Oleg Mitiayev, RIA Novosti. |
En estos días en Kiev, está prevista una nueva ronda de negociaciones a nivel de entidades internacionales sobre la asignación de créditos a Ucrania para comprar el gas ruso destinado a llenar depósitos subterráneos ucranianos y de esta forma, contar con combustible de reserva necesario durante el próximo invierno.
Ucrania tiene muchas posibilidades de recibir esos créditos siempre y cuando cumpla las condiciones que impongan los acreedores occidentales.
En perspectiva, la creciente dependencia de Ucrania respecto a Occidente en materia de gas, puede obligar a Kiev a reorientarse hacia otros proveedores de gas que ocupen el lugar que tiene en el mercado Rusia.
En junio pasado, Ucrania solicitó a la Unión Europea un crédito por un monto de 4.000 millones de dólares para comprar gas después de que Rusia rechazara a Kiev un crédito por la misma suma y con el mismo fin.
La Comisión Europea respondió no tener fondos en su presupuesto, y no obstante, prometió a Kiev mediar para conseguir la cantidad necesaria en las instituciones financieras internacionales y en los bancos europeos.
Hay que destacar que la UE debe preocuparse por Ucrania, porque en las actuales condiciones de crisis, el país eslavo no está en condiciones de comprar el gas ruso en los volúmenes necesarios para llenan sus depósitos subterráneos, y si no hace, de nuevo se puede interrumpir el suministros de gas ruso a Europa como ocurrió el invierno pasado.
Si los depósitos subterráneos no se llenan con determinados volúmenes de gas, tecnológicamente será imposible trasegar gas ruso a Europa por la red de gasoductos ucranianos. Además, como ya ocurrió en otras ocasiones, a falta de reservas propias de este combustible, durante el invierno Ucrania puede utilizar para sus gastos internos el gas destinado para los europeos.
Y no obstante, Europa impone condiciones a Ucrania y declara que la ayuda financiera depende del cumplimiento de ciertas condiciones. Entre ellas, la reforma del sector de gas de acuerdo a las normas de gestión liberal que rige en Europa.
Una de las consecuencias más sensibles de la reforma será el aumento del precio del gas para los consumidores ucranianos. Los bancos europeos ya advirtieron a la empresa estatal Naftogaz Ucrania que no recibirá los fondos necesarios para la compra del gas ruso, mientras no renuncie a las dotaciones estatales al gas para el consumo interno.
Más aún, la Comisión Europea declaró que no dará luz verde al crédito del gas, mientras que el gobierno no fije plazos concretos sobre la anulación de esos subsidios.
Pero los europeos, por lo visto, exageran. Ucrania ya aprobó un alza del 20% en el precio del gas para la población a partir del 1 de septiembre, y otro ajuste al alza a partir de octubre para las entidades de servicios comunales, según recomendaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), como condición previa a la asignación de un crédito de estabilización para Ucrania.
Es evidente que el alza del precio del gas para los servicios comunales, conllevará a la subida de las tarifas del agua caliente y la calefacción para la población, lo que de paso, acelerará la inflación, pero los europeos no quieren poner atención a esos problemas que deberán afrontar los ucranianos.
Probablemente, porque los planes que tienen los europeos con el sector del gas ucraniano son más ambiciosos. Así, la semana pasada la Comisión Europea propuso nuevas normas para garantizar la seguridad energética de la Unión Europea en el caso de que ocurra una nueva crisis de gas ruso-ucraniana.
Entre las medias propuestas por los funcionarios europeos figura la posibilidad de modificar los flujos de gas por el sistema de las tuberías ucraniana, aumentar las reservas de gas en los depósitos subterráneos y la creación de nuevas terminales de gas licuado (GL) lo que permitirá diversificar los suministros de ese combustible.
A las propuestas de Bruselas, el gobierno de Kiev reaccionó de forma inmediata y recientemente informó que ya ha sostenidos consultas para la construcción de una terminal del GL con potenciales inversores entre los que figuran el consorcio japonés Mitsubishi, las empresas turcas Cilyk Holding, Gap Insaat y Sancakli Group, como también la canadiense SNC Lavalin Internacional.
No cabe dudas que la construcción un terminal de GL en Ucrania reducirá su dependencia del gas ruso, como se propone Polonia que ya firmó un contrato con Qatar sobre suministros de gas licuado a partir de 2014.
Según expertos, la construcción de la terminal de GL en Ucrania tendrá un costo aproximado de 800 millones de dólares y el gobierno de Kiev tiene problemas para encontrar esos de fondos.
Y no obstante, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, en su reciente visita a Kiev el pasado 21 de julio aconsejó a Ucrania desembarazarse lo antes posible de la dependencia energética de Rusia.
Por su parte, el presidente ucraniano, Víctor Yúshenko invitó a EEUU a participar en la modernización del sistema de gasoductos ucranianos.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Oleg Mitiayev
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDIRÁ OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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