En el Planetario de Moscú se pueden ver los antiguos mapas estelares, una espectacular colección de meteoritos y el cielo nocturno del pasado y del futuro.
Y esto se puede hacer en pleno día gracias al famoso proyector Universarium M9, capaz de mostrar con sus 32 objetivos 9.100 estrellas en una cúpula de 25 metros de diámetro y 1.000 metros cuadrados de superficie.
© RIA Novosti/Avrora Artiom Markin
El proyector Universarium M9
El cielo de la Grecia Antigua
También el proyector 'mágico' hace las veces de máquina del tiempo permitiendo a los visitantes ver el mismo cielo que veían nuestros antepasados hace 10.000 años y el que verán nuestros descendientes dentro de otros 10.000 años. En el teatro de las estrellas tanto se puede presentar la bóveda celeste de la Grecia Antigua o del París de la época de Napoleón, como la de Estambul en 2090. Las constelaciones, las salidas más espectaculares del sol e incluso los anillos de Saturno, todo esto lo muestra el aparato.
"El Universarium cuenta con un 'cerebro electrónico' tan sofisticado que parece que puede mostrarnos todo lo que hay en el cielo", dice Faína Rubliova, directora científica del Planetario de Moscú. “Su predecesor, el proyector 'Planetario' era mucho menos potente -está claro, a principios del siglo XX no existían las tecnologías de ahora– pero aún así estuvo en servicio durante casi 45 años, desde 1929 hasta 1979”, explica.
En el centro del edificio hay una maqueta de un astrólogo rodeado de instrumentos antiguos para el estudio del cielo, libros y dibujos. La figura del “estrellero” recibe a los visitantes quienes lo bautizaron como 'Copérnico'.
"El estrellero era un hombre que contaba las estrellas. Era una misión muy importante y gracias a los astrónomos antiguos sabemos que la imagen del cielo estrellado hoy es casi a misma que hace miles de años. Porque las características del ojo humano no han cambiado con el tiempo, sólo se han perfeccionado los instrumentos ópticos", continúa Faína Rubliova.
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Globo terráqueo, inventado por el astrónomo Johannes Hevelius en el siglo XVII. Fabricado en el siglo XX
Es curioso que cuando el genio italiano Galileo Galilei construyó el primer telescopio en el siglo XVII, muchos científicos se negaban a probarlo considerándolo un pecado. Los primeros exploradores de estrellas y planetas tuvieron que enfrentarse a un sinfín de estereotipos.
Así, Galilei, considerado el padre de la astronomía moderna, se enfrentó con la Inquisición romana de la Iglesia católica. Sólo en 1992 el papa Juan Pablo II rindió homenaje al sabio y reconoció oficialmente los errores de los teólogos del siglo XVII en el asunto.
Per aspera ad astra
"Per aspera ad astra", esta frase en latín que significa "hacia las estrellas a través de las dificultades", encaja perfectamente para describir la historia de la exploración del espacio que intenta ilustrar nuestra exposición”, comenta Faína Rubliova.
En las vitrinas y los armarios se ven maquetas de aparatos y equipamientos espaciales, entre ellas la del primer satélite artificial de la Tierra lanzado por la Unión Soviética en 1957. En las paredes hay pantallas incrustadas con vídeos espaciales y sonido de fondo.
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El museo alberga una importante colección de meteoritos
En la segunda planta del museo hay un modelo del sistema solar y una colección de meteoritos auténticos que cuenta con 113 piedras extraterrestres, algunas de ellas únicas, provenientes de la Luna y Marte. El meteorito más pesado de la colección pesa 125 kilogramos. Todas las piezas están colocadas en vitrinas abiertas para que los visitantes las puedan tocar.
"Se dice que si tocas un meteorito y pides un deseo, se cumplirá. Pero si hablamos en serio, estos 'mensajeros del espacio' nos permiten investigar la composición química de los cuerpos celestes. Es muy importante para la ciencia", subraya la directora del planetario.
Todos los que trabajan aquí están convencidos de que la astronomía es una de las ciencias más románticas y fundamentales ya que ayuda al hombre a conocer el universo.
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El primer proyector 'Planetario' se usó durante casi 45 años
El Planetario de Moscú, el más grande de los complejos que tienen como fin popularizar las ciencias naturales en Rusia, funcionará como una plataforma astronómica que contará con su propio observatorio y un simulador de astronavegación para entrenamiento de astronautas y pilotos.
La primera piedra del Planetario de Moscú fue colocada en el día del equinoccio de otoño, el 23 de septiembre de 1928. Casi un siglo después, el cielo estrellado proyectado en su cúpula sigue siendo un espectáculo digno de ver.
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