En la provincia rusa de Tver existe una planta nuclear que puede resistir cualquier tipo de cataclismo natural y no causar daños al medio ambiente.
Sus techos están diseñados para aguantar ¡la caída de un avión de 20 toneladas!. Bajo su fuerte cúpula de hormigón residen unas tuberías de las que, en caso de accidente, emanaría agua para frenar el golpe.
Después de la catástrofe en la central Fukushima-1 en Japón, la población rusa ha empezado a interesarse más por esos detalles en el ámbito de la seguridad.
“El techo puede aguantar también la explosión de un armamento en un radio de 3.5 kilómetros, porque por aquí cerca pasa una carretera importante. Cuando se crea el proyecto de una central nuclear, si se considera necesario, se hacen ciertos cambios en el entorno. Por ejemplo, justo aquí estaba el corredor aéreo Norteamérica - Escandinava - Moscú. Lo han desplazado para evitar posibles accidentes”, comenta Ígor Bogomólov, vice ingeniero principal de la central nuclear.
La central nuclear Kalíninskaya se sitúa a tan solo 330 kilómetros de Moscú y es la más cercana a la capital. De la decena de centrales nucleares que funcionan en Rusia, ésta es una de las más potentes. Abastece de energía atómica a 8 provincias del país y por ahora tiene tres bloques de los que ninguno no ha sufrido avería alguna.
Los especialistas que trabajan en la construcción del cuarto bloque de la central nuclear Kalíninskaya aseguran que responde a las mismas normas de seguridad y que incluso en caso de algún accidente todas las materias tóxicas se quedarían dentro y de ninguna manera perjudicaran la salud de la población.
Otros dos reactores de la central casi han agotado sus recursos de ahí que sea necesario uno nuevo. Esto se pondrá en marcha en medio año.
Por ahora en el reactor no hay combustible. Pese a estar en plena construcción, la avería en Japón no ha traído cambios en sus obras, todo va según lo previsto, ya que se están realizando los trabajos teniendo en cuenta todos los desastres posibles.
"Los bloques están proyectados para aguantar un terremoto de magnitud 9. La sismicidad de esta zona es de magnitud 5, así que, desde el principio hemos doblado su protección”, dice Ígor Bogomólov.
En la estación de mando de la central hay miles de indicadores. Los operadores que trabajan aquí conocen bien el significado de cada lamparita en esta habitación y están listos para reaccionar en cualquier momento.
De este modo, el escenario japonés que vimos hace poco no puede ocurrir en este lugar. Incluso si se produjera un terremoto de magnitud 9 en la región.
Viejo Condor
RT.net (SIC)
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