Entre las grandes maniobras de las Fuerzas Armadas de Rusia de los últimos años debe prestarse especial atención a la reanimación de las Fuerzas Navales en la región del Ártico.
Las grandes maniobras de la Flota del Norte en los mares de Barents y de Kara, la expedición del crucero “Pedro el Grande” a la parte oriental del Océano Glacial Ártico y los ejercicios en preparación de la Flota del Pacífico en la zona próxima al Polo Norte constituyen un nuevo paso encaminado al restablecimiento de la presencia permanente de Rusia en el Ártico.
¿Quién es el dueño del Ártico?
La respuesta a esta pregunta no es tan evidente como puede parecer. Por una parte, existen los límites de las aguas territoriales y de las zonas económicas establecidos por el derecho internacional, zonas litigiosas y las condiciones de explotación contempladas por acuerdos bilaterales y multilaterales. Por otra parte, las riquezas del Ártico hoy no se aprovechan siquiera en un 1 % de su potencial, y los puntos de vista de los países ribereños árticos y de otros países vecinos a esa región sobre la pertenencia de las zonas que se encuentran más allá de las aguas territoriales y de las zonas económicas exclusivas divergen considerablemente.
En estas condiciones, prácticamente todos los países aledaños se han puesto a pensar en la intensificación y restablecimiento de la infraestructura militar en la zona más allá del círculo polar. Tanto los países de la OTAN como Rusia han realizado y realizan grandes maniobras. Cabe remarcar que en esta carrera Rusia tiene cierta ventaja: al poseer la Ruta Naval del Norte, la flota de rompehielos más poderosa y la más grande agrupación militar, que se basa en la Flota del Norte, Rusia dispone de las posibilidades de transporte y militares más considerables de la región, aunque se han reducido sensiblemente en comparación con el período soviético. También se puede decir que los territorios septentrionales de Rusia son los más habitados: al menos en la zona del ártico ruso vive más población que en el resto de los demás países árticos, Múrmansk y Norilsk ocupan el primer y segundo lugar respectivamente por el número de habitantes entre las ciudades árticas más pobladas.
Desarrollo indispensable
Esta base es buena de por sí, pero más allá de los límites de algunas regiones más o menos acondicionadas para la vida, el Ártico ruso es tan deshabitado como las islas del archipiélago ártico canadiense. Semejante situación es una fuente de problemas potenciales, dado que los recursos y el potencial de transporte del Ártico atraen una atención cada vez mayor. Esto tiene que ver de forma muy especial con la Ruta Naval del Norte: su explotación normal, que se vuelve posible en virtud de la cada vez mayor disminución de la superficie de los hielos polares, resulta muy dificultosa por la carencia de infraestructuras a lo largo del litoral. Además los argumentos rusos sobre su derecho a la plataforma continental más allá de la zona económica exclusiva, visiblemente necesitan razones de más peso, que los artículos y expediciones científicos, también “penden en el aire”.
El desarrollo de la infraestructura militar en la zona ártica, indispensable de por sí, en tales condiciones es un medio real para el “reinicio” de la integración de la región en general. Si el Ministerio de Defensa de Rusia logra restablecer el sistema de bases y de cobertura de la navegación a lo largo de la Ruta Naval del Norte, entonces este paso será un gran logro, sobre cuya base también se podrán desplegar proyectos civiles. Al propio tiempo, teniendo en cuenta la particularidad de la región y el costo de los trabajos, dichos proyectos, aún en su fase de elaboración, deberán estar ligados meticulosamente a los correspondientes trabajos de los militares. Rusia hoy no se puede permitir el lujo de crear por separado una infraestructura civil ártica independiente de otra militar. Por lo que importa al papel del Ártico en la capacidad defensiva del país, pues además de lo ya dicho sobre la necesidad de defender las posesiones polares de Rusia, solo se puede añadir que el restablecimiento de un campo de radiolocalización en la zona ártica y el emplazamiento allí de unidades de las fuerzas aérea y navales, es un buen argumento de peso para el caso de que Rusia y EEUU no lleguen a alcanzar un consenso sobre el emplazamiento del sistema de defensa antimisiles y la limitación de las armas convencionales. Sabido es que la vía más corta entre Rusia y EEUU pasa por el Ártico, y, en este sentido, se hace difícil sobreestimar el significado militar de la región.
Viejo Condor
La Voz de Rusia (SIC)
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