En Europa se operan procesos tanto integracionistas como separatistas. Según expertos, en el siglo XXI en el Viejo Mundo en teoría pueden surgir más de una decena de Estados nuevos. El ejemplo más "tradicional" del separatismo europeo es el País Vasco. En España viven cerca de 2 millones de vascos, que pueblan tres provincias de la región llamada Vascongadas o el País Vasco. Éste posee más amplios derechos que otras regiones españolas, tiene el nivel de vida más alto que el promedio nacional, el vascuence posee estatuto de idioma oficial. Pero los partidarios de la separación de España exigen más y más.
El brote del separatismo se debió a la política de Franco: a los vascos les prohibían editar libros y periódicos e impartir enseñanza en euskara (lengua vascuence), dar nombres vascos a los niños e izar bandera nacional. La organización ETA ("Euscadi ta askatasuna" /País Vasco y Libertad/), fundada en 1959, en sus comienzos se planteaba el objetivo de luchar contra el franquismo. Franco hace mucho ya que no está entre los vivos, el País Vasco goza de la autonomía, mas ello no los detiene a los separatistas. En la lucha por la "independencia" perecieron más de 900 personas.
Otro "dolor de cabeza" para Madrid es Cataluña, comunidad autónoma ubicada en la parte Noreste de España, que tiene su lengua y su original cultura. Los catalanes siempre han insistido en ser diferentes a los habitantes de otras regiones de España. La comunidad goza de una amplia autonomía en el Estado español, que es una monarquía constitucional. Las relaciones con el Gobierno central se regulan por una Carta. En 2005, en su nueva redaсción fue anotado que los catalanes son una nación aparte. En la región funcionan decenas de partidos y organizaciones sociales, de carácter izquierdista en su mayoría, que se manifiestan a favor de separarse de España y insisten en celebrar un referéndum al respecto (lo prometen hacer hasta 2014).
En julio de 2007, también la Comunidad Valenciana adquirió el estatuto de autonomía.
Francia posee añeja experiencia en lo de hacer frente al separatismo y extremismo en su territorio, en primer lugar en la isla de Córcega, del Mediterráneo. Los grupos nacionalistas isleños provocaron choques con unidades del Ejército francés a mediados de la década del 70 del siglo pasado. Los más numerosos e influyentes de esos grupos son la Unión Nacionalista y el Movimiento por la Autodeterminación, cada uno tiene sus comandos. El estatuto de la isla se amplió en dos ocasiones en los últimos 25 años: en 1981 y 1990. Se otorgaron mayores facultades para la autoridades locales en materia de economía, agricultura, energía, transporte, educación y cultura. Hace unos años, el parlamento francés reconoció la existencia del pueblo corso. Verdad que más tarde esa decisión fue abolida, por contradecir la Constitución de la República Francesa.
En Bretaña, región del Noreste de Francia, desde comienzos de la década de 1970 funciona el Ejército Revolucionario Bretón. Los descendientes de los celtas, que llegaron de las islas británicas en épocas pasadas, no se sienten franceses del todo sino como unos franceses "especiales". Durante el censo, muchos de ellos se identifican como bretones, aunque indican el francés como se lengua natal. El Ejército Revolucionario Bretón (llamado así por analogía con el Ejercito Republicano Irlandés, por lo visto) forma parte del ala extremista del movimiento nacionalista Emgann, que está luchando contra los "opresores franceses".
En Italia existen notables ánimos separatistas en su parte Norte, altamente industrializada. La influyente Liga del Norte no retira su exigencia de la separación, insistiendo en transformar Italia en una federación. También levantan la voz los partidarios de la unión con Austria en los distritos del Tirol del Sur, los que se vieron bajo jurisdicción de Italia después de la primera guerra mundial.
Bélgica bien puede dividirse en las partes septentrional, o la flamenca (cuyos habitante hablan el holandés y se inclinan hacia Holanda), y la meridional, la de Valonia francófona. Las raíces de la confrontación entre dos comunidades lingüísticas del país - la Valonia francohablante y Flandes que habla el flamenco - se debe buscarlas en los albores de la historia de la Bélgica independiente, en la época en que presionados por circunstancias los valones francófonos y los flamencos se unieron para oponerse a Holanda. Tras hacerlo en aquel entonces en aras de obtener la libertad, ellos desde hace casi dos siglos intentan separarse. Flandes, que tiene más alto desarrollo económico, dice que no quiere "mantener" a Valonia. Según sondeos, más del 60% de los habitantes de Flandes y más del 40% de los de Valonia no descartan la desintegración de Bélgica.
En Gran Bretaña, el centro de los ánimos separatistas se ha trasladado de Ulster a Escocia. Las últimas elecciones parlamentarias fueron ganadas en Escocia por el Partido Nacional Escocés, comprometido con la idea de una Escocia convertida en Estado independiente. El presidente del Gobierno escocés, Alex Salmond, manifestó que tal objetivo puede lograrse a lo largo de un decenio. Verdad que de momento sólo el 23% de los escoceses apoyan la idea de la independencia (hace un año eran 30%) Pero a pesar de ello, el entonces ministro de Hacienda Gordon Brown, todavía sin ser primer ministro, advertía en prensa: a Gran Bretaña le amenaza la "balcanización", si continúa debilitándose la unión concertada entre Inglaterra y Escocia hace 300 años.
Las Islas Feroe, que firman parte de Dinamarca, son un territorio semiautónomo, mantenido con subsidios del Gobierno central de casi 170 millones de dólares al año. Es un hecho que los detiene a los separatistas, aunque hace 5 años ellos ya intentaron organizar un referéndum sobre la independencia.
También en la Suiza apacible hay separatismo. El Frente de Liberación Jurasiano desde hace más de 30 años exige que el cantón del Jura se independice de la Confederación. Poblado en su tiempo por católicos francófonos, el Jura pasó a formar parte del cantón de Berna, donde constituyen la mayoría los protestantes germanohablantes. Los líderes del Frente reconocen que son mínimas las probabilidad de obtener la independencia.
La Asociación de los Magiares de Voivodina, territorio autónomo serbio ubicado a 35 kilómetros de Belgrado, representantes de la cual gobiernan en casi el 70% del área que ocupa la región, exigen para Voivodina estatuto de república, luego de lo cual planean celebrar un referéndum sobre la separación de Serbia y la unión con Hungría en forma de confederación. A finales de marzo de 2007, la Asociación se dirigió a la Unión Europea, solicitando que ésta enviara su misión para "estudiar la situación". La parte de los húngaros entre la población de Voivodina no excede el 40%.
Un guión parecido se desarrolla en la Transilvania rumana (entre 1940-1945 formó parte de Hungría, de 1919 a 1939, de Rumania, y anteriormente, de Austria-Hungría), donde a los húngaros ya les corresponde más del 45% de la población. La Unión por el Renacimiento de la Transilvania Húngara, fundada en tiempos de Ceausescu, ya celebró referéndums sobre la autonomía, por ejemplo, a finales de marzo, en tres distritos de Transilvania. Los húngaros locales se manifestaron a favor de conseguir la máxima autonomía con respecto a Bucarest y por mantener la región relaciones directas con Budapest.
Las manifestaciones "anticoloniales" se han hecho más frecuentes en Cerdeña, deItalia, así como en las provincias austríacas de Estiria y Corintia, pobladas por croatas y eslovenos en su mayoría. Empiezan a exigir autonomía más enérgicamente también los griegos de Albania del Sur y los habitantes de las Azores de Portugal.
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