Vladimir Putin califica de locomotora económica a la industria de defensa rusa
Un aumento drástico de gastos militares debería hacer arrancar el motor de la economía rusa. Esta es la conclusión que se puede sacar al leer el nuevo artículo programático del primer ministro y candidato a la presidencia de Rusia, Vladimir Putin, publicado el pasado 20 de febrero en el diario Rossiyskaya gazeta bajo el título 'Ser fuertes: las garantías de seguridad nacional de Rusia'.
Pero la vaguedad de las formulaciones en la descripción de las medidas que hay que aplicar junto con un sistema contradictorio de control en el sector de militar pueden dificultar seriamente la realización del programa de Putin.
Locomotora de la economía
El artículo de Putin está dedicado a toda la gama de asuntos relacionados a la seguridad nacional, pero hace hincapié en el control de la industria de Defensa y su desarrollo.
Este tema parece aún más candente debido a los planes de destinar una cantidad de recursos sin precedentes para la compra de nuevo armamento y material bélico.
El Gobierno de Rusia está dispuesto a gastar más de 20 billones de rublos (670.000 millones de dólares) para el Programa Nacional de Fabricación de Armamento y Material hasta 2020.
En este contexto, Putin ha adelantado que si es reelegido destinará 23 billones de rublos (768.000 millones de dólares) para el rearme las Fuerzas Armadas, mientras que unos tres billones de rublos más se asignarán para modernizar y ampliar la industria de defensa.
Estos gastos militares extraordinarios están motivados por dos causas principales. Para empezar, el Ejército ruso necesita una seria modernización. Pero hay una segunda causa, más interesante: en las condiciones de crisis externa la economía rusa, que recibe enormes ingresos de la exportación de materias primas, crece muy lentamente y de manera inestable.
Estos gastos militares extraordinarios están motivados por dos causas principales. Para empezar, el Ejército ruso necesita una seria modernización. Pero hay una segunda causa, más interesante: en las condiciones de crisis externa la economía rusa, que recibe enormes ingresos de la exportación de materias primas, crece muy lentamente y de manera inestable.
¿Qué hay bajo la cobertura del Programa Nacional de Fabricación de Armamento y Material hasta 2020? De hecho, es un programa de inversiones públicas que se inyectan en las cadenas tecnológicas desde arriba, en las ramas de alta tecnología, para distribuir recursos (y pedidos reales, lo que es más importante) entre un gran número de las ramas adyacentes de alto valor agregado.
Con las inversiones privadas estancadas, es una de las pocas posibilidades que quedan de arrancar el motor de la economía, modernizar al mismo tiempo la industria y crear puestos de trabajo bien equipados. El proyecto anterior, la construcción masiva de gasoductos, ha producido un efecto limitado en este ámbito.
Es una política razonable en lo que se refiere al sector de Defensa. A finales de los 1930, la administración del entonces presidente de EEUU, Franklin Delano Roosevelt, obligó a la industria estadounidense a desarrollarse gracias a un crecimiento rápido de pedidos militares bajo unas condiciones rígidas que preveían incrementar y modernizar la producción.
Después de la Segunda Guerra Mundial, EEUU pudo aprovechar el potencial de la industria militar en el sector civil.
Las empresas del sector militar no son igualmente importantes
Los problemas principales están relacionados con el sector civil. En los noventa no había mucha gente desease privatizar las empresas del sector militar-industrial. En los 2000, se inició el proceso de restablecimiento de control estatal sobre las corporaciones en varios sectores, y los resultados de esto son contradictorios.
Por un lado, en la concepción conforme a la cual cada sector podía contar con solo una corporación estatal que, en la medida de lo posible, debía concentrar la mayoría de los activos del sector, permitió consolidar los esfuerzos de los diseñadores y establecer las normas unificadas de producción y control de calidad.
Al mismo tiempo, esta concepción permitió mejorar la situación económica de muchas empresas que estaban al borde de la quiebra. Como resultado se logró crear estructuras eficaces preparadas a salir a los mercados de capitales. Por ejemplo, el consorcio Helicópteros de Rusia anunció su disposición a realizar la oferta pública inicial (IPO) en la bolsa de Londres en mayo de 2011.
Por otro lado, Vladimir Putin escribe: “La exageración con el secretismo y el hermetismo ya causó la reducción de la competencia, el incremento de los precios de la producción militar, generó ganancias excesivas que se gastan no en la modernización sino en llenar los bolsillos de los comerciantes y funcionarios”.
Putin tiene razón. El secretismo y el hermetismo exagerado en el sector militar-industrial, en realidad, tiene esas consecuencias. Pero la monopolización de la industria de la defensa produce efectos aún más graves.
Estos se manifiestan como un crecimiento de “gastos para la superestructura”, es decir, gastos para el mantenimiento de la administración de las corporaciones, como presiones de grupos para promover varios proyectos o intereses concretos o la monopolización de industrias adyacentes, cuando una sola planta en el país fabrican piezas necesarias y las vende por precios muy altos.
Al consolidar las empresas del sector, creando grandes corporaciones, el Gobierno ruso puso en orden sus relaciones con la industria armamentística, porque se redujo el número de unidades a controlar. Pero al mismo tiempo, esto conllevó la propagación de los grupos de presión, la corrupción y la monopolización de varios segmentos de la industria militar.
Es necesario conseguir objetivos establecidos
El jefe del Gobierno ruso describió en su artículo todos estos problemas y propuso una serie de medidas para solucionarlos.
Pero en las condiciones actuales del capitalismo monopolista del Estado estas propuestas parecen ambiguas. La imagen del futuro representado en el programa de Putin en el ámbito del sector de Defensa tiene rasgos concretos, pero no está claro cómo será posible conseguir este futuro si continúan todos los procesos que están desarollándose por inercia.
Por ejemplo, merece la atención la propuesta sobre la necesidad de fomentar la cooperación entre el Estado y la empresa privada en el ámbito de la defensa, simplificando al mismo tiempo el procedimiento de creación de nuevas empresas en el sector. Putin tiene razón, pero ¿para qué a mediados de los 2000, se decidió destruir esta cooperación que ya existía en aquella época?
Por ejemplo, durante el proceso de restablecimiento del control estatal sobre las empresas privatizadas, la productora de motores para aviación, Saturn, encabezada por Yuri Lastochkin y gestionada por ejecutivos profesionales, se vio obligada a adherirse a la Corporación Unificada de Construcción de Motores. ¿Se ha hecho con el fin de ofrecer acceso a la industria a otros inversores privados?
Putin asimismo propone desarrollar la competencia en la industria de Defensa. Pero en caso del sector monopolizado solo se puede conseguir si aparece un gran número de nuevas empresas privadas que fabriquen productos de alta tecnología. El primer ministro no ha propuesto medidas concretas para crear un ambiente competitivo en la industria ni aclaró cómo están vinculadas sus propuestas con la política de integración de las empresas privadas en los monopolios estatales que está llevando a cabo durante los últimos años.
Para iniciar la realización de estas medidas sería necesario enmendar el Código Fiscal, ofreciendo condiciones tributarias más favorables a las empresas del sector. Pero hasta hoy las autoridades rusas no han estado dispuestas a conceder por vía legislativa privilegios fiscales a la industria con alto valor agregado.
Por otro lado, la concesión de tales privilegios de modo selectivo, por ejemplo, en forma de créditos con condiciones provechosas o subsidios indirectos otorgados por los bancos estatales, inevitablemente darán origen a maniobras de los grupos de presión y por consiguiente generará corrupción.
El control del sector militar-industrial que se efectuaba en la época soviética resultó ineficaz, ya que contribuyó a la multiplicación de modelos competitivos de armamento y material bélico incorporados en los arsenales de las Fuerzas Armadas de la URSS.
Pero este sistema se originó en la situación cuando los militantes del Partido Comunista de la URSS formaron de manera artificial la competencia entre las principales empresas del sector.
Este método tenía éxito desde los años treinta hasta los cincuenta. Pero en los setenta las presiones del grupo de presión administrativo pudieron tener más peso que los pedidos de armamento presentados por los generales.
Hoy en día, las empresas que pudieran fabricar productos competitivos se adhieren a las corporaciones unificadas o dejan de existir como negocios independientes. Partiendo de esta concepción, aparecieron el consorcio Helicópteros de Rusia, el consorcio Almaz-Antei que desarrolla sistemas de defensa antiaérea y antimisiles, etc.
No existe posibilidad de multiplicar los modelos competitivos, mientras que parece mucho más probable la situación cuando las empresas ofrezcan a los militares un solo modelo “que no cederá ante sus análogos extranjeros y incluso los superará”.
Se podrá resolver el problema al encontrar o crear a un fabricante competidor o al amenazar con comprar el armamento en el extranjero. Y el Ministerio ruso de Defensa critica con frecuencia a los monopolistas, como Uralvagonzavod, la única productora de carros blindados a nivel nacional.
La nueva imagen de la industria rusa de defensa descrita por Vladimir Putin es muy atractiva. Esta imagen representa los intereses de Estado y al mismo tiempo da luz verde a las empresas privadas, así como a la competencia, innovaciones, modernización tecnológica. Se planea destinar enormes recursos para su desarrollo, pero recursos controlados, conforme a los precios de mercado pero razonables.
La propia industria militar está oponiéndose a los intentos de hacer posible esto, pero sería mejor que se lograse. Porque en caso contrario, la idea fundamental de arrancar el motor de la economía rusa con la cartera de pedidos en la industria de defensa puede quedarse para siempre como el “proyecto de futuro”. Y en la situación de la crisis global no se vislumbran otras locomotoras.
Viejo Condor
RIA Novosti (SIC)
Konstantín Bogdánov
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE RIA NOVOSTI
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