La situación en Libia genera tensión internacional y, como efecto de la especulación financiera con la energía, dispara el precio del petróleo en los mercados mundiales. Y el petróleo dispara el precio de los alimentos. Y el precio de los alimentos puede activar conflictos sociales que compliquen en niveles impredecibles la economía global, aún en terapia de "recuperación". En este escenario nadie puede proyectar los efectos de una invasión militar a Libia que podría desatar todo un dominó de conflictos sociales y militares en las regiones petroleras. Este es el punto principal que (por ahora) impide una decisión unificada de EEUU y las potencias imperiales para lanzar una intervención militar con la OTAN en el país petrolero.
Los posibles efectos de una intervención militar
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Y las opiniones son coincidentes entre los analistas y observadores. Los grupos operativos entrenados y armados precariamente en Egipto, asesorados en terreno por oficiales de inteligencia y de fuerzas especiales USA-occidentales, carecen de poder de fuego y de estructura operativa para vencer al aparato militar de Kadafi, cuya capacidad destructiva está asentada en el poderío aéreo.
Un aparato militar que -y según coinciden muchas estimaciones- funciona en base a dos elementos esenciales: Terror y dinero. Kadafi, en 42 años de poder, no se dedicó al análisis estratégico sino a la construcción de un sistema de poder personal basamentado en el control del aparato militar, de seguridad y de inteligencia donde sus integrantes cobran un alto plus en dólares a cambio de su lealtad.
Y donde quien traiciona es ejecutado sin miramientos y a plena luz del día. Esta realidad funcional, explica la supervivencia de Kadafi, hoy solamente asentada en su capacidad militar que le permite, por ahora resistir al aislamiento internacional y al bloqueo económico manteniendo un silencio de radio sobre los verdaderos efectos sociales y económicos que están causando en la población libia.
En este escenario, fracasaron los dos intentos para derrocar a Kadafi, primero con la "revuelta popular" como en Egipto, y después con la "rebelión armada" que agoniza frente al poder de fuego de Kadafi.
Y aquí también las opiniones de los analistas son coincidentes: Kadafi solo podrá ser derrocado por una intervención armada de EEUU y las potencias de la OTAN.
Y en este terreno las contradicciones y divisiones también son notables e impide el diseño operativo de una acción militar suscripta por todas las potencias de la OTAN.
Solamente EEUU, Reino Unido y Francia, apoyan abiertamente una operación militar contra el régimen de Kadafi en Libia. Salvo Rusia y China que se oponen abiertamente, los demás países y potencias mantienen un doble discurso.
Manifiestan acuerdo en público con una intervención militar internacional, pero no la suscriben en el Consejo de Seguridad de la ONU ni en los centros de decisión de la OTAN.
Los gobiernos imperiales (salvo EEUU, Francia y Reino Unido) temen el costo político y social interno de una reedición de Afganistán o de Irak en África.
Una zona petrolera estratégica, donde cualquier mecha activada puede hacer estallar un polvorín encadenado en toda la región.
Además está la estimación del efecto de una invasión a Libia en los mercados de la energía y del petróleo, cuyo precio ya ha experimentado un récord producido por la estrategia especulativa transnacional que gira a su alrededor.
Y también está el efecto que produciría una nueva escalada de los precios del petróleo (el eje esencial de la economía mundial) en la cadena de producción y venta de los alimentos necesarios para la supervivencia humana, y que están bajo la hegemonía de las corporaciones alimentarias que controlan el sector.
Las "revueltas populares" en África y Medio Oriente activadas por el eje USA-UE para el rediseño de una estrategia de control en las zonas petroleras, reviven el fantasma de la escalada global en los precios de los alimentos y del petróleo que el mundo padeció hace tres años.
En el actual escenario, la confluencia de la suba del precio del petróleo y de los alimentos, combinados con la especulación financiera y los conflictos políticos y militares en las zonas calientes del planeta (como África y Medio Oriente) alimenta un cóctel explosivo cuyo desenlace a nivel planetario nadie puede prever o estimar.
En este escenario, nadie puede proyectar ni estimar los efectos que desatarían una invasión militar a Libia sobre una economía global que no alcanza a recuperarse de una crisis que tiene como principales motores la caída del consumo y el desempleo mundial.
Todo este cuadro de situación, impide una toma de decisión unificada de las potencias en torno de la situación en Libia. Y el remedio puede ser peor que la enfermedad como sostienen algunos expertos.
Con Kadafi en pie, el dueño del petróleo libio es Kadafi.
Y lo va a negociar con quien le convenga a sus intereses. O sea que, para EEUU y las potencias centrales de la UE, con un Kadafi herido pero en pie, que conoce perfectamente la operación urdida para derrocarlo, ya no se puede retroceder al marco anterior donde los gigantes petroleros USA-UE negociaban sus espacios de participación con el líder libio ahora convertido en un "dictador genocida".
Y también es claro que, mientras lo aíslan y lo bloquean, y mientras controlan bajo cuerda la por ahora fracasada "rebelión armada" para derrocarlo y diseñan planes de invasión militar, tanto EEUU como las potencias centrales realizan sondeos secretos para negociar algún acuerdo aunque sea "transitorio" con el líder libio.
Y mientras realizan desesperados intentos para urdir una operación militar conjunta que les permita apoderarse del petróleo con una base de legitimación y consenso internacional, no descuidan el frente prioritario de seguir contando, aunque sea en forma precaria, con el grifo del crudo que Kadafi ya casi recuperó en su totalidad.
Kadafi, viejo zorro del poder, que conoce al dedillo las contradicciones de sus ex aliados del bloque USA-UE fue claro cuando le preguntaron sobre una invasión militar a su país: "Si toman esa decisión eso sería útil para Libia, porque el pueblo libio entonces se daría cuenta de la verdad, de que lo que quieren (los líderes occidentales) es hacerse con el control de Libia y robar su petróleo", señaló en una entrevista transmitida por la televisión estatal turca. "Entonces todo el pueblo de Libia tomaría las armas para combatirlos", añadió.
Y las potencias imperiales se encuentran frente a un dilema: Si lo dejan en el poder a Kadafi pierden el status anterior de privilegio en la comercialización del petróleo. Y si lo derrocan por medio de una intervención militar, corren el riesgo de una desestabilización regional que afecte a todas las zonas petroleras que hoy bombean petróleo para EEUU y Europa.
Para seguir controlando el petróleo libio hoy tienen que derrocar sí o sí a Kadafi, convertido de "aliado de occidente" en "enemigo de occidente" por las circunstancias desatadas por el golpe fracasado en su contra.
Pero el remedio puede ser peor que la enfermedad. Eso es lo que retrasa el diseño de un plan estratégico suscripto por todos los integrantes de la alianza imperial.
Y en este escenario, marcado por las divisiones e intereses contrapuestos, se refuerza la tesis de una acción militar unilateral del eje EEUU-Reino Unido y Francia como un desenlace natural de la imposibilidad de negociar una operación en conjunto en la OTAN y en la ONU.
Washington, como ya fue difundido por los principales diarios y cadenas norteamericanas, tiene elaborado su propio plan de desembarco militar en Libia sin contar con las potencias de la OTAN.
Ese es el punto que emparenta a Libia y a Kadafi con Sadam Hussein en Irak.
Salvando distancias, son situaciones casi calcadas.
En resumen:
La situación en Libia genera tensión internacional y, como efecto de la especulación financiera con la energía, dispara el precio del petróleo en los mercados mundiales. Y el petróleo dispara el precio de los alimentos. Y el precio de los alimentos puede activar conflictos sociales que compliquen en niveles impredecibles la economía global, aún en terapia de "recuperación".
En este escenario nadie puede proyectar los efectos de una invasión militar a Libia que podría desatar todo un dominó de conflictos sociales y militares en las región petroleras.
Este es el punto principal que (por ahora) impide una decisión unificada de EEUU y las potencias imperiales para lanzar una intervención militar con la OTAN en el país petrolero.
Viejo Condor
IAR Noticias (SIC)
Manuel Freytas
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