense no cesa de insultarse y arremeter el uno contra el otro (hasta al mismo Presidente) en los medios de comunicación.
Por lo visto, se trata de una nueva tendencia en EEUU dominado por burocracia y donde la gente suele abusar de términos en el habla común desde hace mucho.
Pero el embajador estadounidense, Jon Huntsman, fue más lejos. Se atrevió a expresar su malestar con los medios de comunicación estadounidenses, y esto ya es un sacrilegio.
Se puede criticar una religión o una de las tantas sectas que abundan en EEUU, se puede reñir a los s compañeros de oficio como demuestran los debates públicos sobre Afganistán, pero sin embargo, nadie tiene derecho de arremeter contra los medios de prensa, porque semejante ataque es comparable a un suicidio.
Huntsman no armó un escándalo. Solamente declaró que los medios de información estadounidense "no prestaron la debida atención" al hecho de que las relaciones chino-americanas lograron un avance notable.
"Asistí a todas las reuniones de Barack Obama y el Presidente de la República Popular China, Hu Jintao", dijo el embajador a los estudiantes de la Universidad de Pekín.
"Las noticias publicadas sobre el tema no tenían nada que ver con la situación real. Leí hasta unos comentarios sobre problemas que aún no se habían discutido", comentó el embajador.
Al respecto, todos los medios de comunicación se acusan (muy cortésmente) de incompetencia.
¿Y qué escribieron los periodistas norteamericanos sobre el aludido viaje de Obama? Pues que el Presidente no logró formalizar el compromiso con los chinos respecto al programa nuclear de Irán (China sigue rechazando sanciones contra Irán), que tampoco hubo acuerdo sobre el cambio climáticos y no se trató como se debió el asunto de los derechos humanos.
La visita Obama al Japón fue comentada de forma similar: en primer lugar los periodistas norteamericanos discutieron por qué el Presidente de EEUU hizo una reverencia tan profunda al Emperador del Japón, "a lo japonés", ¡qué fastidio! El Presidente de los Estados Unidos debe mantenerse erguido y orgulloso sin hacer reverencias.
Y sin embargo, durante su visita a China, Obama tuvo complicaciones relacionadas con cosas muy distintas de las descritas por la prensa estadounidense.
Recordemos, por ejemplo, el discurso del primer ministro del Consejo de Estado Wen Jiabao, sobre las declaraciones divulgadas por los expertos norteamericanos respecto al control del mundo desde Pekín y Washington.
"China no necesita el llamado Grupo de los Dos" dijo el primer ministro chino, "porque China no planea aliarse con algún país o grupo de países".
Además, Estados Unidos aspira aprovechar la influencia china en Pakistán en su guerra contra los talibán. Pero no olvidemos que India siente disgusto por estas relaciones, y su primer ministro, Manmohan Singh viaja a Washington dentro de unos días.
En general, no sólo Obama sino también George W. Bush tenían previsto estrechar relaciones con China, por entender que la época de confrontación con este país ya pasó a la historia.
Sin embargo, los medios de comunicación estadounidenses renunciaron a las filigranas de la diplomacia, y en esto, el embajador de EEUU en Pekín tiene razón.
La prensa estadounidense planteó a Obama una serie de tareas que no se cumplieron durante su visita a China, y por eso sometieron al presidente a acerbas críticas.
Cabe señalar que la prensa oficial china y los medios de Internet y bitácoras (blogs), leidos por unos 380 millones de chinos, publicaron una información objetiva sobre las negociaciones, incluso ciertos hechos y opiniones.
Al respecto de la prensa estadounidense se puede decir muchas cosas. Recordemos, por ejemplo, lo que sucedió en el agosto de 2008 cuando Georgia atacó Osetia del Sur, y Rusia acudió en ayuda a la población civil y del contingente de paz ruso emplazado en la zona.
Entonces, los periodistas europeos y estadounidenses no pudieron ni siquiera suponer que Rusia podía tener la razón. Hoy día todo el mundo sabe que los medios de prensa occidentales más influyentes falsificaron la información sobre aquella tragedia.
Y mientras la prensa europea ya ha publicado, con más o menos detalle, reportajes verídicos de lo que ocurrió en Osetia del Sur, la prensa estadounidense ni siquiera menciona que el presidente de Georgia, Mijail Saakashvili fue el responsable de esa guerra.
Y no se trata sólo de la política oficial, los periodistas estadounidenses están convencidos de que de esa forma están cumpliendo con su deber.
Desde los años noventa, los medios de prensa rusos hacen lo mismo que los estadounidenses, sin que la situación mejore. Hay pocas publicaciones que expliquen el porqué de una u otra visita a un determinado país. Si no sabes lo que pasa, es mejor callar.
Pero esta ignorancia es sustituida por mitos que cultivan y divulgan los periodistas. El Kremlin no los produce.
Lo que ocurre ahora en EEUU se parece a lo pasó en los tiempos de Gorbachov y de Yeltsin al mismo tiempo. Unos no ven todavía que América del Norte va reestructurándose, otros lo entienden muy bien.
En los años ochenta y noventa los medios de comunicación rusos también demandaban que el Presidente ruso nunca hiciera reverencias. Y en vano fue esperar que los periodistas rusos hicieran un análisis correcto del comportamiento del Gobierno de Rusia o de algún otro país.
Por lo visto, tenemos problemas semejantes: hoy día los medios de comunicación se convirtieron en un rebaño de periodistas incompetentes y a veces hasta mal educados. El mercado de este sector no estimula mejorar la competencia. Es una crisis sistémica y global del periodismo.
Aunque el "tercer poder", la Justicia, es independiente, actua conforme a los códigos. El periodismo que pretende llamarse "el cuarto poder" no tiene ningunos códigos pero sí reacciona con rabia a cualesquiera acusasiones de incompetencia.
Por eso podemos comparar al embajador Huntsman con un suicida. Pues, vamos a ver, qué inventarán los periodistas de su país para castigarle.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Dmitri Kosirev
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI