Birma
La democracia obligatoriamente no tiene porque nacer de las revueltas sangrientas o intervenciones internacionales. Los que no estén de acuerdo deberían prestar atención a lo que pasa en Birmania (Myanmar).
Allí no está ocurriendo ninguna revolución, sino una evolución sin sangre ni calamidades. Acaba de concluirse su primera etapa y, además, de manera muy original: con una visita a la capital del país de un alto cargo de China. Esta “inspección” de una semana de duración sirvió para aprobar simbólicamente la transiсión de Birmania hacia el régimen de una república moderna.
Birmania sustituye el uniforme militar por el traje nacional
El alto cargo mencionado fue Jia Qinglin, Presidente del Comité Nacional de la Conferencia Consultiva Política del Pueblo Chino, organización compuesta por delegados de diversas organizaciones y partidos políticos no comunistas. La elección de esta figura le imprimió a la visita un carácter algo informal.
Tanto más que, aunque la delegación china acudió a las reuniones con trajes oscuros de corte clásico (bastante buenos, por cierto), los nuevos gobernantes de Birmania estuvieron vestidos de manera más pintoresca.
Los anteriores vestían uniforme ya que durante medio siglo en el poder estaban regímenes militares. Ahora los viejos generales, incluido el dictador Than Shwe, se retiraron dando lugar a militares pero más jóvenes y convertidos en civiles.
Y el traje civil de ceremonias en Myanmar consiste de una camisa de seda con el cuello mao, una elegante falda de seda (en malayo se llama “sarong” y se lleva tanto por hombres como por mujeres) y unas chancletas negras sin calcetín. Así es la nueva cara del gobierno birmano.
En las elecciones parlamentarias de noviebre de 2010, las primeras en 20 años, ganaron círculos próximos a los militares y el 80% de escaños lo ocupan diputados del partido gobernante. Pero la lógica del sistema parlamentario funciona y los debates resultan interesantes. No es palabrería inútil porque ya se resuelven ciertos problemas de carácter local.
Por ahora es todo. Ni más y ni menos que el inicio de la real transición a la democracia en un país que nunca la ha conocido.
Dime con quien andas
En cuanto al invitado chino, su papel no es nada casual en esta historia. Primero, Birmania y China son países vecinos con una frontera común de 2.200 kilómetros. Segundo, el territorio birmano, al cruzar esta frontera hacia suroeste, forma una especie del pasillo a lo largo de las costas del océano Índico con sus respectivos puertos. Por lo tanto, China es el principal socio de Birmania con el intercambio anual de bienes que alcanza una curiosa cifra de 4 mil millones de dólares y constituye una parte muy importante del intercambio comercial total del país que asciende a 13 mil millones de dólares.
Los socios principales de Birmania después de China son la India y la vecina Tailandia.
Lo anterior basta para comprender quién y de qué manera ayudó a los militares birmanos a iniciar el camino hacia la modernización. He aquí una maniobra política de China y sus aliados, como la India y, sobre todo, los nueve países miembros de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ANSA) (cuyo décimo miembro es la propia Birmania).
Todos juntos estuvieron persuadiendo a los generales sobre la necesidad de modernizarse durante alrededor de diez años, y últimamente con mucha perseverancia. También son ellos los que aseguran el funcionamiento de la economía del país a pesar de las sanciones aplicadas contra el régimen birmano por parte de Estados Unidos y la UE.
Y no sólo el funcionamiento económico. Los militares birmanos comprenden perfectamente en qué mundo viven. Basta recordar lo ocurrido en 2008 después del devastador ciclón Nargis que causó, según algunos datos, hasta 140 mil muertos.
El gobierno militar impidió entonces la entrada de los barcos militares con grupos de rescate a bordo si eran occidentales. No es de extrañar: el país estaba (y sigue estando) sometido a sanciones, todavía estaba en el poder George Bush hijo.
El consenso de Pekín
Ahora en Bruselas se discute qué se va a hacer con las sanciones contra Birmania. Un grupo de países (Alemania, Italia, España y Austria) consideran que la actual Myanmar ha progresado mucho y por lo tanto hay que suavizar o suspender las sanciones.
Otros como Gran Bretaña, Países Bajos, República Checa y Dinamarca creen que no es este el progreso que hace falta y que el país todavía está muy lejos de la democracia.
Los dos bandos europeos tienen claro que las sanciones en sí no tienen ningún efecto porque a Birmania le sobra con los vecinos que tiene, y no tiene ninguna necesidad d la Unión Europea y EE.UU.
Así que es cuestión de ideología: aceptar o no aceptrar lo evidente – que además de las revoluciones democráticas, también existe la evolución democrática pacífica.
En otras palabras, Birmania representa un reproche vivo para los que admiran lo que está ocurriendo en el Oriente Próximo. Porque demuestra que se puede prescindir de los disturbios masivos y de las guerras civiles. Es más lento pero sin derramamiento de sangre y vidas destrozadas.
Según los politólogos, la política de “consenso” por la que apuesta Pekín prevé el desarrollo económico independiente del papel dominante del Estado, la no intervención en los negocios y comercio sin condiciones políticas. Estos principios ayudaron a China a conseguir unos éxitos inesperados en África y en el Oriente Próximo desplazando a los estadounidenses y los europeos.
Ya no hace falta hablar de Asia. Así que casi todo lo que está ocurriendo ahora en Birmania es un ejemplo ilustrativo de la sabiduría política china que va triunfando en el ámbito internacional.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Dmitri Kósirev
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE OBLIGATORIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
No hay comentarios:
Publicar un comentario