Armando Pérez
Los recientes combates con miles de muertos por la región de Heglig rica en petróleo, perfila el comienzo de una guerra total entre Sudán y Sudán del Sur, que puede ser prolongada y sangrienta porque la paz no sólo depende de los sudaneses norteños y sureños, sino también de la conjugación de intereses entre potencias como China, aliado principal de Jartum y EEUU, mentor e inspirador de la independencia de Sudán del Sur.
Después de varios días de cruentos combates, la semana pasada el Gobierno de Sudán anunció que había recuperado el control de Heglig, zona fronteriza, donde se encuentran ingentes reservas de petróleo.
Al mismo tiempo, las autoridades sursudanesas, desde su capital, Juba, informaron sobre el retiro unilateral de sus tropas de la zona en conflicto, “de manera voluntaria y cumpliendo una petición de la comunidad internacional”.
Lo cierto es que los combates en Heglig ocasionaron al menos 1.200 muertos, y graves daños a depósitos de crudo, tuberías y otras obras de infraestructura petrolera que quedaron destruidas por explosiones e incendios.
Sudán del Sur ocupó Heglig argumentando la demarcación de las fronteras establecida por los colonizadores británicos en 1956. No obstante, las empresas petroleras con sede en Jartum controlan Heglig desde los años 70, cuando fueron descubiertos los yacimientos petrolíferos.
Heglig es vital para Jartum, porque después de la proclamación de la independencia de Sudán del Sur en julio del año pasado, Sudán perdió el 75 % de sus yacimientos petroleros que quedaron en el sur, y sin los yacimientos en Heglig, la economía de norsudanesa puede colapsar.
El presidente sudanés Omar al-Bashir, quien visitó Heglig para celebrar la victoria anunció que su país está dispuesto a la guerra total con los sureños.
“Nuestra conversación con ellos será con armas y municiones, ya que es único idioma que entienden. No hay lugar en Sudán, con sus viejas fronteras, para nosotros y para el Movimiento de Liberación del Pueblo Sudanés (MLPS). Uno de nosotros debe irse", subrayó.
Es decir, proclamó una guerra que solo terminará con la derrota o la victoria, en un retorno a la horrible guerra civil que vivió ese país durante décadas, que ocasionó dos millones de muertos y cuatro millones de refugiados, y que concluyó con la división entre el Norte y el Sur.
Al respecto la prensa moscovita destacó la certeza de algunos expertos rusos cuando pronosticaron que la aparición de Sudán del Sur podría desencadenar una guerra más sangrienta entre el norte, poblado en su mayoría por árabes musulmanes y el sur donde la mayoría de la población es de raza negra cristiana.
La división de Sudán entre el norte y el sur estableció ciertas barreras a los antagonismos culturales, políticos, sociales y religiosos, pero dejó sin solución otros problemas no menos agudos como la delimitación de las fronteras, la pertenencia de ciertos territorios, la repartición de la deuda y la repartición del petróleo.
El asunto de la delimitación de la frontera especialmente en las provincias de Heglig y Abiyei es especialmente delicado porque esas provincias son ricas en hidrocarburos.
La repartición de la riqueza petrolera también es complicada porque la mayoría de los yacimientos quedaron en el sur, mientras que la infraestructura de oleoductos y las terminales marítimas en los puertos quedaron en Sudán.
Uno de los problemas más críticos actuales es el precio que debe pagar Juba por el trasiego de su crudo a través de los oleoductos que pasan por el territorio de Sudán.
Es decir, la existencia de ambos países está condicionada a la capacidad de sus gobernantes a negociar, pero la perspectiva que se vislumbra es la guerra.
Tal vez porque los gobiernos de los dos países dependen en mucho de EEUU y China, que tienen suficientes fricciones en sus relaciones bilaterales que se complican cuando se reflejan en terceros países como en el caso de Sudán.
China es el socio comercial más importante de Jartum al ser el principal comprador de petróleo y el principal inversionista en la economía norsudanesa.
Mientras, EEUU apoya incondicionalmente a Sudán del Sur y si guardó silencio cuando las tropas sursudanesas ocuparon Heglig, protestó por la ofensiva emprendida por Jartum.
Así, el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, lanzó fuertes críticas al gobierno de Jartum. “Condenamos en los más duros términos el ataque militar de Sudán a Sudán del Sur”, dijo el portavoz de la Casa Blanca, Jay Carney.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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