La ex primera ministra de Ucrania y líder del partido Batkivschina Yulia Timoshenko, considera que Kiev, al firmar el protocolo de alto al fuego en el este de Ucrania, de facto ha reconocido las autoproclamadas Repúblicas Populares de Donetsk y Lugansk.
“En Minsk han sido firmados unos protocolos sobre el cese temporal del fuego en el este de Ucrania. Quiero decir que esos protocolos representan un peligro para Ucrania y para nuestra soberanía”, dijo Timoshenko en rueda de prensa este lunes.
La política ucraniana considera que los documentos en cuestión pueden afectar la integridad de Ucrania, ya que “en ellos se reconocen formaciones territoriales desconocidas, tales como RPD y RPL, en calidad de país oficial firmante”.
Timoshenko opina que los acuerdos pueden hacer pensar que Ucrania reconoce que en su territorio se desenvuelve una guerra civil, y considera que el presidente ucraniano, Petró Poroshenko, debe organizar una reunión extraordinaria de la Rada Suprema para explicar al país los pormenores de estos protocolos, en qué consisten y qué pasos serán tomados a continuación.
“Todos en nuestro país quieren asegurarse que tras esos protocolos Ucrania no se convertirá en Trasnistria, que no les seguirá la entrega del territorio de Donbás”, dijo la ex primera ministra.
El viernes pasado en Minsk los representantes del Gobierno ucraniano, de la OSCE, Rusia y las milicias del este de Ucrania firmaron un protocolo que prevé el cese de los enfrentamientos, el intercambio de prisioneros de guerra, la apertura de corredores humanitarios para refugiados y la reparación de la infraestructura dañada durante los combates.
En abril pasado, Kiev lanzó una operación especial en el este de Ucrania, cuyos habitantes, disconformes con el cambio de poder en febrero pasado, proclamaron las Repúblicas Populares de Lugansk y Donetsk.
El conflicto ha causado más de 3.000 muertos, incluyendo los 298 pasajeros del Boeing malasio siniestrado en la zona del conflicto, y unos 6.000 heridos, según el último balance de la ONU.
Transnistria, donde los rusos y los ucranianos constituyen un 60% de la población, luchó por separarse de Moldavia ya antes del desmoronamiento de la Unión Soviética, temiendo que la propagación del nacionalismo empujara a los moldavos a unirse a Rumanía.
Chisinau perdió el control sobre los territorios en la orilla izquierda del Dniéster en 1992, tras un intento frustrado de resolver el problema a la fuerza.
La estabilidad en la zona del conflicto corre a cargo de un contingente especial que garantiza la paz. Tiráspol lucha por el reconocimiento internacional, Moldavia por su parte le propone autonomía.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
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