Esta semana Rusia ha vivido marcada no solamente por las altas temperaturas que baten records a diario, sino también por los fuertes incendios que dejaron aldeas enteras reducidas a cenizas. El número de víctimas mortales ya asciende a unas 30 personas.
Las llamas dejaron a miles de personas en la calle. Hasta ahora están ardiendo más de 100.000 hectáreas de bosques y diariamente se registran nuevos focos de incendios. En varias regiones del país, que no habían vivido nada parecido en más de un siglo, se ha declarado el estado de emergencia. Debido al calor sofocante y los fuertes vientos, el fuego avanza unos 100 metros cada minuto en las zonas más afectadas.
Las dramáticas escenas se han repetido en estos días en Rusia central, donde la ola de calor no da tregua al trabajo incesante de los bomberos para combatir los incendios forestales. Con cubos y botellas de agua y todo lo que encuentran a mano, los desesperados vecinos intentan salvar sus casas con sus propios medios
Pero a pesar de los esfuerzos y de los 240.000 hombres ayudados por 200 hidroaviones y 25 .000 equipos de maquinaria especializada, todo parece insuficiente para combatir las altas temperaturas que convierten en un infierno los bosques. El presidente, Dmitri Medvédev, ordenó incluso movilizar tropas del Ejercito para colaborar en las labores de extinción.
Por su parte el primer ministro Ruso, Vladímir Putin, recorrió personalmente las regiones más afectadas y prometió a los habitantes que perdieron sus hogares que éstos serán reconstruidos antes del invierno.
“Tuvimos consultas con las empresas de construcción, las autoridades regionales y funcionarios locales. Hemos decidido que en todas las regiones, quiero subrayarlo, en todas, existe la posibilidad de reconstruir las viviendas antes de finales de octubre de este año. Y pido a los gobernadores que lo hagan”, afirmó Putin.
La gravedad de la situación también llevó al Gobierno ruso a destinar unos 5.000 millones de rublos (mas de 160 millones de dólares) a subsidios para las víctimas, compra de alimentos y asistencia a los refugiados en hogares públicos. Hasta el momento las llamas se cobraron la vida de decenas de personas y en las regiones boscosas, miles y miles de hectáreas quedaron reducidas a cenizas.
Tampoco la capital se libra de los efectos de los inciendios. En Moscú, una nube espesa de humo cubre la ciudad y se mete entre los edificios cada vez que el viento empieza a soplar. La lucha para evitar mayores tragedias y damnificados no cesa, pero las altas temperaturas tampoco lo harán en la próxima semana, por eso todo indica que la tarea de los profesionales no será nada fácil.
El suelo todavía sigue abrasado y las llamas se reavivan en todo momento, algo que dificulta especialmente los trabajos de extinción. Parece, eso sí, que estas imágenes echarán por tierra el prejuicio de que de que Rusia es un país frío y cubierto de nieve durante todo el año. Lo cierto es que, con los pronósticos adelantando muy malas perspectivas con respecto a la retirada del calor en los próximos días, lo único que queda es esperar que el viento se mantenga en calma, para que no entorpezca el trabajo de los bomberos.
Viejo Condor
RT.net (SIC)
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